EL GARABATO DEL TORREÓN
Que los dejen en paz
La lucidez de Castelao fue deturpada por esa política gusanera que pretende monopolizar los legados funerarios
Coincidiendo con el medio siglo de su fallecimiento, Franco, un gallego nacido en Ferrol, va a ser homenajeado gracias a singular (y un tanto chocante) iniciativa y generoso patrocinio del Gobierno. Nada que objetar. Baste con constatar una cierta sorpresa ante tan fervoroso proyecto, ... explicable, por otro lado, habida cuenta de que el cogollo del gremio organizador está integrado por mendas (Sánchez, Bolaños y otras deyecciones) que atravesaron el franquismo sin romperse ni mancharse, es decir, sin más roce con el régimen que el escoriado por el fuego de campamento que avivaban sus papás (previo patriótico estipendio, por supuesto). Insistimos: nada que objetar.
Peor suerte va a tener otro gallego, también coruñés, pero de Rianxo. Se llamaba Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. No cabe la simple enumeración de sus servicios a Galicia en una columna de periódico ni en mil que hubiera. Le sobraba talento para entender las tres grandes coordenadas que determinan la inexorable re sociali: la época, las gentes y el país. Y, como dijo Fole en su discurso de ingreso en la RAG, «coa súa terra gravitándolle no corazón». Pero al igual que le sucede a muchos grandes preceptores y a los mayores héroes civiles, su lucidez fue deturpada por esa política gusanera que pretende monopolizar los legados funerarios desde el pellejo a la osamenta. La Xunta ya declaró el 2000 como 'Ano de Castelao'. No satisfizo el acuerdo a los profanadores de tumbas. Y otra vez al retortero. Venga, a repartirse las ropas del crucificado.
Vuelven ahora a la carga. Y demandan, como novedad hilarante (o como escarnio, nunca se sabe), un acuerdo institucional que declare a Castelao 'primeiro presidente' de la Xunta, es decir, el que abrió las puertas de Raxoi a Antonio Rosón. Pobre Castelao. Quedó en manos de 'o devoto do onanismo, / o feligrés de pesebre, / o tolleito de cinismo, / o que dá gato por lebre'. Tardó tiempo en abrir los ojos, pero el de Celanova los caló. Sí, claro que sí: ¡Pobre Castelao!
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