Miguel Tellado, el portavoz 'dinamitero' para echar abajo el muro de Sánchez contra el PP

Miguel Tellado (Ferrol, 1974) atesora no solo experiencia orgánica, sino también en el funcionamiento de la administración pública. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Santiago, comenzó como jefe de prensa del Ayuntamiento de Ferrol (2003-2007) durante el mandato del popular Juan Juncal -donde coincidió con la Yolanda Díaz concejala de IU-, posteriormente saltó al gabinete de la conselleira de Trabajo, Beatriz Mato, para regresar en 2015 a la ciudad ferrolana de la mano de José Manuel Rey Varela, al que acompañó en su primera etapa como regidor en el consistorio llevando también los asuntos del gabinete. Fue precisamente Rey Varela quien lo situó en las listas del Parlamento de Galicia en las autonómicas de 2012, y ahí empezó a situarse bajo el radar de Alberto Núñez Feijóo. Dos años más tarde lo eligió como portavoz del partido; y en mayo de 2016, lo asciende a secretario general del PP gallego. A Tellado se lo comunicó la noche antes, no como una consulta sino como un hecho consumado. Nadie más lo sabía. Los secretismos de Feijóo ya eran tradición en el partido.

En la sala de máquinas del todopoderoso PP galaico, Tellado se puso al frente de las campañas electorales que brindaron a Feijóo su tercera y cuarta mayorías absolutas (2016 y 2020), y sobre todo reforzó la imagen de unidad interna en el partido, que había zozobrado en el tramo final del 'fraguismo' por la pelea entre el sector urbano y el rural. También puso coto a las injerencias de Génova durante la etapa de Casado en la gestión y diseño de las campañas. En aquellos carteles la marca era 'Feijóo' y no el PP, que aparecía desdibujado, una fórmula que ya se había empezado a usar en 2012. Lo que entonces fue llamativo a nivel nacional dejó de serlo cuando la siguiente en emplear esa fórmula fue Isabel Díaz Ayuso.

Tellado -bajo mandato de Feijóo- fue el encargado de hacer descarrilar con Ciudadanos en 2020 una hipotética 'Galicia Suma', negociación que solo se inició por petición de Pablo Casado. Mientras que Génova propiciaba el entendimiento con los naranjas, en Galicia se buscó todo lo contrario: su desaparición del mapa político. Cuando poco tiempo después irrumpió Vox, la estrategia fue exactamente la misma, achicar los espacios para desactivar su posible implantación. De esa ocupación de todo el espectro del centro-derecha gallego se deriva que los de Abascal solo tengan a día de hoy un solitario concejal en un pueblo del Orense rural en toda la Comunidad.

La intención de Feijóo al nombrarlo fue que su secretario general ejerciera a tiempo completo, sin ningún otro cargo. Eso llevó a que, por ejemplo, Tellado no fuera portavoz en el legislativo autonómico, puesto que entre 2009 y 2023 desempeñó Pedro Puy. Uno y otro son dos perfiles contrapuestos pero complementarios: Puy, más moderado y dialogante; Tellado, duro látigo contra la oposición. La mayoría de gobierno agradecía más los modos institucionales de Puy -hoy diputado en el Congreso-; pero en la gélida oposición de ahora se antoja más necesario el tizón ardiente del diputado ferrolano. que ya se estrenó en las últimas semanas reclamando que Sánchez se fuera del país «en un maletero».

En Galicia, Tellado se fue configurando como una persona de la máxima confianza de Núñez Feijóo, que llegó a dibujarlo como «el Iniesta del PPdeG», no por su finura dialéctica sino más bien por su capacidad para vertebrar el juego y el discurso del partido. Tras la crisis del PP de Pablo Casado en febrero de 2022, la marcha de Tellado acompañando a su jefe a Madrid fue dada como lógica. Estaba llamado a ser el hombre de Feijóo en Génova, el que conociera todos los vericuetos de un partido que no estaba hecho a su imagen y semejanza -como sí ocurría en Galicia- sino que era la suma de todos sus predecesores. Tellado ha sido el encargado no solo de llevar la palabra de Feijóo a los distintos territorios, sino de sofocar los problemas internos derivados de la gestión de Teodoro García Egea.

En estos 15 meses ha sido, de facto, el número 3 del partido. Su mano está detrás -por ejemplo- del giro de María Guardiola, que pasó de denostar a Vox a firmar con este partido una coalición de gobierno. La hoy presidenta extremeña estuvo a punto de dimitir; Tellado le hizo entender la oportunidad única para hacer política que tenía ante sí. Pero también en las conversaciones a nivel nacional con Vox para fraguar los distintos ejecutivos autonómicos. Hombre práctico y pragmático, no es de los que les tiembla la mano a la hora de tomar decisiones.

Del nuevo portavoz parlamentario del PP se reconoce, sobre todo, la lealtad inquebrantable a Feijóo y su ausencia de ambiciones. No anhela ser cargo ni optar a candidatura alguna futura. Durante los meses de precampaña del 23J, cuando se daba por hecha una mayoría suficiente para alcanzar el Gobierno, quien más y quien menos en el PP se ofrecía para uno u otro cargo en la estructura de la administración. Tellado confesaba que su única intención era poder volver a Galicia, donde residen sus dos hijos, que no le acompañaron cuando tuvo que dar el salto a Madrid. Tras el varapalo del 23J, fue uno de los pocos que permaneció en Génova hasta mediados de agosto junto a su jefe, en el duro proceso de asimilación del amargo resultado. «Nos metimos en la niebla y nos falló el GPS», suele usar como ilustración para explicar lo sucedido en la campaña.

Cuando la agenda se lo permite -cada vez menos- se escapa a su Ferrol natal. En la playa de Miño ha encontrado un retiro casi terapéutico, tanto para desconectar como para hacer ejercicio. Este verano apenas pudo refugiarse aquí una semana en agosto, tras los sofocos por el 23J. «Cuando aceptas un cargo que te gusta, después tienes que aceptar uno que no te gusta», suele decir como filosofía que debiera articular la vida interna de los partidos; «si crees que cuando te nombran aciertan, también tienes que entender que aciertan cuando te cesan», apostilla como corolario. En el PP se reconoce su entrega y dedicación, siempre al servicio de las siglas; sus subordinados, además, reconocen su capacidad para ser empático y generar un buen ambiente de trabajo, incluso en las circunstancias más adversas.

Forma parte del núcleo de colaboradores que Feijóo se llevó de Galicia en su salto a Madrid, y que es capaz de seguir su endiablado ritmo de trabajo. Ahora, el líder nacional del PP le da un puesto no solo de responsabilidad sino también de visibilidad para un férreo marcaje al Gobierno desde las Cortes. Pocos saben que es Primer Dan de Judo, disciplina que le va a servir para el cuerpo a cuerpo con la mayoría Frankenstein que le espera en la Carrera de San Jerónimo. «El judo es aprender a utilizar la fuerza del rival en su contra», explica cuando se le pregunta por su etapa judoka. No es mala enseñanza para lo que le viene por delante. Tellado, muy probablemente, no pase desapercibido.