Hidalgo acude a la tercera llamada y no niega contactos con Begoña Gómez

La primera, la asesora de La Moncloa que participó en gestiones con la Universidad Complutense de Madrid para la cátedra extraordinaria de la mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, Begoña Gómez, llegó acompañada de un abogado, puntual, para hacer acto de presencia en comisión de investigación, a lo que están obligadas todas las personas que sean citadas. El segundo, que había plantado este mes dos veces a la Cámara Alta, llegó incluso antes de tiempo y con ganas de terminar pronto su alegato. Fue cuanto dijo antes de perder el habla.

Álvarez acudió sobriamente vestida, de negro y sin nada ostentoso, y se sentó en la comisión de investigación con un aire de víctima, como si no debiese estar allí. En nada se parecía a la mujer que se dejaba ver en público con Gómez. Y nada dijo. «Las cuestiones por las que se interesan de mi declaración se encuentran judicializadas», alegó, y aguantó durante una hora y dieciséis minutos, con rostro serio y taciturno, el chaparrón de los senadores de Vox y PP, que intentaban sin éxito obtener respuestas sobre su papel en la cátedra bajo sospecha de la esposa de Sánchez. Como pasó después, la intervención del senador socialista fue un bálsamo de paz, centrado, como viene sucediendo en cada sesión del órgano, en tratar de desmontar el relato del PP acusándole de ofrecer «un espectáculo mediático, político y judicial».

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«Es 'El silencio de los correos'», ironizaban en el PP, sin duda bajo el influjo de algún senador cinéfilo y nostálgico de la celebrada película de Jonathan Demme de principios de los noventa. El 'interrogatorio monologuista' a Hidalgo, que había estado desaparecido de escena este mes, pero que este viernes quiso dejar claro que no había «huido» a ninguna parte, duró algo más. Una hora y media. La diferencia, el tiempo que este empleó en hacer una serie de «aclaraciones» a sus señorías, tras un comienzo como mínimo extraño, y después de las que se resguardó en el mismo mutismo que su antecesora en la comisión. Su rostro impertérrito y con la mirada perdida en el vacío parecía dejar entrever cierto sopor.

Los senadores del PP y la representante de Vox en el órgano pasaron de la indignación a la desesperación, hasta que se dejaron arrastrar a un clima casi cómico, con los parlamentarios parafraseando, con pitidos censores, algunas de las expresiones malsonantes de Hidalgo que constan en el sumario del caso Koldo. Empezó a preguntar la derechista Paloma Gómez y se topó con una respuesta inesperada.

«Si no se me permite hablar, me voy a acoger a mi derecho a no declarar», dijo Hidalgo, que había llegado acompañado por su jefe de prensa y vestido con cierto aire de bailaor flamenco. La estupefacción duró unos segundos, hasta que el presidente de la comisión, el popular Eloy Suárez, la disipó y explicó al compareciente que tenía derecho a hacer una intervención inicial, pero que simplemente le habían trasladado una pregunta. «¿Puedo ahora?», cuestionó Hidalgo y, siguiendo consejos de su abogado, formuló «aclaraciones».

Aclaró que no se reunió con Sánchez, sino que coincidió con él en un acto con veinticinco empresarios. Aclaró que es «falso» que hubiese dicho ante el juez de la Audiencia Nacional, donde declaró como testigo en septiembre, que no conocía a José Luis Ábalos ni a Koldo García. Y aclaró que no sostuvo entonces que no recordase reunirse con Gómez. La pregunta «torticera» que se le hizo desde las acusaciones, aseveró, fue «si recordaba con quién estaba el 24 de junio del 2020». «Yo no sé si ustedes, señorías, se acuerdan alguno de lo que hizo hace cuatro años. Creo que nadie. ¡Ni de la semana pasada!», incidió el ex consejero delegado de Globalia. Un «tono vergonzoso», se quejó el PP.

Hidalgo debió comparecer en la comisión el 7 de noviembre, primero, y el 22 de noviembre, después. El presidente del órgano se vio obligado a citarlo mediante edicto penal en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y este viernes, a la tercera, acudió por fin a la cita. Una nueva ausencia podía acarrear para él consecuencias legales. Pero el empresario defendió su honor, negó haber estado «huido» y garantizó que «siempre», en todo momento, se encontraba «disponible y localizable». Debió de ser casualidad, como publicó ABC, que cuando le llamaron a la comisión de investigación del Parlamento balear él se hallase en Botsuana para hacerse cargo de un espacio hotelero en una reserva natural. Ahora, tras convocatoria mediante edicto penal, envió una carta al presidente del Senado, Pedro Rollán, en la que facilitaba la dirección de su domicilio en Los Ángeles. Este viernes presumió de acudir «voluntariamente» a la comisión, pese a que le habían llamado, dijo, dos días antes, y no tres, como prevé la ley.