El rescate del Pitanxo: «Su patrón se reía» con 21 muertos bajo el agua
En el aniversario del naufragio de Terranova, dos tripulantes del Playa Menduiña Dos detallan a ABC cómo socorrieron a los supervivientes, cómo recuperaron algunos cadáveres y lo que sucedió a bordo en las horas posteriores
![Marcos y Juan, contramaestre y marinero del Playa Menduiña Dos, esta semana en Bueu (Pontevedra)](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/02/11/1461485031-REYk8FV8oKgTF1aDfn3yRtJ-1200x840@abc.jpg)
El pesquero Playa Menduiña Dos regresó el pasado domingo a su puerto base tras varios meses en los caladeros de las frías aguas de Terranova. En los días sucesivos, mientras en el muelle de Cangas do Morrazo los operarios descargaban las capturas, su tripulación comenzaba a disfrutar de unas merecidas semanas de descanso en tierra, junto a familiares y amigos, antes de echarse de nuevo a la mar. Pero hace casi un año, una de esas rutinarias mareas estuvo marcada por la heroicidad y la tragedia: el Playa Menduiña Dos regresaba entonces a Cangas entre aplausos tras rescatar a tres supervivientes de un accidente, el del Villa de Pitanxo, que despertó en Galicia viejos fantasmas de naufragios, huérfanos y viudas prematuras. Ahora, a pocos días del primer aniversario del hundimiento, dos tripulantes del Menduiña ofrecen a ABC detalles del rescate y de las posteriores horas a bordo: «Lo que sucedió, no lo vamos a olvidar en la vida».
Lo que aconteció desde que la madrugada del 15 de febrero de 2022 el Menduiña recibió la alerta, hasta que unos días después el buque atracó en el puerto canadiense de San Juan de Terranova, lo relatan al unísono a este diario dos protagonistas del rescate: Marcos, contramaestre del Menduiña, y Juan, uno de los marineros. Las señales intermitentes que llegaban de la radiobaliza del Pitanxo evidenciaban que algo grave sucedía al buque compatriota. «Aunque no estábamos cerca, cuando saltó la alarma recogimos todo y empezamos a navegar hacia ellos», explica Juan. Tardaron tres o cuatro horas en llegar. Allí estaba ya el Novo Virgem da Barca, un pesquero portugués que ayudaba en la búsqueda, pero ni rastro del Pitanxo. Su casco ya había sido engullido por las aguas.
El parpadeo de las balsas
La única esperanza de encontrar a algún superviviente en la noche pasaba por vislumbrar el parpadeo de las luces de los botes salvavidas. Dieron con el primero. Malas noticias: no solo estaba vacío, sino que su estado evidenciaba que a ningún tripulante le había dado tiempo a subirse. «Estaba intacto, saltó por la presión al hundirse el barco». Una versión muy distinta a la que horas después dio el patrón del Pitanxo, Juan Padín, rescatado –ya lo adelantamos– en el segundo de los botes salvavidas. Cuando Ramón Porto, capitán del Menduiña, preguntó a Padín, ya a bordo, por el resto de sus tripulantes, su homólogo en el Pitanxo aseguró que estaban «en la otra balsa». «Pero eso es imposible, ¿se iban a tirar al mar para congelarse?», ironiza Juan. Era la primera de las incoherencias –ya lo avanzamos también– en las que incurriría Padín en las horas posteriores. Porto, capitán del Menduiña, declinó amablemente hacer declaraciones porque prefiere «pasar página».
![El pesquero Playa Menduiña Dos, esta semana atracado en el puerto de Cangas do Morrazo (Pontevedra)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/02/12/1461485027-kc4B--624x350@abc.jpg)
No había amanecido todavía cuando encontraron el segundo de los botes. El Menduiña hizo sonar la bocina y desde la balsa del Pitanxo unos brazos en alto devolvieron el saludo. Fue precisamente Marcos, el contramaestre, quien junto a Fernando, un marinero que conocía bien a la tripulación del Pitanxo porque había trabajado con ellos, se lanzó en una balsa para socorrer a los supervivientes del naufragio.
Había tres tripulantes vivos: Padín y Eduardo Rial -su sobrino y también marinero-, que permanecían dentro del bote, vestidos con trajes de supervivencia. Y de pie, sobre el techo de la balsa, con el torso desnudo, Samuel Koufie, un marinero ghanés que trataba de mantenerse en la superficie para no morir congelado. En el agua, flotaban los cuerpos sin vida de otros cuatro tripulantes que Samuel había atado con cabos a la balsa para que no se los llevara la corriente. Ninguno de ellos llevaba traje de supervivencia.
Lo primero que hicieron fue evacuar a los tres tripulantes vivos hacia el Menduiña para que se diesen un baño caliente. A continuación subieron los cadáveres a cubierta, pero Marcos y otro compañero no dejaron de rastrear en busca de algún marinero más, con o sin vida. No hubo suerte, aunque luego otros barcos recuperaron cinco cuerpos más. En total, se hallaron los cuerpos de nueve de las 21 víctimas mortales.
Marcos y Juan coinciden en señalar que, después de unos primeros momentos en los que los tres supervivientes estuvieron en 'shock', la actitud de Padín y la de su sobrino no tardó en empezar a chirriar. «No era normal la manera en la que estaban a bordo, de risas, con los cadáveres allí en cubierta. Estaban más afectados los de nuestro barco que ellos dos», lamenta Marcos. Juan lo corrobora: «Yo no entiendo cómo te pasa eso y puedes estar así. Acabas de perder a veintitantos tíos y tú ahí, 'ji, ji, ja, ja', como si no pasara nada». También desconcertó en el Menduiña que Padín solo se acercase a los cadáveres de sus tripulantes cuando la empresa armadora del Pitanxo, el Grupo Nores, le ordenó identificarlos. Al anochecer, marineros del Menduiña llevaron los cuerpos a las cámaras frigoríficas y rezaron por los fallecidos. Pero el capital del Pitanxo y su sobrino «no aparecieron por allí». «Esa actitud me chocó, desde entonces no quise relacionarme con ellos», explica Juan. Padín y Rial pasaron casi toda la travesía en el puente de mando, aunque alguna vez sí bajaban al comedor. «Pero no echaron una mano en nada», lamentan sus rescatadores. ABC ha contactado con los responsables del Grupo Nores y con el entorno del patrón del Pitanxo para conocer su versión de los hechos, pero ni unos ni otros han querido hacer valoraciones.
Muy distinta fue la forma de actuar de Samuel a bordo del Menduiña. Su tristeza contrastaba con «las risas» del patrón y su sobrino, según coinciden Marcos y Juan. «Las cuatro o cinco horas primeras horas, Samuel estuvo sin moverse, sin reaccionar, en la proa mirando el mar por el portillo –ventana–«. «Estaba jodido, normal, lo que le pasaría a cualquiera», apostilla Marcos.
Versiones del naufragio
Con el paso de las horas, el marinero de origen ghanés iba recomponiéndose y «poco a poco» fue dando detalles del naufragio. Según explicó, el barco se escoró porque las redes, cargadas con la capturas, habían quedado encalladas. El pesquero «empezó entonces a meter agua para adentro». Samuel aseguró que el patrón no llegó nunca a dar la orden de soltar los copos, una maniobra que habría podido ayudar a enderezar el pecio. «Lo que pasó en el barco no lo sé, nosotros no estábamos allí. Pero lo que Samuel contó fue eso, y para mí es bastante creíble«, concluye el contramaestre del Menduiña en conversación con ABC.
Más inconsistentes fueron, a juicio de Marcos y Juan, los relatos de Padín y Rial sobre el accidente: «Dieron versiones diferentes, no cuadraban las cosas». La última, que el barco había quedado a la deriva después de una parada repentina del motor. Marcos y Juan personalmente no oyeron esa conversación, pero aseguran que compañeros del Menduiña fueron testigos de cómo Padín «amenazó» a Samuel para que ante las autoridades secundase la versión exculpatoria de la supuesta parada del motor –una tesis que hizo suya la empresa armadora–. Marcos y Juan, que ya declararon ante Guardia Civil y la Audiencia Nacional en la causa abierta por las supuestas responsabilidades de Padín en el naufragio, consideran que al patrón del Pitanxo la situación «se le fue de las manos». Y añaden: «Todos queremos más capturas, pero hay un punto del que no puedes pasar. La avaricia rompe el saco».
![Fotografías de los tripulantes del Villa de Pitanxo desaparecidos, en una imagen de archivo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/02/12/1448196251-kc4B--624x350@abc.jpg)
La tripulación del Menduiña recibirá este lunes en la localidad pontevedresa de Marín, puerto base del Pitanxo, un homenaje organizado por Xunta en reconocimiento por el rescate. «Es muy merecido», constata a ABC María José de Pazo, hija de una de las víctimas del naufragio, que en nombre del resto de familias muestra su «agradecimiento infinito» a los tripulantes del Menduiña por su «honradez y valentía». Además, «a Samuel lo protegieron y lo trataron muy bien», añade De Pazo.
Un año después del naufragio, Samuel continúa de baja y se mantiene alejado de los focos, aunque es posible que en el homenaje al Menduiña hable por primera vez en público. Según explica a ABC su entorno, Samuel les agradece «cómo se comportaron con él a bordo, animándole y dejándole sus teléfonos para hablar con su familia«. En Marín se repetirán, aunque multiplicados, los aplausos que el Menduiña recibió cuando meses atrás el buque echó amarras en Cangas tras el rescate.
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