El tesoro 'secreto' de Jerusalén abandona su sanctasanctórum en una visita «única» en España
Cerca de cien ofrendas de las casas reales de Europa custodiadas por medio milenio se exhiben en Santiago
El arte de revivir instrumentos de miles de años
Durante unos quinientos años, desde la Edad Media, se hizo habitual que las casas reales católicas de Europa enviasen obsequios a la Basílica del Santo Sepulcro, en Jerusalén, para reforzar sus vínculos con las órdenes religiosas de la Tierra Santa. Una colección de ofrendas de oro y plata, obras de los mejores artesanos, que, sin embargo, constituye hoy un patrimonio muy poco conocido: creadas «para los ojos de Dios», apenas han visto la luz en exposiciones.
Ahí entra la proyección de la nueva sección histórica del Terra Sancta Museum, en la ciudad vieja de Jerusalén. Las piezas que habían permanecido veladas durante siglos, en una suerte de sanctasanctórum que abandonaron en contadas ocasiones, verán la luz para visitar cuatro museos del mundo en una puesta de largo ante el público. Uno de ellos, el Gaiás, en Santiago de Compostela, abre este viernes las puertas de la muestra 'Tesoros Reales. Obras maestras del Terra Sancta Museum', que podrá visitarse «por primera y única vez» en España hasta el 4 de agosto.
Son, en total, más de cien piezas las que la componen. Noventa y cinco, del tesoro jerosolimitano, que llegaron la pasada semana a Santiago, tras viajar desde el Museo Calouste Gulbenkian (Lisboa), en Portugal, donde fueron exhibidas entre noviembre y febrero. Completan la colección otras de instituciones gallegas, como el Museo de las Peregrinaciones o el Convento de San Francisco, que ensalzan el «nexo» que une los grandes destinos de peregrinación, caso de Jerusalén y Santiago; y también de otras, foráneas a Galicia, como el referido museo portugués.
En conjunto, las obras representan un valor histórico y artístico incalculable, y entre ellas se cuentan cálices, retablos, vestimentas, altares y joyas elaboradas en oro, plata y piedras preciosas. Varias piezas superan los 250 kilos y los cuatrocientos años de antigüedad y, en sus siglos de historia, raramente han salido de Jerusalén: la última vez, en 2013, hace cerca de una década, fue con motivo de una ambiciosa exposición en el Palacio de Versalles. Cuando reposan en el templo, de su salvaguarda se ocupa la Custodia Franciscana de Tierra Santa, una orden de frailes con ochocientos años de historia consagrada a la protección y conservación de los santuarios cristianos.
El historiador, profesor y divulgador Miguel Cajigal, alias 'El Barroquista', confirma a ABC que las de la muestra son piezas que no han tenido prácticamente recorrido en toda su historia y que «ahora se están, prácticamente, enseñando por primera vez a ojos del público». Fueron pensadas para permanecer en el Santo Sepulcro, tributos que exhibiesen el poderío y la fe de las distintas monarquías europeas. En su momento, no se contemplaba su traslado ni que ojos externos a la Iglesia llegasen a posarse sobre ellas, de ahí lo insólito de la propuesta.
«Una cápsula al pasado»
«Son piezas de una riqueza extrema en las que se unen la devoción de los reyes y reinas europeos y ese deseo de destacar, de no ser menos que 'el monarca de al lado'», abunda Cajigal. Tal costumbre, al perpetuarse con el paso de los siglos, dio lugar a un inventario de obras exquisitas, encargadas a los mejores artesanos de cada época. «Incluso podemos hablar de 'artistas'», considera: «Cuando pensamos en el arte del pasado, pensamos en la pintura o la escultura, porque es lo que se ha conservado mejor (...). Lo que viene a esta exposición, que es orfebrería, fundamentalmente joyas; y ajuar litúrgico, vestimentas, es en lo que [los fabricantes] realmente ponían el empeño«.
Son elementos que, sin embargo, han sufrido con el paso del tiempo y no abundan hoy en día. «La ropa se deteriora mucho, y, como estos bordados están hechos con hilo de oro y de plata, en asaltos, revoluciones y guerras se fundían o se destruían para sacar dinero. No quedan tantos ejemplos espectaculares ni en los propios reinos, paradójicamente«, lamenta el historiador. La muestra presenta piezas de España, Nápoles o Francia, donde, expone, »no se conserva joyería de esa época en tan buen estado«: buena parte se fundió para financiar las guerras de Luis XIV, y durante la revolución desaparecieron la mayoría de las obras restantes. El hecho de que los monjes franciscanos fuesen capaces de guarecer el tesoro de la destrucción que trajeron los conflictos en Tierra Santa a lo largo de los siglos es un espejo de su grado de entrega a su misión. Para Cajigal, que la exposición recale en España supone «una oportunidad única» para admirar de cerca la artesanía de elaboración más fina de hace cientos de años: «Es casi como abrir una cápsula al pasado. Como si hubiese una habitación llena de joyas que nadie ha visto y, de repente, la abrimos y descubrimos cosas que no sabíamos que existían».
Destinos de peregrinajes
Santiago, Roma y Jerusalén son los tres grandes pilares de la peregrinación cristiana, y la muestra también plasma la narrativa de este vínculo a través de ciertas piezas, como un grabado de la urbe romana, una de las aportaciones del Museo de las Peregrinaciones. Según relata su directora y comisaria local de la exposición, Esperanza Gigirey, una primera parte habla de Jerusalén como centro de la cristiandad y en la época de Jesús, que incorpora «tres monedas y una lucerna de arcilla del s. I»; otra zona repasa la creación y los inicios de la basílica del Santo Sepulcro, y se dedica un espacio a la historia de los franciscanos en Tierra Santa, su acogida a peregrinos y su contribución al desarrollo de la artesanía, que brindaba a muchas familias cristianas un modo de ganarse la vida.
Tras dejar Santiago, la colección girará por Italia y Estados Unidos, antes de volver a Jerusalén, donde permanecerá una vez se abra el nuevo museo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete