El invierno de los grandes patriarcas gallegos de la droga
Un accidente la semana en el que se vio involucrado el octogenario 'Falconetti', uno de los históricos capos arousanos, ilustra el ocaso de la generación que dominó el negocio del 'fume' y la 'fariña' durante casi tres décadas
Los históricos capos del contrabando y el narcotráfico gallego, uno a uno
Los nuevos narcos gallegos: más discretos, sofisticados y eficaces
![Un coche conducido por la mujer de Falconetti', en el que viajaba también el viejo patriarca, arrolló por accidente a una docena de asistentes a un concierto en las fiestas de Vilanova de Arousa](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/05/12/1465412441-ROWaFh1o0PDUCiBuODoJKRI-1200x840@abc.jpg)
En uno de los momentos más célebres de la serie que recrea la época dorada de los capos del contrabando y el narcotráfico gallego, un joven Sito Miñanco proclamaba a gritos: «¡El tabaco es para los viejos y para Terito, la 'fariña' es ... el futuro!». Esa frase de uno de los capítulos de 'Fariña', que llegó a plasmarse en camisetas y de la que no faltaron memes, sintetiza el salto que a finales de los 80 algunos contrabandistas dieron del tabaco al hachís y la cocaína.
Aquellos traficantes nacientes, que durante tres décadas dominaron el negocio y dieron a Galicia una fama de la que será difícil desprenderse, viven ahora su ocaso. El tráfico de drogas en las Rías Baixas no cesa, ni mucho menos, pero las formas de los nuevos narcos son otras: más sofisticados, más especializados, más discretos y bastante menos bocazas. Luis Falcón, alias 'Falconetti', el octogenario que la semana pasada viajaba de copiloto en el coche con el que su mujer embistió, por accidente, a varios espectadores de un concierto en unas fiestas en Vilanova de Arousa, era uno de ellos. El suceso ilustra el declive, también biológico, de toda una generación de capos.
Falcón fue uno de los alumnos aventajados en el negocio del humo de Vicente Otero Pérez, alias 'Terito' (1918-1995), a quien aludía Miñanco en aquella escena televisiva. Terito representaba mejor que nadie el prototipo de contrabandista clásico. De origen humilde, como casi todos sus contemporáneos, se inició en la posguerra en el estraperlo de bienes de primera necesidad (café, aceite y, también, tabaco) desde Portugal. Hasta llegar a ser el rey del 'winston de batea'. El periodista Benito Leiro, en 'Un lugar tranquilo', una de las obras de referencia sobre el tránsito del tabaco al narcotráfico, escribe que a Terito le sobraba carisma y liderazgo, y que sus discípulos lo conocían, a su pesar, como el patriarca.
«Los narcotraficantes históricos se pasaron media vida en la cárcel y la otra media huyendo de la justicia»
Fernando Alonso
Fundación Galega contra o Narcotráfico
Terito fue maestro de Falconetti, pero también de otros históricos capos de quienes se hablará en este reportaje. Como Manuel Charlín Gama, Marcial Dorado o el exalcalde de Ribadumia José Ramón 'Nené' Barral. Pero a diferencia de algunos de sus continuadores, no hay constancia de que Terito hubiese metido mano al hachís o a la cocaína. El viejo patriarca se habría conformado con el tradicional contrabando de tabaco para hacer fortuna, invertir y blanquear.
Pese a que en el haber de Terito se constata un episodio que nunca se acabó de aclarar, en el que, según parece, habría apuntado a Laureano Oubiña con una pistola en una reunión en el Parador de Cambados; y aunque al rey del 'winston de batea' no le faltaba influencia política, las maneras más sicilianas asomaron en Arousa con el salto de algunos contrabandistas al tráfico de drogas. Pablo Vioque, narcoabogado y entonces secretario de la Cámara de Comercio de Vilagarcía de Arousa, fue el «más sibilino y astuto» de los capos gallegos. Y también, según explica a ABC Fernando Alonso, gerente de la Fundación Galega contra el Narcotráfico, encarna «el ejemplo más claro» del riesgo de 'sicilianización' de Galicia. Vioque, que murió de cáncer en 2008, fue condenado por encargar el asesinato –frustrado– del fiscal antidroga Javier Zaragoza.
Manuel Charlín
Manuel Charlín Gama, otro de los discípulos de Terito, quien lo había llevado de la mano del estraperlo al contrabando de tabaco, fue uno de esos pioneros en el salto posterior al narcotráfico. Primero, al hachís marroquí; luego, a la cocaína colombiana. Lo hizo, según apuntan los investigadores, convencido por sus hijos: las ganancias con el tráfico de drogas eran sustancialmente mayores que con el 'rubio de batea'. Y la mercancía, más fácil de esconder.
El patriarca del clan de los Charlines –hermanos, hijos y nietos han estado siempre en el punto de mira policial– murió el 31 de diciembre 2021 en un accidente doméstico. Tenía 89 años y representaba, según los investigadores, el prototipo de narcotraficante violento y sin miramientos. Falleció por una caída en su casa después de haber pasado dos décadas entre rejas, dejando cuentas pendientes con la justicia –una causa por blanqueo en la que está imputada parte de su familia– y un clan que ha perpetuado su negociado. La justicia intervino buena parte de su patrimonio. Entre esos bienes, el emblemático Pazo de Vista Real, en Vilanova, que Charlín había comprado a principios de los 90, los años dorados para los capos arousanos, con la fortuna amasada. Hace una década, el ayuntamiento se hizo con el inmueble en una puja para dedicarlo a tareas más nobles.
El icónico pazo de Baión
Parecido desenlace ha tenido el todavía más simbólico pazo de Baión, también en Vilanova, adquirido por Laureano Oubiña a finales de los 80; convertido en icono de lucha contra el narcotráfico por madres de drogodependientes, e intervenido por la justicia a mediados de los 90. El pazo fue escenario también del cinematográfico aterrizaje en helicóptero del juez Baltasar Garzón durante la operación Nécora (1990), el primer gran golpe a los narcos gallegos.
En el juicio de la Nécora se registraron escenas que definen bien al entonces todopoderoso Oubiña. El rey arousano del hachís se presentó calzado con zuecos, una actitud desafiante y aparentando ser más analfabeto de lo que era. El fiscal Zaragoza sudó para interrogarle. Y al modo de Marta Ferrusola, quiso hacer ver al tribunal que vivía con una mano delante y otra detrás: «Yo nunca he invertido dinero en drogas, ni en casas, ni en fincas ni en hostias». Según recoge Nacho Carretero en 'Fariña', el libro en el que se inspira la serie televisiva homónima, en 1989 Oubiña llegó a meterse tanto en el papel que se presentó en una oficina del INEM a pedir un subsidio por desempleo, que le fue denegado.
Oubiña, el rey del hachís, una sustancia que, según él, «nunca había matado a nadie», acumuló condenas por narcotráfico y blanqueo que superaron el cuarto de siglo. Siempre presumió de no haber traficado con cocaína, aunque algunos investigadores tienen dudas. Desde su salida de prisión se dedicó a recorrer, no sin incidentes, ferias ambulantes vendiendo un libro en el que asegura contar toda la verdad. Oubiña, de 77 años, dice ahora que en su momento quiso matar al maestro Terito, un delito que ya habría prescrito.
Marcial Dorado era otro de los pupilos de Terito, pues su madre trabajó de limpiadora para el patriarca. Dorado es otro de los que siempre ha jurado no haberle metido mano a la 'fariña', pese a que una de sus condenas, de 2009, le vinculaba con uno de los mayores alijos: los 6.500 kilos de esta sustancia que transportaba el congelador del 'South Sea'. Dorado figuraba como dueño de una de las lanchas que tendrían que haber llevado la mercancía a tierra. Fue condenado a diez años de cárcel y en 2015 sumó otra sentencia por blanqueo.
Dorado, que desde 2020 está en tercer grado, se ha caracterizado por una mayor contención que la mayoría de sus coetáneos, tanto verbal como en cuanto a la ostentación de su fortuna. La junta de tratamiento que propuso dejarle en semilibertad destacaba que era una «persona correcta», que trataba al personal y a sus compañeros «de forma respetuosa». «Es más discreto que el resto, ni va por la vida con declaraciones altisonantes ni haciéndose pasar por un currante que no es«, añaden fuentes conocedoras. El dispendio de Dorado siempre fue de puertas para adentro, añaden estas fuentes.
Sito Miñanco
En este repaso a los grandes capos no podía faltar el que llegó más lejos: José Manuel Prado Bugallo, alias 'Sito Miñanco'. El más imberbe de esa mítica hornada de narcos tiene ya 67 años. Aquel joven a quien Terito había fichado por su pericia en el pilotaje, amante de los coches de lujo y quizá el máximo exponente de la 'fariña', es el único de los grandes que sigue en prisión. Acumula dos sentencias por narcotráfico y una por blanqueo, a la que se une una petición de 30 años de cárcel por su última detención en 2018. Miñanco, que disfrutó de gran aceptación social en los 90 hasta llegar a presidir el club de fútbol de Cambados, vive sus horas más bajas y si la salud le respeta envejecerá entre rejas. Sus múltiples propiedades fueron decomisadas pero aún no han sido subastadas.
A la sombra de los grandes capos hay otros, muy reconocidos en Arousa pero menos fuera de las rías. Uno, el propio Falconeti, de los primeros en pasarse al hachís. Estuvo encarcelado y montó un imperio inmobiliario. Compró también su respectivo pazo, en Vilagarcía, que acabó entre llamas. O el octogenario Nené Barral, socio de Terito, que fue alcalde de Ribadumia de 1983 a 2001, y que todavía tiene un juicio pendiente por contrabando de tabaco.
En definitiva, como resume el gerente de la Fundación contra el Narcotráfico, los grandes capos se pasaron «media vida en la cárcel y la otra mitad huyendo». Viven sus horas más bajas y sus formas son de otro tiempo, aunque nunca se les puede dar por amortizados. Si se rodara una segunda temporada de 'Fariña' con la nueva generación de narcos, el diálogo estrella podría ser algo así: «Los pazos son para los viejos y para Oubiña, la globalización y los paraísos fiscales son el futuro».
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