Hazte premium Hazte premium

Sumar: el enésimo juguete roto de Yolanda Díaz

Los malos resultados en los últimos procesos electorales y la dimisión de Díaz como coordinadora de Sumar evoca no pocos hitos de su vida política en Galicia

Yolanda Díaz, este pasado viernes en Pamplona EDUARDO SANZ (EP)
José Luis Jiménez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace varios años, un viejo rival político en Ferrol le concedió a Yolanda Díaz la virtud de «ver venir las cosas» y adoptar decisiones antes de que ocurriesen. A la vista de la sacudida que ha sufrido Sumar en estas pasadas elecciones europeas, a la vicepresidenta y ministra de Trabajo parece estar fallándole la vista, porque las señales llevaban siendo claras desde las gallegas de febrero, y sin embargo el barco rosa se fue contra las rocas. En sus últimos quince años de carrera política la caracterizó ese don de la oportunidad, ese fino olfato para cambiar de caballo antes de que el suyo exhalara el último aliento, exangüe.

Lo hizo en Ferrol, donde inició su carrera política en Esquerda Unida (EU), de la mano del histórico Fernando Miramontes al que acabó desplazando para liderar la candidatura local. Llegó a conformar en 2007 un gobierno bipartito con los socialistas del alcalde Vicente Irisarri que le duró poco más de un año. La convivencia era insoportable, cuentan quienes la vivieron desde dentro.

Como IU intentó llegar en varias ocasiones al Parlamento de Galicia. Nunca lo logró. Hasta que se alió con Xosé Manuel Beiras y sus 'irmandiños' de Anova, que habían abandonado en 2012 el BNG dando un sonoro portazo. Fraguaron Alternativa Galega de Esquerda (AGE), una matrioska primigenia donde no solo entró Beiras, sino también EU, Equo y Espazo Ecosocialista. A pesar de las prisas y las limitaciones presupuestarias, lograron 200.000 votos y fueron terceros en las autonómicas de 2012, adelantando al Bloque.

Con toda una legislatura por delante, Beiras y Díaz van fabricándole una carcasa aún mayor a su muñeca rusa, y en ella caben los que fundaron AGE pero también Podemos –que acababa de nacer–, minorías del nacionalismo de izquierdas con distinto grado de radicalidad y las 'mareas municipalistas', que habían asaltado los cielos de La Coruña, Santiago de Compostela y Ferrol. En las generales de 2015, En Marea logra más de 400.000 votos y 6 diputados en el Congreso, entre ellos Díaz. En las autonómicas del año siguiente desbancan al PSOE como primera fuerza de la oposición. El candidato de las gallegas fue Luís Villares, un magistrado de corte progresista y galleguista que se dejó querer, y sirvió para acallar la pelea entre Díaz y Beiras por ver quién era el candidato. Pero Villares salió respondón, y no se dejó tutelar, lo que acabó condenándolo a ser víctima de no pocas maniobras para segarle la hierba bajo los pies. Díaz y Beiras acabaron mal su relación política.

«Yolanda nunca creyó en En Marea como sujeto político propio», asegura un testigo directo de aquellos años, «quería un espacio subalterno a Unidas Podemos en Madrid». En el grupo parlamentario morado acabó la hoy vicepresidenta, para disgusto de Alberto Garzón, coordinador de IU, antes del inevitable y famoso 'pacto de los botellines'. Díaz ya había abrazado el 'pablismo': la otra izquierda desbordaba a la vetusta organización de Julio Anguita, y había que evolucionar o morir. La relación de la ferrolana con Pablo Iglesias venía de lejos: este ya había sido asesor en la campaña de AGE. Eran días de vino y rosas. Más adelante llegarían la resaca y las espinas.

Su cénit político coincidió con su ascenso al Ministerio de Trabajo, de la mano del gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, con Iglesias de vicepresidente. Pero al tiempo que su perfil político nacional crecía, en Galicia la muñeca En Marea se consumía entre las llamas de las ambiciones de unos y otros. En 2020 desapareció del parlamento gallego, las mareas municipales perdieron su capital –y sus alcaldías–, y el BNG conquistaba ese espacio político. Galicia pasaba a ser tierra quemada. «En el desastre de En Marea tuvo mucho que ver Yolanda, pero también Pablo Iglesias y Echenique», apostilla una persona que conoció desde dentro el colapso de la plataforma.

Sánchez, el antagonista

Díaz ya estaba en Madrid, en otro tablero distinto, gozando de altos índices de popularidad y de que analistas como Iván Redondo llegaran a situarla con opciones para ser la primera presidenta del Gobierno de España. «Cuando Redondo escribió aquello parecía una sobrada», reconoce un antiguo colaborador, «pero es que Yolanda estaba en su mejor momento, y tenía una perspectiva de crecimiento que hoy no tiene. Las cosas pasan tan rápido que hoy estás aquí arriba y mañana caes a ser la cuarta menos valorada, sin haber cambiado tanto».

Díaz empezó a perfeccionar su proyección pública, a extirparle las aristas que el imaginario pudiera imputarle a una figura procedente de filas comunistas. «Era disruptiva con las formas de la izquierda más tradicional, era un estilo que buscaba ser más transversal» y salirse de su nicho, apunta este excolaborador. Sin embargo, al mismo tiempo, «esa imagen de ser demasiado amable, demasiado seguidista del PSOE, es molesta para el votante potencial de ese espacio político, que quiere más confrontación con los socialistas». La dialéctica de la 'izquierda cuqui' tenía pros y contras, aunque esta persona reconoce que Díaz «es una mujer con carácter», no siempre coincidente con el personaje creado.

Las distintas marcas y plataformas de Yolanda Díaz en el pasado tenían una característica común: estaban construidas desde la fría oposición. Sumar, por el contrario, nace con ella cómodamente instalada en un ministerio y con muchos cargos orgánicos refugiados en la estructura gubernativa. Algún viejo conocido de sus años de Ferrol va un poco más allá. «Sumar nace desde Moncloa, no es un experimento en la sede del PCE», propiciado por el interés de Pedro Sánchez «en acabar con Pablo Iglesias y Podemos», que generan demasiado ruido en la acción del Gobierno, con patinazos como la ley del sí es sí o la ley trans. Y una vez expulsados los morados de los cielos, desterrados al grupo mixto en el Congreso, Sánchez da un paso más al empezar a interpelar al electorado tradicionalmente a la izquierda del PSOE. Fue su caladero el 23J y, de nuevo, en estas europeas.

«Yolanda por fin ha encontrado un personaje político como ella, pragmático, estratégico y manipulador», añade esta voz, «porque Sánchez es la horma de su zapato, y la acabará llevando en sus listas para cogerle los últimos decimales de voto y darle la puntilla definitiva a Sumar», llegado el momento. «Se le está poniendo cara de Rosa Aguilar», malicia.

La cuesta abajo

Hubo un espejismo en las generales de 23J. Sumar se convertía en la matrioska definitiva de la izquierda alternativa, con Díaz como rostro y referente absoluto. En Galicia logró ser tercera fuerza adelantando al BNG, sin apenas implantación territorial ni estructura organizativa. «Ahí lo determinante fue el contexto polarizador, la izquierda se movilizó para evitar un gobierno del PP y Vox», añade un excolaborador de Sumar. Pero en las autonómicas de febrero el contexto volvió a ser otro. «Yolanda tenía un horizonte político claro, pero se fue desfigurando».

Díaz llamó a la puerta de Martiño Noriega, pupilo de Beiras y exalcalde rupturista de Santiago, para que liderara la candidatura de Sumar a las autonómicas. Los viejos rencores pasaron factura. Noriega no solo no quiso sino que escenificó junto a Beiras un acercamiento al BNG. «Yolanda quiso darle un coche sin frenos a un señor que estaba a otras cosas», cuenta un próximo a Noriega. Díaz tuvo que sacrificar a Marta Lois, una amiga muy cercana y cuestionada portavoz en el Congreso. No llegó a 30.000 votos. País Vasco fue mal; Cataluña también. La puntilla fueron las Europeas. En Galicia, Sumar obtuvo la mitad de votos que Vox, y solo 500 más que Alvise. «Reconstruir el espacio político en Galicia es imposible corto plazo, y muy difícil a medio», añade este excolaborador.

Entonces y ahora, aun con el aura por momentos frívola y vacía que la rodea, «Díaz sigue siendo una enferma del trabajo». «En campaña [de las gallegas] la vi cansada, a veces desesperada porque las encuestas no eran positivas». El resultado fue un duro varapalo. No logró ser profeta en su tierra, ni siquiera en su pueblo. No tenía ni siquiera un espacio político que integrar en Sumar con el que hacer contrapeso a Más Madrid, Compromís o los Comunes. Pudo haber sido en Marea, pero esa matrioska había saltado por los aires, fruto de tensiones por el poder, el horizonte que ahora amenaza a su fracasada fórmula rosa.

Yolanda Díaz anunció esta semana su dimisión como coordinadora general de Sumar. Sus excompañeros en Galicia relativizan el paso dado. «No creo que ambicionara el título ni que tuviera ganas de ser coordinadora, porque eso tampoco implica tener mayor capacidad de mando o más poder orgánico», exponen, «Yolanda va a seguir liderando ese espacio político desde el Gobierno», pero sin soltar amarras con Sumar, «porque es su criatura, es su marca». Y si ha ido mal «las culpas no son nunca de una sola persona, influye el contexto, como sucedió en Galicia; deben abandonar el cesarismo, rebajar las estructuras jerárquicas, y que haya un espacio más plurinacional, precisamente lo que nunca hubo en En Marea».

En esta España que pasa del amor al odio de la noche a la mañana no hay que dar por amortizada a Yolanda Díaz. «No tiene el capital político de hace dos años, pero es recuperable», advierte esta voz desde dentro de Sumar, y si hubiera elecciones generales a corto plazo –¿quizás para aprovechar una reedición de las catalanas?– «yo creo que ella sería la candidata, porque no hay tiempo para articular una alternativa». Así que puede que aquella profecía de su rival de Ferrol vuelva a cumplirse, y este paso atrás sea pura táctica para volver a ser el mascarón de proa de su barco rosa, si es que consigue reflotarlo.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación