Nuestro particular 7-O con ETA
Que los principales culpables son el Gobierno y sus socios es algo tan de perogrullo que por eso mismo resulta más grave aún la irresponsabilidad de la oposición
Feijóo reconoce el «error injustificable» e insta al Gobierno a rectificar para «poder mirar a la cara a las víctimas de ETA»
Indultos encapuchados a ETA
![Pedro Sánchez, Santos Cerdán y Mertxe Aizpurua](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/08/sanchez-cerdan-aizpurua-RmocZlHqIGOZrybyfpscEaN-1200x840@diario_abc.jpg)
En un intento por maquillar su irresponsabilidad con las víctimas del terrorismo, PP y Vox se apresuraron a justificarse con que la reforma se iba a aprobar de todas formas. Es una verdad a medias, porque es cierto que se podía aprobar, pero no de ... cualquier forma, pues una de las cosas más graves de ese «error injustificable», como ya admite Feijóo, es hurtar a la sociedad en general y a las víctimas de ETA en particular la posibilidad de reaccionar de inmediato para forzar al Gobierno a que rectificara cuando todavía había margen. Decir que hubiera sido en balde es rendirse de antemano y negar a los españoles su capacidad de influir en las decisiones del poder político.
Hay pruebas de ello muy recientes y similares. Por ejemplo, cuando las víctimas dieron la voz de alarma el año pasado sobre la treintena de terroristas con delitos de sangre en las listas municipales, la respuesta de la opinión pública y publicada obligó al Gobierno a pedir un gesto a los de Otegi, que a su vez tuvieron que recular. Así, la presión social consiguió que no haya condenados por asesinato en ayuntamientos vascos. Y ahora tenían derecho a que la oposición les avisara de que el asesino de Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica o Gregorio Ordóñez estará en la calle después de Navidad. Cierto que no hay elecciones a la vista, como ocurrió entonces, pero siempre hay encuestas internas que obligan a los partidos a replantearse cosas como esta infamia.
Que los principales culpables son el Gobierno y sus socios es algo tan de perogrullo que por eso mismo resulta más grave aún la irresponsabilidad de la oposición. En la misma comisión en la que se colaron esas enmiendas el diputado socialista Artemi Rallo explicó dos veces qué se estaba votando allí. Sólo le faltó sacar un cartel con la cara de Txapote. Y, ante la última excusa de los populares de que estaban más pendientes de Puigdemont que de ETA, sólo un recordatorio para ordenar prioridades: el primero no ha matado a nadie; esos 40 etarras, a más de 60 personas, entre ellas algunas del PP.
PP y Vox han criticado, y con toda la razón, la reforma de la ley de Seguridad Ciudadana que permite insultar a un agente sin consecuencias con tal de pedirle perdón después. Tampoco parece que se pueda despachar este episodio sin más que unas disculpas, por muchas y sinceras que sean. Ningún cese o dimisión va a devolver la vida a ninguna víctima de ETA, pero quizá sí un poco de respeto y dignidad a un Parlamento en el que nadie ha demostrado ni lo uno ni lo otro en este asunto. No sé si dentro de un año, cuando Txapote o Kantauri lleven ocho meses en la calle, se recordará el primer aniversario de esta ignominia, pero confío en que las víctimas no lo olviden nunca.
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