Un naufragio bajo sospecha: cien días del hundimiento del Pitanxo
Las familias de los 21 marineros que no regresaron revelan el pésimo ambiente entre la tripulación y el patrón, que sobrevivió. Hablan de intentos de callarlos y sobornos. Y temen que el caso caiga en el olvido
![Las imágenes de los marineros fallecidos del Villa de Pitanxo](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2022/05/28/cien-dias-pitanxo-U58448222204rey-1248x698@abc.jpg)
Se cumplen cien días del naufragio del pesquero gallego Villa de Pitanxo, un aniversario redondo pero luctuoso que solo sirve para rescatar el suceso de las aguas del olvido. Veintiún marineros perdieron la vida lejos de sus casas , en el mar de Terranova, la ... madrugada del 15 de febrero. La noticia copó toda la actualidad nacional, incluso la internacional, durante varios días. A la urgencia de las labores de rescate le siguió la búsqueda de quienes se perdieron en el mar y, después, su identificación. Los análisis de los expertos dieron paso a las crónicas de la llegada a tierra de los tres supervivientes y, de ahí, a la cobertura de los entierros. Introducción, nudo y desenlace de una historia que sigue escribiendo capítulos al margen del foco mediático. Mientras en Marín aún se lloraba la pérdida de veintiún almas, una guerra puso a Ucrania en el centro del mapa mundial y la actualidad viró de nuevo. El Pitanxo se anegaba, en el fondo y en la forma. La crisis política del PP nacional devolvió todas las miradas a Galicia, pero los titulares que narraban la búsqueda contra reloj de los desaparecidos se desvanecieron al tiempo que la esperanza de las doce familias que nunca recuperaron los cuerpos de quienes no llegaron a las balsas. Visto desde el retrovisor, María José de Pazo, hija de Francisco (69 años), jefe de máquinas de la nave, reconoce que más allá de las fronteras gallegas el tema «cayó pronto en el olvido» pese a que todo lo que envuelve al accidente siguen siendo penumbras y sospechas.
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El Villa de Pitanxo debería haber vuelto a tierra hace exactamente dos meses, a finales de marzo. Era la fecha para el reencuentro de los pescadores con sus mujeres y sus hijos, pero el mar tenía otros planes para ellos. Solo sortearon al destino Juan Padín, el patrón de la embarcación, Eduardo Rial, su sobrino, y el marinero ghanés Samuel Kwesi . Ellos soportaron cinco horas sobre una lancha agujereada en las gélidas aguas canadienses –los dos primeros llevaban un traje térmico de supervivencia, el tercero iba en vaqueros– hasta que otro pesquero los auxilió y los devolvió a tierra, sanos y salvos. Y fue ahí, justo cuando las luces empezaban a apagarse, cuando se descubrió que el relato del peor naufragio de la historia marítima española de los últimos cuarenta años estaba lejos de escribir su final, pese a la paulatina desconexión informativa.
![Kevin](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2022/05/28/kevin-pitanxo-U55572616180hYV-220x220@abc.jpg)
De esos días Kevin, el hijo de Fernando González (55 años), recuerda las llamadas continuas a la armadora Grupo Nores para rascar alguna información sobre lo sucedido. No era fácil, asegura, contactar con los responsables del barco en el que su padre se enroló como engrasador y que días después de la tragedia dieron la callada por respuesta. El dolor de las familias no impidió que poco a poco fuesen aflorando, como reflejan los informes de la Guardia Civil, los mensajes que la tripulación enviaba sobre las condiciones a bordo del Pitanxo, una de las siete naves propiedad de la armadora, que suma más de 300 empleados. Sin saber que esa marea sería la última, el padre de Kevin llevaba días quejándose de que pese a ser febrero y estar en Canadá, el capitán no encendía la calefacción . También fallaban las máquinas y a los dos primeros marineros positivos en Covid los aislaron en una suerte de trastero con un palé como cama, excepto a la hora de la comida, cuando todos compartían mesa.
Sin calefacción
Los reproches a la gestión en alta mar eran constantes entre los pescadores que partieron de Vigo a finales de enero. « Mi padre nos llegó a decir que ese patrón era un sádico y que solo se había encontrado con otro así en toda su vida», revela Kevin en una charla con ABC. La crudeza de su relato desgarra por la franqueza con la que el pescador trasladó a los suyos las condiciones a bordo. «A los dos días ya se estaba quejando de que el capitán era un energúmeno que trataba a los marineros como perros», lamenta su hijo, que conecta estas quejas con las del resto de la tripulación y con los problemas que su padre padeció en su anterior marea, también con la armadora Nores. Por los 90 días que estuvo enrolado en esa ocasión –regresó en noviembre– cobró menos de 6.300 euros . «Y son días seguidos de trabajo, porque en el mar no hay festivos, con problemas continuos en las máquinas, una miseria», reconoce Kevin.
Los problemas dentro del Pitanxo y el trato con Padín no tardaron en salir a flote tras la llegada a tierra de los supervivientes. Los whatsapps enviados por los pescadores en los días previos se acumulaban en los teléfonos de las familias, que ante la deriva de los acontecimientos no tardaron en ponerlos en manos de la investigación. «Amenazaba a la tripulación con que les iba a cortar el wifi y no iban a volver a hablar con los suyos», aseguran las hijas de uno de los fallecidos sobre la persona que daba las órdenes en el buque. Al dolor por la pérdida se suma la falta de apoyo por parte de la armadora y del propio patrón, «que no apareció ni en los tanatorios ni en los funerales».
Sin apoyo del patrón
Una ley no escrita en el mar obliga a que cuando un capitán sale con vida de un naufragio se debe dirigir, una a una, a las familias de las víctimas para ofrecer respuestas, consuelo y una muestra de respeto, pero nada de eso sucedió en el caso del Pitanxo. «De Padín no hemos sabido nada, ni una llamada. Y la armadora solo se ha puesto en contacto con algunas familias para intentar sobornarlas», se queja el hijo de uno de los muertos. Este diario intentó recabar la versión de los hechos del Grupo Norés, pero no obtuvo respuesta .
La realidad, explican varios de los familiares entrevistados, es que Samuel Kwesi ha sido el único capaz de conectarlos con los últimos minutos de los marineros fallecidos. «Por él sabemos que mi padre estaba descansando en el camarote cuando se produjo todo y que ayudó a soltar una de las balsas. Pero volvió para vestirse y lo último que Samuel nos dijo es que se quedó bloqueado en el puente por las embestidas del mar. Estaba aterrado», se emociona Kevin.
De boca del tercer superviviente salió también la versión del accidente en la que la Audiencia Nacional se basa para investigar por 21 presuntos homicidios imprudentes al patrón del Pitanxo. Según el ghanés, que horas después de ser rescatado del mar de Canadá recibió presiones y amenazas por parte del patrón y del armador para que no contase la verdad de lo sucedido, el naufragio se produjo porque fallaron las maquinillas de recogida del aparejo. De forma airada, y atendiendo a su relato, los marineros (incluido su sobrino) le gritaron a Padín que soltase las redes para evitar que el barco escorase, pero él se negó. Cuando llegaron al puente, con el barco ya condenado, su sobrino y él llevaban puesto el traje de supervivencia . Ni Samuel ni ninguno de los cadáveres rescatados del agua llegaron a ponerse este mono de protección que, entre otras cosas, evita una muerte inmediata por hipotermia.
La tesis del patrón insiste en un fallo repentino del motor que provocó la entrada de agua, pero ni el fiscal del caso ni el tribunal –que los instruye de manera provisional hasta que se resuelva un conflicto de competencias entre la Audiencia y el Juzgado de Marín– se conforman con esta versión. Sus dudas recalan no solo en las palabras de Samuel y en las declaraciones de la tripulación del buque que los rescató y que atestiguan que las presiones se produjeron. Es que la velocidad a la que la nave viajaba en el momento del siniestro no cuadra con una parada del moto r, sino con un barco que estaba pescando pese a que el centro de coordinación había advertido horas antes del mal tiempo que se avecinaba.
![Familiares de las víctimas](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2022/05/28/familiares-pitanxo-U28410634075eZf-510x349@abc.jpg)
Para las familias, todos estos indicios son más que suficientes para pensar que una negligencia está detrás del naufragio,por eso luchan desde hace meses para descender al pecio con un robot y evaluar qué maquinaria fue la que falló. Pero no está siendo sencillo. Aunque en un primer momento el Gobierno de Pedro Sánchez juró que harían «lo posible y lo imposible», las promesas se las ha llevado el viento. « Los últimos tres meses solo hemos visto pasividad por parte del Gobierno , incluso a la hora de mantener un encuentro con el presidente Sánchez, que no se ha producido», afea la portavoz de las familias. «Necesitamos recabar pruebas de cara al juicio», asume De Pazo sobre lo que tiene por contar el barco, testigo mudo de un naufragio que aún no ha sido aclarado. «Hablamos de aguas internacionales, las autoridades canadienses nos dan su apoyo e incluso hay una empresa que contactó con nosotros para decirnos que bajarían al barco de forma gratuita y que solo necesitaban soporte para saber a qué profundidad está», explica.
Piden medidas cautelares
Mientras su lucha para volver al Pitanxo continúa, las familias presentarán mañana en bloque una querella criminal contra dos de los supervivientes y contra la armadora. «El patrón vio la situación de peligro, no avisó a nadie, y solo cogió un traje para él y otro para su sobrino», reprochan de cara a la declaración que Padín ofrecerá el día 6 en la Audiencia. «No creemos que vaya a cambiar su relato, tiene un perfil muy frío y con mucho control de sí mismo», cuenta Mercedes, que tampoco pudo recuperar el cadáver de su padre del agua. «Ni él ni más gente de máquinas lograron salir del barco», afirma con impotencia.
Cien días después de la tragedia, las víctimas indirectas del suceso denuncian que el único señalado está haciendo «un curso de botes de rescate» y piden medidas cautelares para que no vuelva a salir a la mar. La magnitud de lo sucedido tampoco se olvida en los buques que cada día faenan en la zona y en los que, revela Kevin, las cosas están empezando a cambiar. «Los que están trabajando en aguas de Canadá nos dicen que se están poniendo muy exigentes, entrando en los barcos para que se cumplan las medidas de seguridad, los protocolos, los simulacros ... Dentro de la desgracia que es, al menos estamos viendo una parte positiva». Y en Marín, que aún arrastra el duelo, Samuel espera para conocer al bebé que nació cuando él se preparaba para embarcar en el Villa de Pitanxo. Su balsa salvavidas.
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