Españoles: Franco ha vuelto
Supongamos que aparece sentado en su despacho de El Pardo. ¿Se imaginan a Sánchez llevando los calzoncillos a la tintorería?
![Pedro Sánchez presidiendo el acto por el «Día de Recuerdo y Homenaje a todas las víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/30/sanchez-RBbhzE4CFRL3D2HLefVdfYJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Desde que leí el libro de José de Cora 'Me han enterrado vivo' (Ediciones Cydonia, 2024) me he hecho muy parcial de la catalepsia. Quiero decir que ha crecido mi fe en los enterrados vivos y lo que antes consideraba excepcional tengo ahora por fenómeno ... corriente y moliente. En eso coincido con el ex-juez Garzón y con el presidente Sánchez, dos de los principales patrocinadores de la catalepsia como trance común.
Algunos ya éramos mayorcitos cuando el 20 de noviembre de 1975 un compungido Arias Navarro dijo aquello de «españoles, Franco ha muerto». Ahora sé que nos mintió. Empecé a sospecharlo cuando en octubre de 2008 el juez Garzón reclamó al Registro Civil del distrito de Fuencarral el certificado de defunción del dictador, porque no se fiaba de los periódicos ni de los telediarios. No recuerdo si le remitieron el papel timbrado, pero sospecho que no porque ahora, medio siglo después del gimoteo de Arias Navarro en las pantallas en blanco y negro, el inconmensurable presidente Sánchez nos anuncia de que a partir de pasado mañana, o sea del 1º de enero de 2025, es probable que Franco reaparezca y nos llevemos un susto. «Españoles, la catalepsia no da tregua. Tenemos razones para suponer que el ataúd trasladado de Cuelgamuros a El Pardo no encerraba propiamente un cadáver sino un cataléptico con uniforme caqui, fajín rojo y gorra de plato». No ando muy bien de memoria, pero creo que, más o menos, esas fueron sus palabras. Y con ellas nos convoca a permanecer alerta durante todo un año. A mí me parece una decisión sensata. Hombre prevenido vale por dos. Y, además los gallegos creemos más en la Santa Compaña que, por ejemplo, en el repelente Bolaños o en la loca Montero, perdonando el modo de señalar. Supongamos, pues, que, de repente, reaparece el Superlativo sentado en su despacho de El Pardo. ¿Ustedes se hacen a la idea? Sean sinceros: ¿Ustedes se imaginan a Sánchez llevando los calzoncillos a la tintorería?
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