Dos acusados acorralan a Diego Montaña y a Llumba en el juicio por el asesinato de Samuel Luiz
Alejandro Míguez y Katy defienden su inocencia señalándoles: uno le cogía «el cuello» y el otro «le daba puñetazos»
«Tienen razón, fue una cacería, una animalada», reconoce la exnovia del primer joven que agredió a la víctima
La segunda sesión del juicio por el crimen de Samuel Luiz ha confirmado este jueves las estrategias que las defensas dejaron ya entrever en sus escritos iniciales. Un fuego cruzado, en una especie de 'sálvese quien pueda', de los cinco acusados para sacudirse su responsabilidad en el asesinato señalando a sus compañeros de banquillo. Alejandro Míguez y Catherine Silva, los primeros en declarar —y los únicos de los cinco que están en libertad provisional— señalaron directamente a Diego Montaña y a Alejandro Freire, alias 'Llumba', como autores del linchamiento: «Yo veo claramente cómo lo agreden», coincidieron.
Alejandro Míguez fue el primero en ocupar la silla de interrogatorios. Se defendió alegando que él sólo había intervenido en la agresión para separar. Pero no sólo eso. Apuntó a Diego, su amigo: «Veo cómo está lanzando una serie de puñetazos a una persona que no conozco». También a Llumba, que estaba «sujetando del cuello» a Samuel Luiz, a quien ninguno de ellos conocía. Y a otros dos jóvenes implicados en el crimen, que ya fueron juzgados y condenados en un proceso al margen porque entonces eran menores de edad: Marco y David, conocido con el sobrenombre de 'Pompo'. «Yo veo a bastantes personas allí, pero que agredan directamente [a la víctima] veo a esas cuatro personas que le comento», certificó Alejandro Míguez a preguntas de las acusaciones.
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También Catherine Silva, la segunda de los acusados en declarar, incriminó a Llumba y, sobre todo, a Diego Montaña, que además era su novio en el momento de los hechos: «Diego se abalanzó sobre este chico y le dio puñetazos». Ella también vio cómo Llumba «lo agarra [a Samuel] por el cuello». Pero Chatherine, a preguntas tanto de la fiscal, Olga Serrano, como de su abogado, dijo más. Confirmó que su novio lanzó insultos homófobos a Samuel antes de agredirlo. «Diego dijo 'deja de grabar o te mato, maricón'», aunque aclaró que no lo consideraba una persona que rechazase a los gays.
Ahondando en una cuestión nuclear a la hora de zafarse, o no, del agravante de discriminación, Katy explicó que Diego solía decir la palabra «maricón», pero que nunca notó en él actitudes homófobas. Preguntada sobre si ella percibió la condición sexual de la víctima cuando vieron a Samuel con una amiga en la calle, dijo que no. Que incluso habrían pasado por pareja.
En el lugar equivocado
Además de señalar en la misma dirección a la hora de incriminar a dos de sus amigos, los acusados que han declarado este jueves han coincidido en su intento por alejarse del grupo atacante, a ojos de los jurados populares. Desde el arranque de las dos declaraciones, las defensas se obcecaron en dejar claro que sus clientes estaban en un lugar inoportuno aquella noche, que no les correspondía. Para Alejandro Míguez, su único amigo entre los cuatro con los que comparte banquillo era Diego, la persona a la que todos los focos apuntan. También para Katy, que reveló que era la «primera noche» que salía con la pandilla de su pareja. En cuanto al desarrollo de la paliza, los seis minutos fatales en los que una turba puso fin a la vida de Samuel, estos dos acusados también dieron versiones paralelas. Ninguno de ellos, atendiendo a sus palabras, intervino en la paliza. Solo se acercaron al meollo, dicen, para intentar separarlos.
«Mi intención era separarlos»
«Me considero inocente», arrancó Míguez, justo antes de exponer cómo, según él, ocurrieron los hechos: «Veo a Diego dando puñetazos a una persona que yo no conocía, se estaba cayendo y se estaba levantando. Había una multitud rodeándolo. Llumba lo estaba sujetando del cuello. Yo escucho a Katy que me dice que no haga nada porque es todo culpa de Diego (...) Yo no sé por qué empieza la agresión. Metí los brazos e intenté acceder a Diego, pero fui desplazado por el tumulto hacia atrás. Mi intención era separarlos», relató Alejandro Míguez.
Inerte ante una persona a la que estaban linchando en plena calle, Míguez recuerda haber visto cómo dos jóvenes senegaleses se metieron en la turba para sacar de ahí a Samuel y cómo lo levantan y se lo llevan unos metros. «Yo en ese momento me desentiendo, me desvinculo, porque veo que es imposible separarlos» indica. Desde la distancia, rememora, «llegué a ver que Samuel cayó desplomado». «En ese momento —sostuvo— yo estaba solo».
La siguiente pantalla en su historia lo ubica en el hospital de la ciudad, acompañando a la novia de un amigo con un coma etílico. Allí, narró, vio llegar una ambulancia y un sanitario le dijo que el herido era un chico al que habían dado una paliza en el paseo marítimo. «Me da a pensar que pudo ser la persona que estaba con Diego y Kaio en el paseo», conectó.
Interpelado por la fiscal, Míguez negó reconocerse en la mayoría de imágenes que la investigación recuperó de aquella noche. La mayoría borrosas, aunque otras relativamente nítidas. Pero el acusado no fue capaz de señalarse casi en ninguna. Tampoco identificó al resto de investigados: «Las imágenes me parecen bastante difusas, no reconozco a nadie». En su caso, las acusaciones piden para él 22 años de cárcel por el crimen.
En su turno de palabra, Katy aprovechó para dibujar ante el tribunal ciudadano la imagen de una chica que nada tenía que ver con la pandilla violenta que sentenció al enfermero. «Tienen razón, fue una cacería, una animalada», reconoció la acusada, haciendo suyos los adjetivos que la fiscal usó en la primera sesión del juicio.
Sin embargo, y pese a la acusación que pende sobre ella, Catherine mantuvo en todo momento que ella presenció los hechos casi desde la barrera. Su tesis guarda paralelismo con la de Míguez: «Yo le dije que parase, que nos íbamos de allí ya, pero Diego se abalanzó sobre él a puñetazos. Había una chica al lado de ellos y en ese momento aparece Llumba y lo tira al suelo. Samuel estaba en el suelo con dos personas encima y yo intenté sacar de allí a Diego. Yo separé a Lina, porque después intenté separar a Diego». Con este relato, la acusada da la vuelta al testimonio de la persona que acompañaba a Samuel (y que testificará este viernes), que insistió durante la fase de instrucción en que Katy la tiró al suelo para que no pudiese ayudar a su amigo.
Amigos íntimos gays
La declaración de Katy, para quien las acusaciones reclaman 25 años de cárcel, la misma pena que para su exnovio, prosiguió con detalles nucleares. «Había un grupo y Pompo (menor) tenía un objeto de este tamaño con el que le hizo así (ejemplifica un golpe en la cabeza)» reveló. Con 'objeto' se refiere a un arma japonesa llamada 'kubotán' que otro de los testigos también nombró en la fase de instrucción.
Y Katy, para tratar de sortear el agravante de discriminación sexual que la Fiscalía le achaca, igual que a su exnovio, destacó a preguntas de su abogado que uno de sus íntimos amigos es gay y otro es transexual. Comparecerán en la sala como testigos.
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