CALLE DEL PRÍNCIPE
Mereció la pena
El camino del progreso material y cultural de los pueblos está lleno de urnas y dificultades
Escribo está reflexión desde una cama del Servicio de Urgencias del hospital Álvaro Cunqueiro, donde he estado por una arritmia cardiaca. Mientras estaba allí recordé el primer día que el residente Carlos Príncipe hizo guardia en pediatría del antiguo y único hospital del Insalud en ... Vigo. Se le conocía como el Pirulí y había dos consultas de aproximadamente diez metros cuadrados: la de Medicina Interna y la de Pediatría, que era incluso más pequeña que la anterior. Aquel día, solo ante el peligro, tuve que atender a más de 80 niños menores de 7 años, ya que en aquellos tiempos cuando superaban esa edad ya pasaban a Interna.
Ese 15 de enero de 1980 en la puerta de Interna conocí al doctor Ruiz Jiménez, con el que hice amistad y con quien jugué al tenis en las pistas del Mercantil. El servicio de urgencias del hospital del Insalud en Vigo tenía escasamente 200 metros cuadrados. Hoy más de 6.000 metros cuadrados están para atendernos, separando con entradas diferentes los pacientes pediátricos hasta los 14 años de los adultos. En pediatría lo inicial era que los médicos de guardia fueran un residente y un adjunto. ¡Y teníamos 20 partos diarios! Hoy lamentablemente, de media, solo hay 6.
Mientras escuchaba las alarmas de los monitores que reflejaban mi frecuencia cardiaca me pasó por delante cómo fue posible este cambio fantástico que disfrutamos hoy más de 400 pacientes. Pues fue posible por la política democrática que desarrollo la Transición, durante la que se aprobó la Constitución primero y después el Estatuto de Autonomía, que nos integró en la Unión Europea y permitió desarrollar un estado de bienestar y un sistema público de salud ejemplar como el que tenemos.
Todo lo que tenemos los gallegos y los españoles nos lo debemos a nosotros mismos y al sistema democrático que nos permite elegir a los que nos gobiernan. Mereció la pena este largo camino para hacer una sociedad democrática. Mereció la pena participar en las elecciones, unas veces ganando y otras –demasiadas– perdiendo. El camino del progreso material y cultural de los pueblos está lleno de urnas y dificultades, que solo se superan con unidad, consenso y sufrimiento
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