ANÁLISIS
Y de repente, unas primarias
La incógnita es saber qué mueve a Gonzalo Caballero, toda vez que su victoria no se antoja a priori muy probable
![Caballero, con sus afines, en los pasillos del Parlamento](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/12/caballero-RJjCi64cqRgeDPAS1MhGGlK-1200x840@abc.jpg)
El PSOE nos había dicho en agosto que congelaba las primarias gallegas para elegir el candidato a la Xunta hasta después de resolver la investidura de Pedro Sánchez. Al parecer, éste quería monitorizar el procedimiento; que en román paladino significaba hacer que ganara ... su candidato sin que fuera demasiado evidente. Este lunes, contra todo pronóstico, Ferraz reactivó el proceso. Así que, una de dos: o el presidente en funciones ya lo tiene todo atado y bien atado con los independentistas y no nos lo ha contado –y no parecen ir por ahí los tiros– o, en realidad, esas primarias nunca dependieron de la investidura.
Descartada la primera opción –a la vista principalmente de que las negociaciones en Madrid se enredan por caminos sinuosos– solo cabe pensar que el propósito de la paralización era el expresado en estas mismas páginas el pasado domingo: darle un tiempo de reflexión a Gonzalo Caballero para que diera un paso al lado y el candidato se eligiera por aclamación. A la vista de que eso no iba a pasar, y ante la incertidumbre que generaba internamente en el PSdeG la ausencia de un aspirante instituido como tal, se optó por reactivar el proceso de primarias.
En paralelo se quiso construir un relato: la debilidad de Rueda es palmaria y en cualquier momento puede ceder a las presiones de Génova para convocar elecciones a corto plazo. No dicen eso las últimas encuestas del PPdeG, que confirman con holgura la actual mayoría absoluta de los conservadores. Y el presidente de la Xunta tampoco parece muy interesado en llamar a las urnas antes de que finalice el año, ni siquiera facilitar una eventual coincidencia con una repetición de las generales a comienzos de año. Los plazos de la campaña serían descabellados: habría mítines en Nochevieja y Reyes, un completo delirio. El relato se agrieta si se somete a un sencillo análisis.
Lanzadas las primarias, ya hay tres precandidatos en liza: los ya consabidos José Ramón Gómez Besteiro y Gonzalo Caballero, y el habitual outsider pintoresco, Manuel Losada, poco conocido más allá de las paredes de la agrupación socialista coruñesa. Ya han empezado a pronunciarse algunos notables del PSdeG en favor de Besteiro –ayer mismo Inés Rey en la cadena de radio favorita de los votantes de izquierdas–, y es probable que no sea una declaración aislada. El lucense es el favorito de Ferraz y de la dirección regional, una realidad que cuando ABC la expresa Caballero la toma como «una defensa de la prensa de derechas» a un candidato concreto. En fin.
Disculpado este traspié interpretativo, la incógnita es qué mueve a Gonzalo Caballero a dar el paso, sabiéndose en una aparente desventaja competitiva. En las primarias para liderar el partido de 2021 solo alcanzó el 40% de los votos frente al casi 60% de Valentín González Formoso. ¿Los retrocesos electorales del PSdeG este tiempo son suficiente munición para mejorar sus expectativas? No lo sabemos, pero cuesta imaginar que puede ser así.
Por tanto, si lo más probable es una derrota, ¿para qué se arriesga? Sobre todo si, como parece lógico, un segundo varapalo interno finiquita su carrera política en cargos de responsabilidad. No hay resiliencia que valga cuando por dos veces tus propios militantes te dan la espalda. Así que hay tres posibilidades: o es un competidor nato y le da igual perder porque lo importante es participar; es un inconsciente que vive en una burbuja donde solo atiende a quienes lo aclaman; o en realidad está echando un pulso en el marco de una negociación interna.
La primera opción, es tan romántica como improbable. La segunda es hacer de menos a un tipo que tiene dos doctorados y goza de prestigio universitario, por lo que tampoco se antoja acertada. Por el contrario, la tercera sí permite dibujar un escenario de posibilidades. ¿Y qué podría querer negociar Caballero? Pues una salida para él y sus afines, ahora que se asoman peligrosamente al abismo de la nada. Principalmente porque es poco probable que, por voluntad propia, un Besteiro vencedor quiera integrar a 'gonzalistas' en sus listas de las autonómicas: Caballero no se caracterizó por su espíritu integrador cuando esas decisiones dependieron de él.
Pero si Caballero obtiene un resultado en las primarias que ronde el 30% –un escenario que se antoja difícil, tampoco nos engañemos–, tendría un capital que poner encima de la mesa con el que apelar a la buena voluntad del vencedor. Un puesto para él –y quien mejor puede conseguírselo es su tío, de quien dependerá el grueso de la candidatura de Pontevedra– y alguno para sus más próximos en circunscripciones como Lugo u Orense, seguramente no en lugares de salida que garanticen escaño, pero al menos tendrían esa expectativa. Más difícil sería en La Coruña, territorio Formoso, y donde los 'gonzalistas' han pisado demasiados callos. Otro escenario posible es que Caballero negocie antes de la celebración de las primarias y facilite que haya un candidato único, lo que permitiría articular la idea de que todo el PSdeG está detrás del candidato Besteiro, sin fisuras, sin resquemores. Sería un escenario soñado por Ferraz, porque acallaría el ruido interno de los últimos meses. Esto solo lo sabremos a posteriori, pero no sería una quimera.
Cuestión distinta es qué quiera hacer Besteiro. Por ejemplo, podría esperar una semana para ver si Caballero logra reunir los 615 avales necesarios para pasar el corte y ser candidato en firme. De no conseguirlos, ya se estaría viendo su escaso peso interno. O, incluso si lograra candidatarse, no mover ficha hasta medir realmente las fuerzas de cada uno en las urnas, y a partir de ahí tomar decisiones.
Y tampoco resultaría descabellado que Besteiro, aunque su rival obtuviera ese lejano 30%, renunciara a tender puentes y enterrar así de una vez por todas a la disidencia. El candidato tiene derecho a hacer sus listas, pensando en su futuro grupo parlamentario, y que éste lo conformen diputados afines a los que no haya que advertir para que aplaudan a su portavoz, como sucedió esta semana en el debate de la autonomía. A los 'gonzalistas' hubo que apercibirles para que abandonaran la apatía.
Aunque puede que todo esto no sean más que cábalas y Caballero sea solo el último de los románticos y no un habilidoso jugador de ajedrez.
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