Juan Soto - El garabato del torreón
En algo hay que pasar el tiempo
Sabio, cortés y elegante don Gonzalo. Se le echa de menos. El presidente Barbón debería leerlo
Habida cuenta de que Asturias ya ha superado el problema del paro, de la Covid, de la desindustrialización y de la despoblación y, además, en el parque de San Francisco atan los perros con longanizas, el presidente del Principado, don Adrián Barbón , ha ... sacado a plaza, para no aburrirse, la sobada polémica del hidrónimo, un plomazo que ya era viejo en la cartografía de hace dos siglos y, por supuesto, olía ya a formol cuando El Rey concedió a Leopoldo Calvo-Sotelo el título de Marqués de la Ría de Ribadeo . Ya se sabe: en algo hay que pasar el tiempo.
Lo leo en ‘La Voz de Asturias’, cabecera que para la gente de mi generación y de mi provincia es inseparable del nombre de Díaz Jácome, el compadre de Gamallo. « Defender el topónimo asturiano Ría del Eo es cuestión de Justicia », proclama el presidente Barbón. Será, no digo que no. Pero entonces dispongámonos a rectificar la hidronimia de todos los estuarios, empezando por los gallegos: que la ría de Viveiro pase a llamarse ría del Landro, la del Foz ría del Masma, la de Ferrol ría del Xubia, la de Ares ría del Eume, la de Arosa ría del Ulla, la de Vigo ría del Verdugo, la de Muros ría del Tambre, la de Corcubión ría del Xallas… Y así sucesivamente.
Don Gonzalo Anes , el que fuera director de la Real Academia de la Historia, era asturiano de Coaña, es decir, de nación eonaviega. No le impidió la partida de nacimiento salir en defensa del hidrónimo reiteradamente discutido. En aquella Tercera de ABC, publicada cuando la concesión del marquesado a Calvo Sotelo, desempolvaba el profesor Anes el Atlas Marítimo de España de don Vicente Tofiño, fechado en 1788. Ya está ahí bautizada la Ría de Ribadeo. Con su acostumbrada munición erudita concluía el profesor Antes que la denominación «marqués de la Ría de Ribadeo» estaba avalada por « lo que resulta de la historia y de la geografía ».
Don Gonzalo Anes falleció hace siete años. Pasaba sus días veraniegos en tierras del estuario ribadense, repartidas entre Galicia y Asturias. Lo recordamos en Ribadeo, acompañado de su amigo (y nuestro) José Luis Pérez de Castro, el gran bibliófilo. Sabio, cortés y elegante don Gonzalo. Se le echa de menos. El presidente Barbón debería leerlo.
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