La familia catalana que vive con devoción el 'entroido'

La emigración llevó a Barcelona a una vecina de Santiago de Arriba, en Chantada, en busca de oportunidades, pero no le hizo perder su arraigo a una tradición ancestral que inculcó a sus descendientes y hoy disfrutan sus nietos

Gael, Álex, Eneko y Ona han recibido en herencia de su abuela, Beti, la pasión por el 'entroido' de Santiago de Arriba (Lugo) Miguel Muñiz

Lorena R. de la Torre

Orense

Beti es natural de Santiago de Arriba, en Chantada, Lugo. Con apenas once años dejó lo que fue un día su hogar con su familia para irse a Barcelona en busca de nuevas oportunidades, llevando con ella fotos y vídeos de su vida en Galicia. Después de muchos años emigrada, en el año 2000 decidió regresar, eso sí, solo de vacaciones, con sus hijos y, ahora con sus nietos, coincidiendo con la época de carnaval. El motivo: trasladar la tradición a su familia y mantener intacta esta costumbre ancestral. «Para mí el 'entroido' —nombre con el que se conoce al carnaval gallego— es como una enfermedad, una pasión, mi padre fue uno de los pioneros del 'entroido' en Santiago de Arriba», explica esta mujer, quien todavía conoce al dedillo cada rincón de esta aldea en la que vivió muy de niña y los personajes de este carnaval, un testigo que ahora ha pasado a sus nietos, naturales de Cataluña. Ahora son ellos, Gael, Álex, Eneko y Ona, que tienen menos de diez años de edad, con sus padres, los que quieren ir a Galicia. «Durante todo el año ya están pensando el 'entroido', les gusta hablar de él a sus amigos en el colegio, y ahora siempre piden venir al carnaval», explica esta mujer, quien no oculta su orgullo por que ellos mantengan esta vinculación con la tierra de los abuelos.

Y es que su pasión por el carnaval gallego no es casual. «Desde pequeños, les poníamos vídeos y les enseñábamos imágenes. Fue muy curioso, nos preguntaban qué es un maragato o un volante, no conocían nada del carnaval pero es increíble lo que hablaban de él». Y hasta hoy. Hasta tal punto llega su devoción, que la abuela al llegar a Barcelona pidió una antena para poder ver la televisión gallega y el Entroido Riberao. Específico de la zona de Santiago de Arriba, en Chantada, es uno de los de mayor relieve en la Comunidad, en cuanto a profusión de formas y significados. Está conformado por los volantes, figura más característica de este zona, el Peliqueiro o maragato, personaje más sencillo y/o descuidado que se encarga de abrirles paso a los volantes y el meco. Durante estas fechas, tienen lugar los 'oficios', representaciones teatrales en tono satírico que hacen alusión a los vecinos. Una de las particularidades es ver a los volantes corriendo las huertas, en una suerte de rito que sirve para dar la bienvenida a la primavera y la época de la producción.

La idea de Gael

Después de la tristeza inicial por no haber podido haber podido celebrarlo en Galicia durante la pandemia, Gael, el nieto mayor, de 9 años, tuvo una curiosa idea. «Decidí vestirnos en casa de la yaya y empezamos a correr por las huertas en Barcelona tocando las campanillas», sonríe Gael, ante la sorpresa de vecinos y compañeros del colegio. Imbuidos por la pasión de Gael, su hermano y sus primos pequeños decidieron sumarse a esta singular celebración y ahora son ellos los que se encargan también de correr mientras hacen sonar sus diminutas campanillas. «A Álex le encanta y ahora también sus primos se contagiaron, el propio Eneko pregunta por qué no le habíamos traído nunca», cuenta la abuela.

«Decidí vestirnos en casa de la yaya y empezamos a correr por las huertas de Barcelona tocando las campanillas»

Gael

Nieto de Beti

Entre preparativo y preparativo, Marisé y Juan Carlos González, los grandes «mantenedores» de esta tradición de la provincia de Lugo, apuran la confección de los trajes. «El 'entroido' hay que vivirlo, no es algo que se pueda explicar o entender sin ir», explica Marisé, quien lucha cada año con su familia para que allí se mantenga intacto el folklore y las tradiciones gallegas. La idea es que no se pierda el Entroido Ribeirao que antiguamente tenía lugar en las aldeas de alrededor, y que se fue perdiendo hasta celebrarse únicamente en Arriba.

Clases en línea

Los más pequeños aprovechan estos días para disfrutar del 'entroido'. «Cada vez me gusta más», confirma Gael. Su hermano Álex aún no tiene claro qué es lo que más le gusta pero sí que quiere venir cada año. En el colegio, los profesores escuchan con interés las historias que les cuentan al volver y, de hecho, conocedores de su devoción por el mismo, han optado por facilitarles las clases 'online' para que puedan ir a Galicia a disfrutar del carnaval lucense.

Los nietos de Beti, vestidos de 'entroido', esta semana Miguel Muñiz

Para estas familias, el 'entroido' de Arriba ya se ha convertido en toda una tradición. Durante esos días, sus padres han optado por cerrar el negocio. «Venimos todos, los profesores ya saben que se cogen esa semana entera. El objetivo es no perder esa misma tradición que Beti vivió desde que era pequeña», aclara. De algún modo, ahora quiere recuperar el tiempo perdido y transmitir el espíritu festivo a las nuevas generaciones, algo que no pudo hacerlo con sus hijos, pero que, ya jubilada, ha podido trasladar a sus nietos. «Fue gracioso cuando Gael llegó a Barcelona y le preguntaron de qué se había disfrazado dijo que él no se disfrazaba», confirma Marisé.

«Yo no me disfrazo, yo me visto», fue la respuesta de Gael, quien tiene ya completamente interiorizado los pormenores y el vocabulario específico del 'entroido'. Después de dos años de parón por la pandemia, este año ha podido quitarse el gusanillo del carnaval y vivirlo en la tierra de sus abuelos. Por el momento, confían en poder seguir volviendo cada año a Santiago de Arriba. No en vano, son ellos los que «piden que sus vacaciones coincidan con el 'entroido», dice la abuela.

De hecho, la bisabuela decidió alquilar una casa en la parroquia para que los más pequeños puedan ir en las vacaciones de carnaval. Pese a sus problemas de memoria, recuerda los personajes de este carnaval. «Cuando ve el 'entroido' en la tele, nos dice: 'Mira, el volante, mira el maragato'», concluye Beti. Con esos mimbres, la familia retoma su vida en Barcelona, pero con la ilusión de volver a vestir el traje el año que viene.

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