El Garabato del Torreón
Ritos e imposturas
La jornada del 25 de julio es indefectiblemente muestra de desfachatez y golfería
Llevado de la manita por Pedro Luis de Gálvez, hace años que sigo los pasos literarios de su resurrector, Juan Manuel de Prada. Siempre aprendo algo. Y siempre me admiran su pluma, su obstinación en resistirse al dogma, ubicuo e inflexible, de la corrección política, ... y su obsesión por no renunciar al envés en favor del haz.
Así como la vida de muchos exiliados españoles (empezando por el ilustre Marañón y siguiendo por Picasso, el maltratador) en la Francia ocupada puso en evidencia la fragilidad de las ideologías y la elasticidad de los principios, también entre nosotros hay en las que quedan expuestos el descaro y la inverecundia de cuantos se refugian en la política como quien se arrima al puchero en busca de caldo y tajada.
La jornada del 25 de julio es indefectiblemente muestra de desfachatez y golfería. Los bergantes (género masculino, femenino o acuoso) se reparten entre Castelao, Rosalía y la pancarta al aire. Ver al secretario general del PSdeG (Partido Sanchista de Galicia) y a media docena de mamporreros al pie del busto de Castelao en Rianxo produce tanta indignación, si no más, que la que suscita la presencia de unos filibusteros del PP ofrendando la consabida corona floral en la tumba de Rosalía, a estas alturas de la vida más vapuleada (su memoria, claro) que una estera y más falsificada que un billete de 14 euros. La zarrapastrería nazional/popular se había adelantado 24 horas a la doble oblación, de modo que el día 25 de julio tocó manifa. Cada pancarta abriga a unas cuantas docenas no se sabe si de ilusaos o de ignaros supinos.
Pensar que la triada oferente del día 25 en Compostela se repartió entre Xosé Manuel Beiras, no se sabe si momificado o resucitado, José Ramón Gómez Besteiro y Alfonso Rueda, es suficiente para que uno añore los tiempos en que el Día de Santiago se quedaba en la fiesta recordatoria de la batalla de Clavijo y el festejo se limitaba a un rancho extraordinario en los cuarteles de Caballería.
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