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Escritor

Francisco Castro: «Hay mucho escritor en gallego al que le obsesiona publicar en castellano»

Habitual de las letras gallegas, Castro viaja al género negro en castellano con una novela ágil y adictiva

Francisco Castro posa para ABC Miguel Muñiz
José Luis Jiménez

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Con Francisco Castro (Vigo, 1966) la mejor conversación posible casi siempre iba de libros, aunque últimamente ha añadido la música y el Celta para darle color a la cosa. Con una vida dedicada al oficio de escritor y casi treinta libros publicados, vio la luz a finales del pasado año 'Últimas noticias de Sara Silva' (Roca Editorial), una inmersión en el noir con profundo sabor vigués. Y para que la charla venga animada, Castro se pronuncia por primera vez sobre su polémica salida de la editorial Galaxia.

—¿Es el 'noir' el placer culpable de los escritores?

—Pues probablemente sí, ¿no? Es algo que parece como que todo escritor en algún momento tiene que atacar. Por suerte yo probé esa manzana hace muchos años ya, pero sí. Quizás también porque es algo como muy atávico, a todos nos gustan las historias un poco truculentas, tenemos ese regusto por el asesinato, la investigación...

—¿El 'noir' tiene fórmula?

— Creo que sí, y por eso es tan difícil innovar. A lo mejor tampoco hay que innovar, eh. Si hay un tipo de lector que no quiere que le muevas los marcos de la finca, es el del género negro. Casi todas las fórmulas son iguales: crimen truculento al principio, investigador que se obsesiona, fracaso absoluto en todas las líneas de investigación, de repente un acontecimiento que no se espera y casi de chiripa se abre una nueva línea... Y eso es así desde Agatha Christie, Sherlock Holmes e incluso los capítulos de la serie 'House'. Por eso es tan difícil innovar. El público ama ese formato, y si innovas y no te sale bien, no se acaban el libro.

—Entonces, ¿es un mero 'whodunit', que dirían los ingleses?

—Me gustaría pensar que no, porque en ese caso acabaremos viendo libros escritos por Inteligencia Artificial.

—El libro está escrito a la memoria de Domingo Villar. ¿Es el gran patriarca del 'noir' gallego?

—A ver, quizás es osado ignorar la existencia de Carlos Reigosa, por ejemplo. 'Crime en Compostela' estamos todos de acuerdo en que es el libro fundacional. Líbrenme los dioses de todas las religiones de quitar mérito a Carlos Reigosa o a Manuel Forcadela, quien en los anos 80, en Edicións do Cumio, saca una serie de novelas protagonizadas por el mismo policía, con vocación de conseguir público para este género. Pero yo creo que Domingo juega en otra liga, muy distinta. No diré mejor, simplemente otra liga. Reigosa y otros intentaron hacer novela negra en gallego, lo que es supermeritorio, porque en los 80 había que inventarlo todo. Domingo, que ya es un autor de los 2000, escribe con ambición desde el primer libro y sobre todo de una manera muy descarada en el segundo, para hacer grandes novelas negras, todas ellas independientes entre sí. Tienen una entidad y una solidez absolutamente rotunda. Yo no diría patriarca, pero sí que es el punto álgido.

—¿Habrá continuación?

—Habrá más aventuras, ya estoy escribiendo la siguiente, protagonizada por este trío de investigadores. Ahí sí que escapé un poco de lo que siempre es la fórmula de dos investigadores, que el propio Domingo tenía, con su Watson y su Sherlock. Yo aquí quería que fueran tres, que hubiese una mujer investigadora con toda la potencia que tiene Pepa Otero. Así que sí, estoy con la nueva aventura que también transcurre en Vigo y que creo que va a ser el doble de grande.

—En su novela aparece asesinada una escritora de éxito y su editor se convierte en sospechoso. ¿Es el editor el nuevo mayordomo?

—Es una pregunta buenísima. Pues sí, podría ser.

—¿Saldrá en gallego?

—Que yo sepa, no. No hubo ninguna editorial que mostrase interés. Vamos a decirlo así.

—¿Publicar en castellano es el reconocimiento a un trabajo previo?

—No, en absoluto. A ver cómo digo esto para no meterme en un jardín. Hay mucho escritor en gallego obsesionado con publicar en castellano. Aquí simplemente se dieron unas circunstancia para que Roca Editorial dijera que sí a este proyecto. No creo que un autor sea más reconocido por publicar en otra lengua. Esta novela nace y está pensada para ser escrita en castellano, y estoy feliz porque fuese así. No sucedió antes, salvo en un libro de Los Beatles que me pidió otra editorial española. Yo voy a seguir publicando en lengua gallega, y la continuación de este libro, por supuesto, será en castellano. Pérez Reverte, Julia Navarro, Dolores Redondo o quien sea cuando escribe solo hace literatura. No está pensando en sostener la lengua española ni en un ejercicio de compromiso o de resistencia. Y en el caso de los escritores en lengua gallega me fastidia bastante que tenga que ser así, que por el hecho de tomar esa decisión, por tener un sistema claramente minoritario que no nos va a dar para vivir, estemos deturpando lo que debería ser nuestro trabajo. El resto de escritores de cualquier lengua escriben pensando en hacer buenas obras literarias, a poder ser vender muchos ejemplares y vivir de sus derechos de autor. Los autores gallegos asumimos una serie de compromisos, con gusto, pero al mismo tiempo con un punto de injusticia, porque no nos deberían preocupar esas cosas.

—Al final esto igual no va de compromisos ni de reconocimiento sino de libros bien o mal escritos.

—Debería ser así pero no va de eso. Lo único que nos debería preocupar a los que escribimos en lengua gallega es hacer buenas obras literarias, pero sabemos de la situación de la lengua. La última encuesta del IGE es brutal. Para los que somos bilingües de un modo natural sería bastante tentador decir «voy a dedicarme solo a escribir en la lengua que me puede llenar la pota de garbanzos, sin más». Yo no tuve gallego en la escuela hasta 3º de BUP y COU. Me tocó un profesor reintegracionista. Y en aquella época no había ni normativa. Yo venía de Vigo, una ciudad totalmente desgalleguizada, y estudiar en Compostela fue una toma de conciencia política a través de la lengua. Esto, traspasado a la creación literaria, nos pone en un punto de injusticia. Paul Auster no estaba pensando en la salud de la lengua inglesa, sino en llegar a la mayor cantidad posible de lectores. Los escritores en lengua gallega parece que tenemos que estar todo el tiempo demostrando algo, y eso es una desgracia. Y soy consciente del jardín en el que me meto. Pero es que yo no me debería preocupar de este tema, porque otros tampoco lo hacen.

—Cambiemos el punto de vista. ¿Se lee por militancia o por placer?

—Deberíamos estar en una situación tan normal que todo o mundo leyese por placer. En Cataluña los grandes lanzamientos de todos los grupos editoriales al mismo tiempo que salen en castellano salen en catalán, porque hay una masa crítica que lee. Aquí cada vez que se pasa por los cines una peli, no ya hecha en gallego sino doblada hacemos una fiesta colectiva o salimos en procesión a celebrarlo. Llevado esto al mundo del libro, hace que todavía leamos mucho por militancia, y eso es una desgracia, porque quiere decir que no estamos en una situación normal.

—Su salida de Galaxia dio mucho que hablar. Hay quien la tiene como un trofeo de caza en su repisa, junto a sus premios literarios. ¿Se sintió injustamente tratado?

—La verdad es que sí, me sentí muy injustamente tratado. La gente se olvida qué es Galaxia, que es una empresa privada. Hay una especie de sensación de que es una especie de fundación que pertenece a todo el mundo, donde a diario se dice qué debe y no debe hacer, e incluso que no puede publicar autores comerciales. ¿Perdón? ¿Qué editorial subsiste sin autores que vendan? El primer criterio debe ser la buena literatura, pero parece que si en gallego vendes, te va mal. Me sentí injustamente tratado, porque hice un esfuerzo brutal en esa empresa. Sé muy bien dónde estaba y dónde quedó. Y sí, sentí de alguna manera que se abría contra mí una especie de cacería. Le habría pasado a cualquiera en mi posición. Ahora bien, mi salida para mí fue algo muy positivo. Yo llevaba 4 o 5 años queriendo salir, por mi mala relación con algunas personas del consejo de administración. Las tensiones eran gordas, las discusiones continuas. Pero ni con autores ni con el público, sino con estas personas. Cuando se criticó a la editorial y se opusieron a defender su imagen, me dije que yo ahí ya no pintaba nada.

La opinión de una persona sobre mí no me preocupa ni me preocupó nunca. Para mí el problema fue en el momento en que se empieza a decir que Galaxia no hace contratos, porque Galaxia sí hace contratos de autor. Le digo a la empresa que debemos lanzar un comunicado formal para desmentirlo, pero se me prohíbe hacerlo. Yo no quise ser cómplice de eso y me marché. Fue lo mejor que pude hacer.

—Igual alguno pensó que usted sin Galaxia no volvería a publicar...

—Bueno carallo, bueno...

—No es usted de los que se encasilla. Ha tocado el genero negro, el infantil, el ensayo, el thriller y hasta uno histórico, sobre la relación entre Jesse Owens y Luz Long, por no hablar del de Los Beatles. Desde luego no se aburre

—No, pero es un poco como la música. Estoy ahora planteándome el segundo disco y no va a tener nada que ver con el primero, que tenía muchas orquestaciones, con muchos instrumentos. Y el próximo va a ser de puro rock and roll: dos guitarras, bajo y batería. En la literatura es un poco igual, y también me pasa como lector. Yo soy absolutamente desorganizado en la lectura y también en lo que escribo. Si no, es que me aburro.

—Esta faceta musical suya, ¿es para seguir dando la nota?

—No, esto es algo que tenía que haber hecho hace treinta años. Siempre digo que la literatura era mi plan B. A los 18 tenía mi grupo, mis composiciones. Empezaba a coquetear con la literatura y escogí ese camino, y no me fue nada mal. En la pandemia vi que lo hacía con cincuenta y pico, o ya no lo iba a hacer. Mi sorpresa es lo bien que me está yendo.

—Volvamos a las letras. Manolo Rivas, Chus Pato, Yolanda Castaño, Marilar Alexandre, Xesús Fraga, Olga Novo, Paula Carballeira, Ismael Ramos, Núñez Seixas o María Xesús Lama han sido premios nacionales en los últimos años. ¿Galicia ha sido descubierta de repente?

—No creo, ¿no? Es decir, los nombres de Manolo Rivas o de Suso de Toro en los ochenta ya estaban muy presentes en la literatura española. Fue la primera vez que desde Madrid empezaron a mirar para la periferia. Ahora lo que tenemos es, si acaso, una apoteosis de talento, y eso hace que un país en el que todos juntos somos menos habitantes que Barcelona, tenemos el doble de premios nacionales que los autores catalanes, con la potencia que tiene la literatura catalana.

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