La gloria de la exageración

Algunos han empezado a darse cuenta estos días de que pasarse con las exageraciones otorga una gloria muy efímera. Suena el petardazo fuerte, un par de días en el candelero de las redes, pero conforme pasa el tiempo solo queda humo y olor a pólvora. ... Nada más. El ridículo, tal vez, de haberse dejado llevar por la desinformación y la falta de rigor.Ha ocurrido estas semanas en Galicia con la crisis de los pellets. Un acontecimiento grave desde el punto de vista medioambiental se ha convertido en una subasta a ver quién se rasgaba más las vestiduras por un asunto, que lamentablemente si no estuviésemos a las puertas de unas elecciones sería anecdótico.Peces intoxicados en Sri Lanka, fotografías tomadas en Texas… tanta ansia había por hacer saltar las alarmas que muchos no dudaron en pasearse del ganchete de las 'fake news' a ver si colaba la comparación con el Prestige.Cualquiera que vaya habitualmente a la playa en invierno sabe que los plásticos están a la orden del día, pero en este caso de las dichosas bolitas una vez se analizan responsabilidades y se deshace la bola de nieve a muchos se le ha visto la mueca de buitre detrás de la careta de altruismo y preocupación por el medio ambiente. Por intentar arañar votos se ha insultado incluso a científicos que pedían calma en medio de la jungla de las redes.Sí, es preocupante tener que recoger pellets de plástico en las playas, pero ni es culpa de la Xunta, ni hay oscuros intereses para ocultar el vertido y si han conseguido algo con tanto taconeo ha sido poner en peligro el modo de vida de quienes se dedican a la pesca.Este episodio de los pellets tiene que servir para que mejoremos. No puede ser que si un contenedor se cae al mar no haya una normativa internacional que obligue a asegurar la carga para que no termine llegando a la costa. No puede ser que después de cada temporal las playas se llenen de bolsas, guantes, latas de refrescos y trozos de redes.