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La sentencia que esperaba una comarca: «Nadie nos va a amargar el júbilo»

Los trabajadores de la planta vuelven a mirar hacia el futuro tras ratificar el Tribunal Supremo la permanencia de Ence en Pontevedra. Cuatro empleados cuentan cómo vivieron, sumidos en la incertidumbre, el último año y medio en sus vidas

Omar, Santiago, Olatz y Jacky, con la nave de Ence y la ría tras ellos MIGUEL MUÑIZ

Pablo Baamonde y José Luis Jiménez

PONTEVEDRA

Viernes por la mañana; los primeros rayos de sol asoman al filo de las colinas que envuelven la ría de Pontevedra. Poco antes de que la luz cubra por completo la silueta que dibuja la nave de Ence, en la orilla sur, llegan cuatro personas ... que sonríen sin disimulo. Son trabajadores de Ence, afectados por el largo impás con el que se han visto obligados a lidiar los miles de empleados vinculados a la pastera en Galicia. Santiago Cerqueiro y Omar Vázquez trabajan en la cadena productiva de la fábrica; Olatz Mayobre y Jacky Tahitua Tupai son empleados en empresas auxiliares. Todos ellos pueden, junto con los 5.000 empleos que giran alrededor de Ence, volver a fijar su mirada en el futuro después de conocer la sentencia del Supremo, que da luz verde a que la factoría permanezca en la marisma de Lourizán hasta 2073. Y con ellos, el resto de la plantilla comienza a contemplar un mañana en el que no tiene por qué temer que su empleo, su medio de vida, se esfume súbitamente.

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