El acusado de violar y matar con un cuchillo de caza a una vecina de Ferrol en 2013 confiesa el crimen

Patricia Abet

Galicia

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19/10/2023
Actualizado a las 22:08h.

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Tras dos intensas jornadas desde su detención el pasado martes, Roger Serafín González, acusado de violar y matar a Elisa Abruñedo en 2013, confesó a primera hora de este jueves el crimen ante los uniformados, justo antes de su pase a disposición judicial en los juzgados de Ferrol. Lo hizo reconociendo los hechos, aunque sin dar una explicación a lo sucedido. Ya ante la juez del juzgado de Instrucción número 2 de Ferrol, el hombre mantuvo su autoría en el crimen y, después de más de ocho horas desde su entrada al edificio judicial, fue enviado a prisión acusado de un delito de homicidio-asesinato y de otro de agresión sexual. Las pruebas en su contra son potentes e inapelables. El ADN que dejó en el cuerpo de la víctima, a la que acuchilló después de presuntamente violarla a pocos metros de la entrada de su casa, permitió a los agentes lanzar las redes hasta llegar a él, una década después y a través de rastreos en su círculo familiar. Su coche también fue reconocido por un vecino en la zona esa misma tarde, lo que completa la acusación contra este vecino de Narón aficionado a la caza que conocía perfectamente la zona en la que actuó y que incluso llegó a mover el cuerpo de Elisa a una zona de monte y zarzas para dificultar que lo encontrasen. La abogada de oficio que llevaba el caso renunció, al conocer su confesión, a su defensa.

Desde el crimen, el acusado ha seguido acudiendo a cacerías, algunas de ellas en el mismo municipio donde Elisa fue asesinada, sin que nadie sospechase nada de lo sucedido. Es más, muy activo en sus redes sociales, Roger Serafín siguió colgando imágenes de sus capturas y de sus paseos por el campo, siempre rodeado de animales. Tan solo seis días después del crimen de Elisa, subió dos imágenes de un jabalí al que había dado muerte. Ni rastro de remordimiento. La noticia de su detención el pasado martes desató un revuelo importante en al barrio de As Gándaras en el que residía. Sus conocidos lo recibieron a su llegada al registro de su vivienda al grito de «asesino» al conocer los cargos por los que fue arrestado.

Además de por el crimen de esta mujer, a Roger Serafín se lo investiga ahora también por otros delitos cometidos en la zona por un hombre que, señalaron las víctimas, era corpulento y pelirrojo. Durante la entrada en su casa, los agentes de la Guardia Civil de La Coruña localizaron en su vivienda escopetas y otros materiales que fueron requisados para su estudio, sabedores de que en el crimen se usó un cuchillo típico de cazador que también habría delatado al investigado.

La familia de Elisa nunca tiró la toalla pese a los obstáculos para dar con el verdugo de su madre, una mujer de 46 años que trabajaba como gerocultora y que la tarde de su muerte había salido a pasear por la aldea, como era costumbre en ella. La mala fortuna quiso que ese día la mayoría de los vecinos estuviesen en la iglesia en el funeral de otro habitante de la zona, por lo que en los caminos no hubo nadie que se cruzase con el sospechoso. Solo una persona, que después fue la que localizó el cuerpo de la mujer entre unas zarzas, y que recordó haber visto un vehículo verde con unas letras determinadas en la matrícula. Una década después, y con un trabajo ingente de rastreo por parte de los agentes de la Guardia Civil, todas la piezas encajan y los hijos de Elisa tienen, al fin, respuestas. «Yo quiero justicia y que este tipo de calaña pague por lo que hizo» reaccionó Adrián Abruñedo al conocer al asesino de su madre.