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El germen de un cambio social: del turismo de masas al turismo consciente

Antonia Pérez, del departamento de Sociología de la Facultad de Turismo de la UDC, desgrana la evolución hacia un sector más sostenible

Galicia apuesta por un turismo «más respetuoso» con el medio, los vecinos y los visitantes

Imagen de archivo de peregrinos en Santiago de Compostela MIGUEL MUÑIZ

Noela Vázquez

Santiago

La apuesta que hace Galicia por el turismo consciente desde hace años, que ahora contará con un Observatorio para analizar el impacto de esta actividad promoviendo un sector más sostenible económica, medioambiental y socialmente, responde a una tendencia internacional de concienciación con el medio ambiente. Tal y como explica a ABC Antonia Pérez García, doctora por la Universidade da Coruña y profesora en el departamento de Sociología y Comunicación de la facultad de Turismo, en este sector, al igual que en muchos otros, la aparición de un «germen de preocupación por la práctica de un turismo sostenible ya se remonta, aproximadamente, a los años 90, cuando apareció la Agenda 21«. Después, en el 1999, la Organización Mundial del Turismo intentó definir lo que se entendía por un turismo sostenible,; y en 2015, la ONU aprueba los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible y se establece la Agenda 2030, explica. Todos ellos, metas y directrices »que han servido de guía para trabajar con un compromiso común en materia turística«. A nivel internacional, continúa, se ha avanzado especialmente en la concienciación, »en la exigencia de prácticas medioambientales más verdes«, y ya después, en la primera década de este siglo, surge el término de »turismo consciente«.

«El turismo siempre tiene impactos positivos», algo que todo el mundo tiene claro, explica, pero ahora, se tiene más consciencia de que también tiene una serie de impactos negativos, «como la contaminación acústica, la acumulación de residuos, daño en los ecosistemas, etc». Un tema que preocupa a la población y que ha ido en aumento, pero que tampoco es un «debate nuevo». De este cambio de percepción han surgido diferentes tipos de turismo, indica, como el de «autenticidad, el experiencial, turismo 'slow', de naturaleza, de proximidad, de interior...», algo en lo que la pandemia «también nos hizo reflexionar». Una «tendencia social» hacia lo sostenible que hace que la gente prefiera ir en grupos pequeños o no coger destinos muy masificados, aunque bien es cierto, puntualiza, que sigue «prevaleciendo el precio» frente a la sostenibilidad, y el turismo de masas, como es evidente por los resultados récord del año pasado, continúa estando a la orden del día. En este contexto, «Galicia no ha evolucionado de forma diferente a otro tipo de destinos».

Retos de la Comunidad

En Galicia, indica, hay «un gran potencial, tanto por los recursos naturales y culturales» como por el avance del cambio climático, convirtiéndose la Comunidad en una surte de «refugio» ante las altas temperaturas del verano. Una oferta turística que cuadra perfectamente en esa tendencia a pasar del turismo de masas hacia un turismo más consciente, pero que actualmente se enfrenta a una serie de retos que debe solventar para prosperar de manera sostenible y ordenada.

«Hay que trabajar algunos factores o puntos débiles», indica Pérez, que a su juicio son muy importantes, como «la estacionalidad, porque concentramos muchos visitantes en Semana Santa, en los meses de verano y en los Años Xacobeo», si bien estos flujos también están cambiando. Lo mismo ocurre con la digitalización, una de las cuestiones que se fomenta desde la Unión Europea, y «en la que ya se avanzó mucho debido a la pandemia», con, por ejemplo, visitas virtuales en los museos, si bien «sigue siendo limitada y podríamos ser más competitivos». Además, señala hacia otras cuestiones de gran relevancia, como pueden ser la turistificación o la gentrificación de ciertos sitios, y al «gran olvidado», la comunidad local. Cuestiones que hay que abordar, igual que hacen otra regiones nacionales y europeas, teniendo en cuenta que este año todo apunta a que Galicia va a superar las buenas cifras del anterior. Y «la buena gobernanza», indica, es aquella que tiene en cuenta a «todos los actores sociales» sin dejar ninguno fuera, implicándolos en esa «planificación coherente» de una forma «colaborativa».

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