Luis Ojea - LA SEMANA
Espiral de frivolidad e irresponsabilidad
En aquel Callejón del Gato que inspiró a Valle-Inclán la izquierda de este país puede parecer cada vez más fragmentada. Los reproches cruzados entre socialistas y nacionalistas o la imperturbable pureza acusatoria a diestro y siniestro del rupturismo pueden llevar a la conclusión de ... que promueven políticas distintas. No, esa errónea deducción es solo producto de una percepción deformada por un falaz juego de espejos cóncavos y convexos en la dialéctica pública. Todas las familias de la izquierda defienden esencialmente lo mismo. Con la misma irresponsabilidad y frivolidad.
Ejemplo de ello es la decisión de expulsar a ENCE de Pontevedra . En ese, como en tantos otros asuntos, no hay discrepancia alguna entre los distintos clanes. Todos son cómplices del crimen. Todos bendicen el disparate. Un error garrafal. Por el fondo de la cuestión y por el momento en el que se ejecuta.
Primero, echar las cuentas de lo que supondrá esta majadería no resulta difícil. ¿Qué pasará si la fábrica echa el cierre? Se destruirían más de 5.000 empleos. Y añaden los sindicatos para describir la catástrofe: «la masa salarial de los trabajadores de ENCE es superior al presupuesto del ayuntamiento de Pontevedra». El impacto directo automático sería devastador. El indirecto a largo plazo es todavía incalculable.
Segundo, interpretar el momento en que se lleva a cabo es muy pedagógico. Se promueve el cierre de una factoría de este tamaño en plena recesión, en una coyuntura en el que en este país hay ya más de cuatro millones de parados y otros 900.000 en ERTE. No resulta comprensible en ninguna situación promover políticas que destruyan empleo, pero aún es menos justificable hacerlo en medio de una tormenta económica como la actual.
Este caso resulta especialmente ilustrativo. De la irresponsabilidad y de la frivolidad con la que actúa la izquierda. Y de las consecuencias que tiene para todos que esos grupos hayan convertido la radicalidad y el dogmatismo ideológico en el leitmotiv de su acción política. Porque, no nos engañemos, el cierre de ENCE no se puede justificar con criterios de eficiencia. No hay nada rentable en la operación. Solo un postureo que nos va a salir muy caro.
En cualquier otro país sería una industria considerada estratégica. También para la izquierda . Para Adrián Barbón en Asturias lo es. Pero la izquierda gallega vive atrapada en su frivolidad. El BNG que clama contra el «invierno industrial» de Galicia, pero promueve el cierre de esta industria; el PSOE del «salimos más fuertes» pero que impulsa que factorías como esta se desmantelen; y el Podemos del «nadie se va a quedar atrás», pero que aplaude el despido de 5.000 trabajadores. Toda la izquierda se ahoga, y ahoga a este país, en su espiral de irresponsabilidad.
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