el garabato del torreón
Cien días de cortesía
Nos conformaríamos con un alcalde que en sus intervenciones públicas respetase las reglas gramaticales del gallego y del castellano

uentes solventes procedentes de la finca número cuatro de la Rúa do Salmón, en la ciudad de Lugo, aseguran que la reunión de la directiva de la franquicia sanchista, convocada para cubrir la baja de la alcaldesa Alvarellos, no fue apacible ni fraternal, sino más ... bien belicosa y vocinglera, incluso con el tono del diapasón dos octavas por encima de lo normal. Al respective, convendría recabar opinión del concejal Repetto –un trepa de manual, según sus propios cofrades– y del propio Fernández, quien al final del combate se levantó con el santo y la limosna.
En todo caso, e incluso atendiendo las razones que puedan asistir a quienes se consideren damnificados por el resultado del cónclave, sería injusto negarle al nuevo alcalde los cien días de cortesía que se conceden a todo gobernante que aterriza en un cargo, independientemente de siglas y maniobras. Porque lo que se pide en esta santa novena no es que la ciudadanía salga indemne de las intrigas y zancadillas entre compañeros y coleguitas, ni tampoco que se eviten los estropicios que al bien común pueda causar el fuego amigo.
De lo que ahora se trata es de saber interiorizar aquella advertencia que Marguerite Yourcenar pone en boca de Adriano en su famosa novela: 'Lo esencial es que el hombre llegado al poder pruebe luego que merecía ejercerlo'. Ahí está la cosa. Pero el plazo empieza a contar a los cien días del desempeño del cargo. No antes, como quizá pretendan algunos aspirantes frustrados, siempre dispuestos a convertir la fontanería del partido en la alcantarilla de sus fiascos.
Algunos conocemos un poco el percal municipal y sabemos de qué pie cojea la banda. Por eso, no esperamos milagros. Nos conformaríamos con un alcalde que en sus intervenciones públicas respetase las reglas gramaticales del gallego y del castellano, suficiencia inédita al menos en los últimos ocho o nueve años. Pero no nos hacemos ilusiones: entendemos que es mucho pedir.
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