El garabato del torreón
Una cierta hipocresía
Errejón es un presunto delincuente y un manifiesto gilipollas, pero no una excepción
Ahora resulta que todo el mundo sabía que el tal Errejón era un acosador, un sobón, un agresor sexual y un esnifante. Todos, todas y todes lo sabían y todos, todas y todes, magreadas o sin magrear, callaban como putas. Yo, que debo ser imbécil, ... estaba en el limbo. Mi impresión del sujeto, adquirida sin roce personal, era que se trataba simplemente de un caradura, uno de esos señoritos que suelen pulular por la ultraizquierda, perseverantes en su alergia al trabajo y que se la cascan en Chueca antes de domiciliarse en Galapagar. O sea, un imbécil; es decir, ni mejor ni peor que la mayoría de los políticos en activo.
Pero si todo el mundo lo sabía son inevitables algunas preguntas: ¿Lo sabían sus compañeras Montero, Belarra, Arenillas, Rosell y sus homólogas en la ganadería gallega? ¿Se dejaban magrear con resignación o con perspectivas de ascenso? ¿Lo sabían las rijosas coaligadas del banco azul? ¿Ha sido sustituida en cierta izquierda la tercera vía por la vía vaginal? ¿Cómo andan de tragaderas la vicepresidenta Yoli? ¿Sigue teniendo las mismas que cuando aquel episodio de pornografía infantil? ¿Y la ministra Mónica? ¿Qué fue de Pam, la que llamó «puta coja» a su compañera de dogma feminista? ¿Se acuerda alguien de cuando Echenique cantaba aquello tan bonito de «chúpame la minga, Dominga»?
Quedamos a la espera de los ecos del caso Errejón en el Parlamento de Galicia. Porque me temo que lo denunciado por la tal Mouliaá en un juzgado de Madrid acontece a diario en Santiago, en Vigo, en Orense o en Lugo. Las instituciones políticas, autonómicas y estatales, desde la Xunta hasta el último concello, crean poder. Y el poder crea subordinación. Y la subordinación crea sometimiento y silencio. Errejón es un presunto delincuente y un manifiesto gilipollas. Pero no una excepción ni una mera noticia en primera plana. O sea, ha llegado el momento de que nos hagamos la gran pregunta: ¿Recuperamos el prestigio para la Política o mandamos a la mierda a los políticos y a las políticas? Ustedes dirán.
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