análisis
Pedro a la enésima potencia: queda inaugurado el todosanchismo
El de ayer fue un inmenso acto de propaganda en la sede de la Presidencia del Gobierno y la demostración de que el jefe del Ejecutivo ha utilizado su inicial crisis emocional para dar un nuevo salto al vacío que, internamente, le legitima para llegar más lejos que nunca. La judicatura y la prensa esperan
Más de 2.150 días llevaba Pedro Sánchez durmiendo en el colchón de La Moncloa cuando compareció para protagonizar el mayor acto de propaganda de nuestra historia en la sede de la Presidencia del Gobierno. Como en la fábula de la rana y el ... escorpión, Sánchez no solo se comportó como Sánchez, sino que fue más Sánchez que nunca. El presidente desplegó una panoplia de estrategias discursivas para defender una decisión que convierte estos cinco días de reflexión en un inmenso teatro, aunque el origen fuera una crisis personal que puede ser verdad, pero que ni en broma es toda la verdad. Desde el saludo inicial -«buenas tardes» a las once de la mañana- a la innecesaria visita al Rey para anunciarle que se queda, todo en la mañana de ayer fue un trampantojo para ocultar un hecho incontestable: el 23 de julio perdió las elecciones, aunque él no quiera admitirlo, y su Gobierno es débil. Para esconderlo, ayer Sánchez hizo gala de los peores vicios de su forma de gobernar:
1) Opacidad. Fue una declaración institucional sin preguntas y sin periodistas. ¿Así se defiende la prensa libre y la democracia? Parece que no. Tampoco se defiende construyendo un totum revolutum que incluye desde la crítica legítima -por ejemplo, este artículo o este periódico en su conjunto- con los comentarios anónimos en redes sociales. Y atentos: Sánchez no comparecerá en el Congreso hasta la semana del 20 de mayo y no tiene previsto ningún viaje internacional, que es allí donde no puede evitar dar ruedas de prensa. Solo acudirá a los medios que le interesan: ¿vendrá a ABC? La última entrevista se la hizo servidor… en 2015. No vendrá, pero está invitado. Así que no, no hay respeto a la prensa libre.
2) Victimismo. Sánchez se presenta como una víctima, la única, la inconfundible, de los ataques a las familias de los políticos. ¿De verdad todo lo que se ha publicado sobre Begoña Gómez forma parte de una campaña orquestada de acoso? ¿No hay dudas razonables sobre un comportamiento que linda, cuando menos, con actitudes antiestéticas y amorales? ¿No merece eso una explicación? Por cierto, el PP no sólo no ha pedido la comparecencia de la mujer del presidente en la comisión de investigación, tampoco ha leído declaraciones de la renta ni documentación fiscal sobre ella. ¿Puede el PSOE decir lo mismo en sentido contrario?
3) Nula autocrítica. Hace dos meses, recién aterrizado en Rabat, Sánchez respondió a una pregunta sobre la detención de Koldo García atacando al hermano de Isabel Díaz Ayuso, a pesar de que hace dos años se archivó la investigación que le afecta. ¿Eso cómo se explica? ¿Y no atacó su número dos, María Jesús Montero, a la mujer de Alberto Núñez Feijóo en sede parlamentaria con una información que el medio que la publicó reconoció después como falsa? ¿No son eso bulos periodísticos o ataques a familiares, señor Sánchez?
4) Sentimentalismo tóxico. «Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndola». En línea con su carta, Sánchez abusó ayer de los argumentos emocionales como reclamo para seguir concitando el apoyos de sus fieles. «Gracias a mi querido partido», dijo, después de tener cinco días a todo el socialismo fuera de su reflexión y a buena parte de su Gobierno ajeno a sus decisiones.
5) Megalomanía. Lo que vino a decir ayer el presidente del Gobierno de España es «la democracia soy yo». Se erigió en defensor de la misma no sólo a nivel nacional, sino frente a un «movimiento reaccionario» a nivel mundial. ¿De verdad, señor Sánchez, va a defender usted la democracia sin llamar al líder de la oposición? ¿Qué es la democracia si no alternancia? Ah, ¿y no convendría acudir al Parlamento, sede de la soberanía nacional? Allí están los partidos elegidos por la ciudadanía, también Vox, señor Sánchez. Si su ánimo regenerador es veraz, ¿no debería contar con las instituciones?
6) Búsqueda de impunidad. El presidente del Ejecutivo señaló ayer a todo discrepante. ¿Quién se va a atrever a toserle ahora en su propio Gobierno? ¿Y en su «querido» partido? ¿Y en la judicatura y la prensa de nuestro país, que ayer fueron señaladas directamente por un presidente que dice defender la democracia?
Conclusión: como el escorpión de la fábula, Sánchez se comportó ayer según su naturaleza. ¿Y esa cuál es? Estirar las costuras del sistema, caminar por lo desconocido, ejercer el poder sin contemplaciones. Dijo el presidente que estos cinco días han sido un punto y aparte. ¿Para qué? Nadie lo sabe, porque para interpretar bien lo sucedido ayer hay que ver qué se aprueba hoy en el Consejo de Ministros, ver si Sánchez pasa de las palabras a los hechos. La prensa y la judicatura pueden ser los objetivos a batir. Queda inaugurado el todosanchismo.
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