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El garabato del torreón

Una cierta hipocresía

Errejón es un presunto delincuente y un manifiesto gilipollas, pero no una excepción

Juan Soto

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Ahora resulta que todo el mundo sabía que el tal Errejón era un acosador, un sobón, un agresor sexual y un esnifante. Todos, todas y todes lo sabían y todos, todas y todes, magreadas o sin magrear, callaban como putas. Yo, que debo ser imbécil, ... estaba en el limbo. Mi impresión del sujeto, adquirida sin roce personal, era que se trataba simplemente de un caradura, uno de esos señoritos que suelen pulular por la ultraizquierda, perseverantes en su alergia al trabajo y que se la cascan en Chueca antes de domiciliarse en Galapagar. O sea, un imbécil; es decir, ni mejor ni peor que la mayoría de los políticos en activo.

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