Detienen a un vecino de Narón por el crimen de Elisa Abruñedo, diez años después
UCO y agentes de la comandancia de La Coruña lideraron un operativo basado en el rastro genético que el asesino y violador de la mujer dejó en su cuerpo
Elisa Abruñedo, el crimen que el caso Asunta eclipsó
Los hijos de Elisa Abruñedo nunca tiraron la toalla, y los investigadores tampoco. Diez años después de que alguien violase y matase a esta vecina de Cabanas (Ferrol) de 46 años a los pies de su casa, la UCO y la Comandancia de La Coruña han detenido al presunto culpable de los hechos. Se trata de un hombre de 49 años, cazador aficionado, pelirrojo y vecino de Narón, una localidad muy próxima al municipio en el que ocurrieron los hechos, que fue detenido durante la mañana en su puesto de trabajo, el astillero de Navantia. Unas horas más tarde, a media tarde de ayer, el hombre participó en el registro de su piso, en el que reside con su padre y su hermano. Durante la entrada, los agentes se incautaron de varias escopetas, además de otros materiales que serán analizados. Los acompañó el detenido, cuyo color de pelo delató, que en todo momento se mostró tranquilo y participativo con la labor de los agentes.
Fueron los avances científicos los que permitieron cruzar datos, rastrear y hacer cribados en la comarca, muchos de ellos aleatorios, hasta cercar al presunto verdugo de Elisa. Sin testigos del crimen, el único hilo que la investigación tenía para llegar al asesino era la huella genética que dejó en el cuerpo de la mujer tras la agresión sexual. En su momento ésta se cruzó con la lista de violadores de la comarca, sin coincidencias. Ante la falta de otras líneas de trabajo, el pasado año los agentes de la Guardia Civil volcaron parte de sus esfuerzos en ahondar en los árboles genealógicos de los habitantes del lugar y de otros municipios de la comarca Ferrolterra en un intento desesperado por desenmascarar al culpable. Era, reconoció la familia, casi como buscar una aguja en un pajar.
Un año después de que la UCO se trasladase a Cabanas para acordonar el paraje en el que apareció su cuerpo, un zarzal a escasos 500 metros de su casa, el anuncio de la detención allana el camino para resolver uno de los casos más enigmáticos de las páginas gallegas de sucesos. En su momento, los familiares de la víctimas denunciaron que el crimen de Asunta Basterra (Elisa desapareció el 1 de septiembre de 2013, veinte días antes de que Asunta Basterra fuese asesinada por sus padres) había eclipsado el de la ferrolana, que nunca obtuvo la misma repercusión mediática. Pero las pesquisas nunca se detuvieron. Entre las hipótesis que barajaban los uniformados estaba que el agresor no conocía a la mujer y que había aprovechado el momento para atacarla. Lo hizo mientras ella daba un paseo por la aldea, casi vacía porque la mayoría de sus vecinos estaba en un entierro. Poco antes de su desaparición, había estado hablando con una vecina que la vio enfilar el camino hacia su casa, a escasos 200 metros. La siguiente persona en encontrarla, ya cadáver, fue un veterinario alertado por unas zapatillas que se veían entre unas zarzas y que indicaron el lugar al que el asesino de la mujer, madre de familia, la arrastró para intentar ocultarla.
La autopsia demostró que el violador y asesino de Elisa Abruñedo estaba frente a su víctimas cuando la apuñaló, pero se desconoce si fue cuando ella se encontraba de pie o ya estaba derribada o inmovilizada en el suelo. Nunca se encontró el arma del crimen. Tampoco se pudo dar con la descripción del vehículo o medio de transporte que el sospechoso utilizó para escapar del lugar sin ser visto, lo que complicó mucho las pesquisas, que estuvieron en punto muerto durante casi una década.
A partir de ahí, años de pesquisas focalizados en encontrar al hombre que, tal y como demostró la autopsia, asaltó a Elisa de forma sorpresiva y la mató después de violarla. «Mientras tenga fuerzas seguiré», reconoció su hijo Adrián en el noveno aniversario de la muerte de su madre en declaraciones a ABC. El detenido se encontraba, al cierre de esta edición, en dependencias del cuartel de la Guardia Civil de Ferrol, donde estaba previsto que pasara la noche. La investigación está siendo dirigida por el Juzgado de Instrucción número dos de Ferrol y se mantiene bajo secreto. Las respuestas al crimen están ahora más cerca.
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