Suscríbete
Pásate a Premium

Un estudio prueba que la música 'estimula' los genes que producen las enfermedades neurodegenerativas

«Es intuitivo pensar que este efecto de la música tiene un efecto compensatorio en los genes alterados en el Alzheimer, como si se tratara de un efecto terapéutico», afirma uno de los investigadores

Los investigadores Federico Martinón y Antonio Salas, junto a la musicóloga Laura Navarro, en la sede del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) miguel muñiz
José Luis Jiménez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace un año, un grupo de investigadores del hospital clínico de Santiago de Compostela se propusieron explorar qué respuesta tendría en nuestros genes la experiencia de escuchar música clásica, y si de ella se pudieran derivar efectos terapéuticos beneficiosos para la salud. Este martes han presentado sus primeros resultados, que se mueven entre la prudencia y el entusiasmo: cautela, porque la investigación está todavía en una fase muy primigenia; pero sin ocultar la satisfacción de comprobar que, en efecto, la música provoca estímulos en aquellos genes alterados y que están relacionados con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, el trastorno del espectro autista o deterioros cognitivos diversos.

El estudio de la 'sensogenómica' se centró en «el universo de moléculas que se expresan a partir del ADN de una persona como respuesta a un estímulo musical». Este 'universo' es el 'transcriptoma', que a diferencia del ADN -que se mantiene estable a lo largo de nuestra vida- es «dinámico y refleja la respuesta de un individuo a los cambios del entorno y la edad», como explica el grupo de científicos dirigido por Antonio Salas y Federico Martinón.

Como principales lecturas de los datos obtenidos, los investigadores ha detectado que el estímulo musical modifica «más del doble de genes» en pacientes con demencias de distinto tipo que en un oyente sano, y que «muchos de esos genes están relacionados con procesos neurodegenerativos», según ha explicado Salas. En el artículo, no obstante, se matiza que «estos cambios en la expresión genética necesitan de más investigación, considerando particularmente el potencial impacto masivo de los efectos de la música en el transcriptoma, que puede sobrepasar» concepciones preexistentes hasta la fecha en el campo de la neurología.

«Lo más sorprendente es que el estímulo musical hace que la inmensa mayoría de los genes se expresen en dirección contraria a como se expresan en los pacientes con deterioro cognitivo», ha destacado Salas, «es intuitivo pensar que este efecto de la música tiene un efecto compensatorio en los genes alterados en el Alzheimer, como si se tratara de un efecto terapéutico».

La investigación ha permitido detectar «cientos de genes» con su expresión alterada en respuesta al estímulo musical, como los TMEM38B, MPT, GIGYF1 o el GATA2, aunque «queda mucho camino por recorrer» hasta saber «el papel específico que juega cada uno de ellos». Sin embargo, estos genes están identificados en «rutas biológicas» relacionadas con el deterioro cognitivo, como los procesos de autofagia celular, acumulación de cuerpos beta-amiloides, entre otros.

Un ejemplo es el caso del metabolismo del L-glutamato. Niveles deficientes de este aminoácido están identificados en cerebros de enfermos de Alzheimer, señala el artículo científico, y la pérdida de actividad del mismo está relacionada «con la demencia clínica y el deterioro cognitivo medio, jugando un papel en la patogénesis del Alzheimer desde etapas tempranas». Así, «los datos sugieren que el estímulo musical podría contribuir al control del L-glutamato en cerebros de enfermos de Alzheimer, un objetivo compartido con las tradicionales terapias farmacológicas«.

El artículo también se refiere a los beta-amiloides. «Su acumulación en el cerebro es un evento temprano tóxico en la patogénesis del Alzheimer y no existe un tratamiento farmacológico eficiente para su tratamiento», recoge el texto. El estímulo musical provoca una expresión en la regulación de los beta-amiloides quince veces superior en pacientes con trastornos neurodegenerativos que en aquellos sanos, aunque la investigación no alcanza a explicar la razón.

Los investigadores reconocen las limitaciones de este estudio preliminar, realizado el pasado año mediante la toma de muestras de sangre a pacientes con distintas alteraciones neurodegenerativas y un grupo de control de personas sanas antes y después de un concierto de música clásica en el Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela. El programa consistió en piezas breves de Vivaldi, Mozart, Cherubini, Strauss y Gardel, con una duración total de 50 minutos

La principal incógnita es qué efectos a largo plazo tiene esta exposición al estímulo musical y si, como se anhela, puede haber beneficios derivados de la música en pacientes con Alzheimer o desórdenes cognitivos leves. Para proseguir con la investigación, los promotores del estudio reclaman una mayor ayuda de patrocinadores y mecenas para sufragar los gastos. «La acogida social ha sido muy buena pero iremos más rápido y mejor» con una mejor financiación, ha reclamado Federico Martinón.

El artículo ya está disponible en el repositorio bioRxiv como un preprint, es decir, pendiente de su revisión por otros grupos de la comunidad científica para su posterior publicación en revistas especializadas.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación