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El pazo de los Franco entregado al Estado

Los santos inocentes de Meirás

Los guardeses de la finca pierden empleo y vivienda con la llegada del Estado como poseedor del Pazo. A su cargo, dos hijas menores

Casa de los guardeses del Pazo de Meirás

No responden al nombre de Paco «El Bajo» ni Régula. Bajo su techo no viven Quirce ni un Azarías que llame por su Milana bonita. Tampoco su casa es el descarnado ejemplo de la explotación por parte de las clases pudientes al servicio en la ... España rural de mediados del siglo pasado. Pero en el Pazo de Meirás hay guardeses, o mejor dicho los había, porque con la sentencia que le otorga la posesión provisional del inmueble al Estado , Carlos y Olga se han quedado en la calle. Ambos pierden trabajo y vivienda. Y con dos menores de 16 y 13 años escolarizadas en Sada y un futuro más que incierto. El jueves, mientras la abogada general del Estado exhibía sonriente la llave de Meirás a los pies de la escalinata del Pazo como símbolo de la victoria de la democracia frente a los Franco, Carlos regresaba del instituto de recoger a sus hijas en un discretísimo segundo plano. «Hoy es el día de mi ruina», se lamentaba, «lo pierdo todo».

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