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'Clanes', o la doble vida de una villa en la que manda el narcotráfico

El próximo viernes llega a Netflix una nueva serie de ficción que dibuja un Cambados donde los vecinos conviven con el pasaje de droga por la ría. ABC entrevista a tres actores del elenco: Diego Anido, Melania Cruz y Xosé Touriñán

LA INCURSIÓN DE LA RETRANCA EN LA GRAN PANTALLA

Imagen tomada durante el rodaje de la serie CEDIA
Pablo Baamonde

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El narcotráfico gallego lleva años inspirando rodajes. Hace tiempo que no impacta ver series que toman las Rías Baixas como escenario para narrar historias que hablan de crimen, poder y ambición. Pero, según parece, sigue quedando terreno por explorar. 'Clanes' es una nueva ficción que llega el próximo viernes a Netflix y dibuja un Cambados en el que los vecinos llevan años lidiando con las consecuencias de compartir espacio de vida con bandas criminales organizadas. Protagonizada por Clara Lago ('La cara oculta') y Tamar Novas ('Quien a hierro mata'), sigue el romance que surge entre Ana, una abogada que llega para instalarse desde Madrid, y Daniel, el hijo del líder del «clan de los Padín» y cabeza visible del grupo mientras su padre sigue en la cárcel. Pero, más allá de eso, la serie retrata una comunidad en la que conviven dos mundos: el día a día de una típica 'vila mariñeira' y la criminalidad del narcotráfico; y las contradicciones que surgen ante el pasaje de droga: trae riqueza y suple al pueblo de necesidades, pero también acarrea consecuencias para sus habitantes. ABC habla con tres actores gallegos del reparto: Diego Anido, Melania Cruz y Xosé Touriñán.

Diego Anido ('As Bestas') interpreta a Samuel, un integrante de nivel medio de los Padín. «No es ni trapichero de calle ni jefe del grupo», y en el clan se le considera un hombre «de confianza», adelanta el actor. Trabaja para Milo, otro miembro de la banda al que da vida Xosé Touriñán ('Cuñados'), y, por extensión, para Daniel. «[Samuel] es un poco desgraciado. Le pasan bastantes cosas, y cada una que le ocurre es un giro. Pero, sobre todo, tiene mala suerte», explica, «sufre muchas consecuencias físicas». Anido cuenta que, durante el rodaje, tuvo mucho contacto con los efectos especiales, llegando a rodar escenas de especialista, «de estar sumergido en alguna sustancia, de tener cicatrices en el cuerpo... Lo pasé bien, porque es inusual y sabes que tiene un impacto visual grande, cuando ves una peli, que a un personaje le pase algo y quede transformado». Al final, hubo de todo: momentos «muy pringosos», recuerda entre risas, y otros «muy divertidos».

Melania Cruz en una imagen tomada durante el rodaje CEDIDA

Por otro lado, Melania Cruz ('Malencolía') se convierte en Laura, una mujer «muy normal» que lleva un bar con su madre, a la que interpreta María Pujalte ('El lápiz del carpintero'). Igual que Milo y Samuel, Laura «es una 'curranta'», dibuja Cruz. «Tiene una hija adolescente, que se llama María, con la que tiene los típicos conflictos entre madre e hija que está en esas edades». Y, como los Padines, «tampoco sabe vivir de otra manera. En un momento determinado, ella y su madre pudieron elegir marcharse, pero se quedaron. Se hicieron cargo del bar, en medio de este ambiente de narcotráfico, con todo lo que puede llegar a implicar. Ellas tampoco están cómodas, no les gusta que pasen ciertas cosas en la villa», relata, y «estarían mucho más tranquilas si no pasasen». Las pasiones de unos y otros son las que mueven la trama, y es tónica habitual que se arrastren conflictos del pasado. Por ejemplo, «determinados personajes nunca entran en el bar de Laura» por cuestión de orgullo o principios.

Tamar Novas y Xosé Touriñán en una imagen tomada durante el rodaje de la serie CEDIDA

Por último, cinco años después del estreno de 'Fariña', Touriñán vuelve a meterse en la piel de un miembro de una banda de narcotráfico. Aunque admite que su personaje «no tiene nada que ver» con aquel otro, hijo del patriarca de los Charlines. Él y su hermano «eran un poco más 'cabezas locas'; herederos de un imperio que quedaba en manos de imbéciles. Aquí soy un currante. [Milo] sí hace cosas malas e ilegales, pero interpreto, creo, a un tipo que sabe hacer eso y no sabe hacer otra cosa, y siempre cumplió. Alguien de honor con la empresa», retrata. El actor destaca que, tanto en su caso como en el de sus compañeros de rodaje, «una línea» que les marcaron fue que interpretasen a «gente normal, no a malos de pelis. Que no estuviésemos todo el tiempo poniendo cara de 'somos malísimos'«, y los tres coinciden en la naturalidad como herramienta para mantener la serie con los pies en la tierra. »Al final, se trata de interpretar a gente a la que le tocó –o que escogió– dedicarse a eso. Por el lugar donde viven, a todos les toca un poco«, resume Touriñán.

Mismo tema, varios prismas

Los tres actores coinciden en cuanto a las pretensiones que se marca esta nueva producción. Desde la ficción, su trama lidia con la conflictividad por la que tuvieron que pasar los vecinos de comunidades como esta, ligados su hogar, pero, al mismo tiempo, soportando unos ritmos de vida impuestos. Explica Cruz: «Crecieron en ese ambiente y les viene heredado, igual que a mí [por Laura] me viene trabajar en un bar (...). Es gente muy normal, no hay nada extraordinario en lo que hacen, salvo a lo que se dedican». Porque, añade Anido, más que intentar escarbar en la relación entre la gente normal de la villa y los «gángsters», la serie sigue un enfoque diferente. «Pienso que [el tema] está comprimido y solo se habla de las vidas de las personas envueltas directamente en el problema. El bar de A Raposa, el bar de Laura, sin desvelar nada, tiene una problemática totalmente ligada al corazón de la serie y a todos los personajes. Por eso la clave es que los que están envueltos en la trama son representados y actuados como gente normal».

Touriñán señala otra cuestión a la que dota de importancia. «Lo que pasa en estos lugares, que supongo que también pasa en la realidad, es que todos estos chanchullos, estas mafias, salpican a todo el mundo, quiera o no estar metido. Al de la peluquería, al del restaurante… de una u otra manera, esta gente necesita de todo eso. Y creo que en 'Clanes' se ve reflejado perfectamente. Todos son personajes normales de un lugar donde la 'economía' que lo mueve viene del crimen«. A su parecer, quedan aún »mil maneras« de explorar la relación entre Galicia y el narcotráfico en el audiovisual. Tanto por la proximidad de esa realidad como porque sigue estando a la orden del día, valiéndose de tecnologías y métodos cada vez más sofisticados. Y uno de los poderes que tiene la ficción en pantalla, para Touriñán, es el de ilustrar un mismo tema a través de tonos muy distintos. Con el respeto siempre por delante, admite estar »esperando« que en algún momento se apueste por el enfoque humorístico: »La verdad es que no es un tema muy 'para reír', pero todo coge más seriedad cuando lo tratas desde la comedia. Creo que nos falta una buena comedia de esto«.

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