Condenan a 37 años de cárcel a un hombre por violar durante 16 años a tres niñas, nietas de su pareja
Las tres menores, de entre 6 y 16 años, convivieron en varias ocasiones con el agresor, que mantenía una relación con su abuela
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La Audiencia Provincial de Lugo ha condenado a un hombre de 65 años a 37 años de prisión por varios delitos de agresión sexual a tres menores, dos de ellas nietas del acusado y otra familiar, cuando tenían entre 6 y 16 años de edad. Los delitos se produjeron entre 2005 y 2021.
El tribunal también le ha impuesto 25 años de libertad vigilada, además de la consabida inhabilitación especial y la privación de patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento. También tendrá que indemnizar a dos de las víctimas con 15.000 euros a cada una y a la otra con 5.000.
Las agresiones se produjeron cuando las menores vivían en casa de su abuela, donde residía también el hombre, pareja de la anciana. La situación de abuso de las niñas llegó a su fin cuando la mayor contaba 16 años y se lo contó a su madre, que inmediatamente interpuso la denuncia.
La sentencia considera probado que el hombre, al que reconocían en calidad de abuelo, comenzó con tocamientos cuando se encontraban dormidas, avanzado en el abuso hasta llegar a suministrarles en algún caso pastillas para que no ofrecieran resistencia y posteriormente las violaba, un comportamiento que repitió de forma periódica en dicho periodo de tiempo.
El hombre llegó a meterse en la cama con ellas, con la excusa de ver películas, y reconoce la sentencia que las niñas recibieron contraprestaciones a cambio de permitir esos abusos, además de coaccionarlas para mantenerlo en secreto.
El acusado se defendió en el juicio alegando que las niñas presentaron la denuncia porque él se negó a comprarle a una de ellas un teléfono móvil y aseguró que no puede consumar las relaciones sexuales porque tiene una enfermedad que se lo impide.
El tribunal creyó a las víctimas afirmando que defendieron en todo momento sus versiones, que fueron diferentes en cada caso y sostenidas por las pruebas, «sirviendo para reafirmar sus declaraciones, el hecho de que no todas sean iguales, sino que están sembradas de diferencias que las hacen singulares», dice.
También quedó probado el hecho de que en la casa había cámaras de vídeo, concretamente en la habitación ocupada por las menores y en el baño, «sin que haya dado explicación de ningún tipo sobre la finalidad de su colocación, que tan solo pueden tener una connotación de tipo sexual».
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