El Gobierno cede ante Junts para evitar una derrota total
El PSOE promete a los de Puigdemont competencias en inmigración para salvar dos de sus tres primeros decretos
Sánchez justifica sus nuevas cesiones en que «bien está lo que bien acaba»
Feijóo, en directo: rueda de prensa tras la aprobación de los decretos del Gobierno hoy
La fragilidad del Ejecutivo convierte el pleno en un caos y el empate en tres votaciones obliga a repetirlas

Otra vez un conejo en la chistera. Un acuerdo de última hora camuflado de nuevo en forma de cesiones al independentismo. Pacto alcanzado con Junts, que tras anunciar su negativa a apoyar los decretos, se abstuvo tras la promesa del Gobierno de ... varias concesiones que incluyen, entre otras, el traspaso de competencias en inmigración y la publicación inmediata de las balanzas fiscales. Trato que obró el milagro para el Ejecutivo, que evitó una derrota total y sacó adelante dos de los paquetes de medidas urgentes aprobados en Consejo de Ministros. Y no fueron tres, porque Podemos se empeñó en retratar a Yolanda Díaz, responsable última de la salida de los morados de Sumar, que se vengaron de alguna manera por el ninguneo de la vicepresidenta en los últimos meses.
La derrota del Gobierno, que desde el PSOE se trató de vender como una victoria, no esconde la fragilidad del Ejecutivo, lo que anticipa una legislatura llena de curvas. Cuatro años de inestabilidad, de dificultades para sacar adelante leyes y de equilibrios para mantenerse en La Moncloa. Un viacrucis para cualquiera… pero el hábitat preferido de este PSOE de Pedro Sánchez, acostumbrado a los funambulismos para gobernar el país. Así lo demostró también este miércoles, cuando logró convencer 'in extremis' a los separatistas catalanes para que tuvieran un gesto de gracia. Abstención -en las primeras votaciones evitó siquiera participar- que exhibe su papel decisivo en la legislatura. Yo mando. Y lo hago desde Barcelona, Madrid, Waterloo (Bélgica) o Ginebra (Suiza).
Aunque se supone que todos venían con su voto decidido, lo cierto es que la actividad fuera del hemiciclo resultó frenética durante toda la jornada. Llamadas, reuniones, declaraciones interesadas… todo valía para tratar de lograr un acuerdo que evitara la primera derrota del Gobierno en la legislatura. Un revés total que parecía seguro antes de comenzar el día, con el voto negativo anunciado por Junts y las dudas de Podemos, pero que no lo era tanto a medida que avanzaba la mañana. Cierto halo de optimismo que el Ejecutivo se encargaba de alimentar en los corrillos que se formaban en los pasillos, mucho más jugosos que lo que ocurría en la tribuna de oradores. Dentro se jugaba al despiste. Fuera, la partida era de ajedrez, con movimientos medidos y piezas que iban y venían.
Junts, actor principal de la película, ni siquiera compareció en sus dos primeras intervenciones para fijar posición. Más incertidumbre. Quizá no lo tenían claro o quizá querían darle una oportunidad al Gobierno, pero la espera alargó el suspense y fomentó las últimas negociaciones. Un intento a la desesperada que lideró Santos Cerdán, el interlocutor habitual de La Moncloa con Junts. Para convencer a Podemos, el PSOE envió a Rafael Simancas, que llamó a Lilith Verstrynge, secretaria de Organización de los morados, para apelar a su sentido de Estado.
Mientras en los despachos se decidía el sentido de la votación, en el hemiciclo se fijaban las posiciones. La del Gobierno, escenificada por Félix Bolaños, buscaba presentarse como víctima ante los ciudadanos. «Si no votan hoy a favor de estos decretos, mañana subirá la luz y bajarán las pensiones. Hagamos política útil y dejémonos de politiquerías», señaló el ministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes. Su discurso señalaba al Partido Popular y a Vox, pero también a Junts, aunque sin decirlo directamente, no se fueran a enfadar.
Se hizo de rogar Míriam Nogueras, que solo compareció para fijar la posición de Junts en el debate del tercer decreto. Ahí, la portavoz de los separatistas fue clara. «Si lo que quieren es resolver las necesidades de los ciudadanos, hagan el decreto sin trampas y tendrán los votos de Junts», señaló la portavoz, que dejó una pequeña puerta abierta al acuerdo de última hora. Una rendija por la que se coló de nuevo Santos Cerdán para resolver el problema y cerrar el pacto.
Lo hizo con otra concesión, la enésima, al independentismo. Esta vez, con el traspaso de las competencias en inmigración a la Generalitat y la publicación inmediata de las balanzas fiscales. También la supresión del artículo 43 bis en el texto de la Ley de Enjuiciamiento Civil -desencadenante de todo el conflicto entre ambos por su supuesta incidencia en la aplicación futura de la ley de amnistía- y la reforma de la ley de sociedades de capital para que las empresas puedan volver a Cataluña. Se hará, como reconoció la propia Nogueras en su discurso, con la modificación de los artículos 9 y 10, que obligaría a que las empresas tengan su sede donde realicen su actividad económica principal.
Por si fuera poco, Junts logró también diferentes medidas económicas como la supresión del IVA al aceite de oliva o la asunción por parte del Estado de todo el coste de las bonificaciones al transporte. Acuerdo que no se conoció hasta que se llevaron a cabo las votaciones. Un golpe de efecto cuando todo apuntaba al desastre total. Y todo, con las enmiendas a la totalidad de la ley de amnistía opacadas. Jugada maestra del Gobierno. Los textos alternativos de PP y Vox fueron rechazados por la Cámara Baja y levantaron ampollas en la derecha. Porque los de Santiago Abascal sí apoyaron la proposición de los populares, pero no al revés. Como remarcó Cuca Gamarra, caprichos del destino, el borrado de los delitos del 'procés' siguió tomando forma en el mismo hemiciclo, el del Senado, en el que se aprobó el artículo 155 de la Constitución para detener la declaración unilateral de independencia en 2017. Unas obras en el Congreso impiden que los plenos se celebren ahí.
El no de Podemos al decreto de Yolanda Díaz no pudo resolverlo el Ejecutivo. Los cuchillos de los de Ione Belarra apuntaban directamente a la vicepresidenta, con la que protagonizaron un encendido duelo durante el debate del segundo decreto. «¿Saben cuál es la diferencia entre ustedes y nosotros? Que ustedes van a anteponer sus siglas a los derechos de la ciudadanía», apeló Díaz. La repuesta de Podemos fue pedir de nuevo diálogo y que se reconociera por escrito «el error» que según ellos contenía este segundo decreto. Un supuesto recorte a las prestaciones que no apoyarían. No es no. El diálogo reclamado por Podemos durante días terminó llegando este miércoles y derivó en un pacto para apoyar dos de los tres decretos sometidos a votación. Todos menos el impulsado por la ministra de Trabajo. Para curar ciertas heridas hace falta más que una mañana de conversaciones.
El error durante la votación de Gerardo Pisarello, secretario de la Mesa y miembro de Sumar, hizo que se tuvieran que repetir tres. Entre ellas, el techo de gasto y la senda de estabilidad, que se aprobaron finalmente -con el voto a favor de Junts- y que abren la puerta a los Presupuestos Generales, una batalla que hará sudar al Gobierno, visto el sufrimiento para aprobar dos de sus tres primeros decretos.
Esta vez, el Partido Popular veía los toros desde la barrera. Asistían los populares al duelo del Gobierno con sus socios de investidura. Enfrentamiento de cara a la galería, mientras «se negocia en oscuros despachos» el futuro de España, decían algunos diputados del PP. Durante toda la jornada, los populares dejaron entrever que habría acuerdo y no estaban equivocados. «El Gobierno saldrá hoy derrotado o humillado», señalaban en referencia a la no convalidación de los decretos o a la penúltima concesión al partido del prófugo Puigdemont. Premonición que evitó la derrota total, pero que deja dudas tras confirmarse las dificultades para sacar adelante las normas.
Solo Junts falló, y a medias, porque logró lo que quería. El resto de socios sí que apoyaron las medidas impulsadas desde La Moncloa, pero lo hicieron con reservas. Con críticas. Primero por las formas, por introducirlas a través de un nuevo real decreto ley -fórmula abusiva, según recordó el PNV- y también por alguna de las medidas que revierten las ayudas introducidas en 2023. Así lo denunció el BNG, por ejemplo, pero también ERC. «No todo nos gusta, pero votaremos que sí por el bien de las personas».
Apoyo suficiente que evitó la derrota total del Gobierno. Aun así, fue la peor jornada desde que Pedro Sánchez fue investido hace solo cinco semanas. Incertidumbre que muestra la senda de espinas por la que tendrá que transitar los próximos cuatro años para sacar adelante cualquier medida.
«Bien está lo que bien acaba»
Al término del pleno, y en una breve declaración ante la prensa, el propio Sánchez cantó las excelencias de los dos decretos aprobados, aun 'in extremis', que a su juicio benefician «a las familias y las empresas» que, ha explicado, «van a seguir beneficiándose de la rebaja de los impuestos, tanto de los alimentos como de la factura eléctrica». También, señaló, a «los estudiantes» que verán rebajado el transporte público, y en general a todos los españoles por los 10.000 millones de euros de fondos europeos que «van a seguir permitiendo reindustrializar» España. «Bien está lo que bien acaba» sintetizó, tras una jornada parlamentaria de infarto. El presidente, además, volvió a arremeter contra el PP, que en su opinión no está conectado con «la mayoría social» y que antepone a ello «sus intereses partidistas».
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