El capitán del Prestige: «Lo más duro en España es que no pude hablar, no me pude defender»
En su pueblo minúsculo de Karkinagri, isla de Icaria, ABC conversa con Apóstolos Mangouras, el hombre que desobedeció la orden de alejar el petrolero de la costa. El caso sigue abierto, no puede hablar, pero remarca que «lo que pasó en el barco fue duro». Y sus dos años de cárcel. Sus vecinos dicen que hizo lo correcto
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Viajamos a Karkinagri, al suroeste de la isla de Icaria, pueblo bañado por las aguas en las que, según la mitología, habría caído Ícaro, hijo del inventor Dédalo, cuando sus alas de cera se deshicieron mientras intentaba escapar de Creta.
En este lugar nació, en ... 1935, Apóstolos Mangouras, capitán del Prestige y la única persona que fue condenada por el fatídico accidente que provocó la mayor catástrofe medioambiental de la historia de España.
Le encontramos sentado en El rincón de Nikos, el bar al que acude cada día para tomar café y jugar a las cartas con sus amigos. En un primer momento, nos dice amablemente que no quiere hablar, me presentó y cambia de idea, me señala la silla que tiene a su lado, me pide que me siente y me invita a un café. Nos informa que, como el caso aún está abierto, sus abogados le han recomendado encarecidamente que no haga declaraciones.
Ya sentados ambos a la mesa, comenzamos a charlar de todo un poco: de sus nietos, del pueblo, de su infancia y me pregunta por mi origen, al oír España, empieza a rememorar sus experiencias allí. Nos cuenta que, al desembarcar en la costa, le llevaron a una comisaría de policía. Pensó que le harían un interrogatorio y que lo dejarían marcharse. Los acontecimientos, no obstante, se sucedieron de un modo muy diferente: lo detuvieron in situ y ni siquiera pudo ir al hotel a ducharse y cambiarse de ropa. «Estaba lleno de grasa y suciedad de las máquinas y llevaba días sin afeitarme», recuerda. Aquella misma noche, ya en prisión, pudo al fin asearse y no tardó en caer rendido al sueño, exhausto tras las durísimas jornadas que precedieron.
El segundo día en prisión pidió que le llevaran a ver a un médico, «me esposaron para llevarme al hospital, esto fue algo que me impresionó tanto que me dejó sin palabras. Mi intención era hablar con un médico para que me dejara pasar la noche allí, con vigilancia policial pero fuera del calabozo. Psicológicamente no me sentía con fuerzas para pasar otra noche en la cárcel. Me atendió una médica bastante joven que no sabía nada de inglés y fue imposible entendernos, así que me mandaron de vuelta al calabozo» comenta mientras mira al suelo con aire triste.
España, bien y mal
«En la cárcel estuve un tiempo y luego me dejaron en libertad, pero no podía salir del país. Al principio tenía que ir dos veces al día a la comisaría, después una vez al día, más tarde dos por la semana» hasta que, ya no tuvo que volver más y le permitieron regresar a Grecia.
Con una sonrisa nos cuenta que en prisión le trataron muy bien, «mis compañeros fueron siempre muy amables conmigo. Todos los días recibía decenas de cartas que me traducía otro presidiario en las que gente, casi todos estudiantes, le mandaban ánimos. Recuerdo con mucho cariño una carta de una estudiante universitaria que me preguntó por mi talla para mandarme ropa y zapatos». También hubo españoles que le hacían transferencias a su cuenta bancaria para el pago de la fianza y concentraciones para pedir su libertad. En este sentido, se muestra muy agradecido con el pueblo español.
No obstante lo que aún no ha podido superar es la sensación de que nadie quería escuchar su versión de los acontecimiento: «lo que más duro me resultó durante todo la detención y todo el tiempo que pasé en España es que no pude hablar, no pude defenderme. Es algo que aún me pesa y me entristece«, nos cuenta visiblemente afectado. «El tiempo pasaba y había que tomar decisiones, pero nadie lo hizo, fue realmente duro lo que pasó en el barco», declara.
En Karkinagri hay en este momento 120 habitantes pero se espera que la población se reduzca a menos de la mitad en las próximas semanas, cuando la gente más anciana del pueblo regrese a la Grecia continental para pasar los 4 meses más fríos del año. Mangouras nos cuenta que, debido a su insuficiencia cardíaca, debe volver a Atenas la próxima semana para seguir con sus revisiones y pasar el invierno en su vivienda de Atenas con sus dos hijos y sus dos nietos.
En el pueblo todo el mundo conoce lo sucedido pero no se habla de ello. Tomás Stefanou, arquitecto jubilado de 77 años, nos comenta que, a veces, sale el tema del barco en las conversaciones en el bar, pero siempre cuando el capitán no está presente: «todos tenemos un gran cariño y respeto a Mangouras y sabemos que, cuando sale el tema, el capitán rememora con dolor todo lo sucedido y no queremos que eso pase».
Yorgos Tsamoudakis, presidente de la comunidad de vecinos de Karkinagri, nos comenta que tenía 12 años cuando las costas gallegas se llenaron de chapapote y que, aunque en ese momento todo el pueblo se enteró de lo ocurrido, él no ha tenido conocimiento de toda la historia hasta hace pocos años.
Su mujer, Popi, camarera en el único bar que hay abierto en este momento en Karkinagri y donde Mangouras acude cada día, siempre de once a tres a tomar café y jugar al 'virviri' con sus amigos. Cada mañana su amigo apodado 'Jackson' le recoge en su casa y le deja en la puerta del bar. Mangouras camina con dificultad, sobre todo tras una caída que tuvo el año pasado, y le resulta difícil recorrer las empinadas calles para llegar al Rincón de Nikos. Cuando termina la partida, Jackson lo lleva de regreso a su casa y el capitán no vuelve a salir hasta el día siguiente.
Cuando Mangouras nació, en la isla no había luz, ni agua corriente, y la única pista que comunicaba el pueblo con el resto de la isla se convertía en un barrizal que dejaba al pueblo incomunicado durante la época de lluvias. «Teníamos lámparas de aceite y cada familia era autosuficiente», recuerda. La electricidad no llegó hasta los años 80 y la carretera ha sido asfaltada hace escasos años.
Un héroe para los suyos
En el pueblo aún se habla de dos catástrofes navales, la del Prestige y la del Ferry Samina, en el año 2000. El Samina que comunicaba el pueblo con el resto de la isla cuando la carretera se inundaba. Se hundió en el Egeo provocando más de 80 muertos, varios de ellos icarios.
En Karkinagri quedan 3 familias con niños, 9 niños en total de entre 3 y 10 años de edad. La fuerza de trabajo del pueblo está formada por 15 adultos que trabajan en lo que va surgiendo: chapuzas, albañilería, apicultura, agricultura, etc. El sector de la apicultura está en auge, nos comenta Tsamoudakis, sobre todo la demanda de la miel de 'anama' (Erica manipuliflora), planta que crece en la isla y que da una miel muy apreciada en toda Grecia por su textura y sabor. El turismo aporta pocos ingresos porque el pueblo no tiene playa como tal. No obstante, a principio de julio tiene lugar la festividad de Santa Paraskeví, y en la localidad se realiza el 'panigiri' (las famosas verbenas típicas de la isla), que supone un gran empujón para la economía local.
Kostas Zacharidis, albañil de 49 años y amigo de Christina Mangoura, la hija del capitán, nos comenta que el hecho de que la prensa española acudiese con tanta frecuencia a la isla para hablar con Mangouras despertó su interés sobre el tema y se ha documentado sobre el incidente, leyendo todo lo que se ha ido publicando por la prensa internacional al respecto. Desde su punto de vista, el capitán, con una dilatada experiencia en el mar de más de 40 años, es un héroe, si hubiera alejado el barco, como se le pidió, el vertido podría haber alcanzado las costas francesas y portuguesas.
En la terraza de El rincón de Nikos la conversación se vuelve a centrar en el Prestige. Los aldeanos debaten encendidamente sobre las responsabilidades, de lo que supondría un vertido similar en el Egeo, acerca de la actuación de Apóstolos Mangouras. No se ponen de acuerdo salvo en una cosa, que la actuación del capitán fue la correcta y que su acusación fue totalmente injusta y ha marcado a él y su familia de por vida. Mientras tanto, en el tapete, la partida de 'virviri' de hoy la gana Apóstolos Mangouras.
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