análisis
Un Gobierno sin vergüenza ajena
Todo en la cita entre Junts y el PSOE en Ginebra es impropio de un país que se tenga a sí mismo un mínimo de estima
Artículos escritos por Jorge Navas en ABC
Los socios de Sánchez no desaprovechan una oportunidad de humillar a España. Mientras el jefe del Estado inauguraba este miércoles la legislatura emanada de las urnas en la sede de la soberanía nacional abogando por la unidad, el Gobierno confirmaba sin pudor que el sábado ... se someterá de nuevo a que un sedicioso como Turull le lea la cartilla para poner al día los chantajes de un prófugo como Puigdemont. En Ginebra y con mediadores extranjeros, para que quede claro que España no es una democracia capaz de tratar sus problemas en sus propias instituciones y fronteras.
Por eso el PSOE accede a esconderse en la muy neutral Suiza y vigilado por carabinas, como se imponía a las mocitas de antaño en edad de merecer. Tanto es así que el sanchismo ha inventado otro eufemismo para esos mediadores, que ahora son «acompañantes». O sea, carabinas. A Santos Cerdán ya sólo le falta que Puigdemont le cite en un vagón de tren en Hendaya o rodeado de lanzas en Breda –que le pilla al lado de Waterloo– para dar una pátina histórica a este chantaje secesionista. El contraste entre lo de este miércoles en el Congreso y lo del sábado en el conciliábulo de Ginebra es una anomalía que deviene en sonrojo para el buen nombre y prestigio de España en Europa y el resto del mundo. Todo en esa cita es impropio de un país que se tenga a sí mismo un mínimo de estima: el motivo, el escenario, los protagonistas y los invitados a tanto la sesión.
En otros países se conoce la vergüenza ajena como 'spanish shame' (vergüenza española, en inglés). La misma que muchos sintieron este miércoles y volverán a sentir este fin de semana. No será la última vez ni la peor.
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