Caso Alvia: el mayor juicio de la historia de Galicia espera sentencia
Diez años después de la tragedia, las familias aún deberán aguardar meses para conocer el primer veredicto
La jueza tiene sobre la mesa 70.000 folios, las declaraciones de 650 testigos y peritos y una batalla de dos relatos
Los dos acusados por el accidente del Alvia se culpan mutuamente en la última sesión del juicio
![Una trabajadora limpiaba las mesas de la sala de vistas instalada en la Cidade da Cultura de Santiago, antes de la primera sesión del juicio, en otubre](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/07/29/1452043111-REWbNHzwQhT2TldxaT3FulK-1200x840@abc.jpg)
La Justicia suele ser más lenta de lo deseable, sobre todo para las víctimas. Pero para las familias de los 80 viajeros y los 145 heridos en el accidente del tren Alvia de Santiago de Compostela, el 24 de julio de 2013, lo está siendo especialmente: han tenido que esperar más de nueve años para ver cómo un tribunal sentaba a los presuntos responsables en el banquillo; seguir el desarrollo de casi diez meses de juicio pendulando entre la farragosidad técnica y la emotividad; y ahora, que el caso ha quedado ya visto para sentencia, las familias deberán tener unas dosis extras de paciencia porque el fallo no se conocerá hasta primavera. Además, todas las partes tienen claro, que ahí no acabará el recorrido judicial del caso Alvia. Sea cual sea el sentido de la sentencia, todos los consultados dan por supuesto que se presentarán recursos a instancias superiores.
Dos relatos opuestos
Elena Fernández Currás, titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Santiago, es quien ha llevado la batuta del que es seguramente el mayor juicio en la historia de Galicia. Y para emitir su veredicto no lo tendrá fácil. En su despacho se acumulan más de 70.000 folios de la causa, las declaraciones de los 500 testigos y los 150 peritos que desde octubre desfilaron, además de las carpetas sobre las posibles indemnizaciones a cada una de las víctimas, cuestión a la que se dedicaron los últimos meses del juicio, y que le toca también a la jueza calibrar. Y salpicando todo este material, una batalla de los dos relatos opuestos de los dos procesados, señalándose mutuamente por la mayor tragedia ferroviaria de los últimos 80 años en España.
En la sala de vistas, instalada en uno de los edificios de la Cidade da Cultura porque los juzgados compostelanos no cuentan con infraestructura apropiada para una vista de este envergadura, se sentaron dos investigados. El maquinista del tren, Francisco Garzón Amo, al que se le acusa de no frenar a tiempo el convoy antes de la curva de A Grandeira (Angrois) porque iba absorto hablando por teléfono; y Andrés Cortabitarte, entonces jefe de seguridad de la circulación de Adif, procesado por, supuestamente, no haber hecho las evaluaciones de riesgo necesarias previas a la puesta en marcha de la línea de alta velocidad entre Orense y la capital gallega —un años y medio antes del accidente—.
Aunque ambos se enfrentan a la misma pena —cuatro años de cárcel por 80 delitos de imprudencia grave profesional y 145 de lesiones—, los casi diez meses de juicio despertaron dudas en el fiscal del caso, Mario Piñeiro. Pese a que, en un principio, el representante del Ministerio Público señalaba tanto a uno como a otro, en su informe final, para sorpresa e indignación de las víctimas, eximió de responsabilidad a Cortabitarte al concluir que «no podía prever que había un riesgo» de accidente en la línea. El posicionamiento de la Fiscalía, no obstante, no tiene por qué ser la crónica anunciada de una absolución, pues otras acusaciones sí le señalan y la decisión final queda en manos de la jueza.
El debate sobre la llamada
Que las estrategias pivotarían en buena medida en señalar al otro quedó claro ya en los interrogatorios los dos acusados, allá por el mes de octubre, y lo confirmaron ambos abogados este mismo jueves en la exposición de sus respectivos informes finales con los que se bajó el telón del juicio —tantoGarzón Amo como Cortabitarte rechazaron hacer uso de su derecho a la última palabra antes de que la causa quedase vista para sentencia—.
Ignacio Sánchez González, abogado del exalto cargo de Adif, insistió en que «la causa directa del accidente es la anómala e inusual actuación del maquinista», alargando durante cien segundos —hasta que el tren descarriló en la curva— una conversación telefónica que, aunque sí estaba relacionada con el servicio, no era urgente y debería haberla solventado en «cinco o seis segundos». Sobre esta llamada del interventor al maquinista, Manuel Prieto, abogado de Garzón Amo, tiene una versión contraria: cree que ese despiste —o pérdida de 'conciencia situacional', como prefiere llamarle— «podría haberle sucedido a cualquiera».
La defensa del maquinista insistió en que la infraestructura, y en particular la curva de Angrois, no contaba con los sistema de seguridad necesarios, mientras que el abogado del cargo de Adif considera que, como esa, «hay decenas» en la red española. La llamada y los análisis de los riegos, sin ser los únicos, fueron dos de los principales asuntos tratados en este largo juicio.
El abogado de Cortabitarte cree que su cliente está en el banquillo porque buscaron a un «villano» que acompañara al maquinista, quien, para su defensa, es «una víctima» más de la tragedia. Ahora, la palabra —no la última— la tiene la jueza, que prometió estar «a la altura» con la sentencia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete