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El abuelo de Rajoy recibe la distinción de Hijo Adoptivo de Pontevedra

ÉRIKA MONTAÑÉS

PONTEVEDRA. «Era una persona honorable, algo de lo que no sé si podemos presumir los políticos de ahora; y un gran autonomista». En el plano personal, éstas eran las palabras escogidas por el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, para definir a su abuelo, Enrique Rajoy Leloup, cuando, después de una larga travesía en el olvido, se publicaba en 2006 la primera biografía de este integrante de la llamada «trilogía» del Estatuto de Autonomía de Galicia (junto a Alexandre Bóveda y Bibiano Osorio Tafall).

El libro «Un protagonista del autonomismo gallego» vio la luz en el Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Pontevedra y es obra de Baldomero Cores quien, en 377 páginas, repasa la vida del que ayer fue nombrado, precisamente, Hijo Adoptivo de Pontevedra. Su nieto y abogado como él, Mariano Rajoy, asistió junto al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y otros renombres del PP gallego y nacional, al homenaje propuesto hace dos años por el presidente de la Diputación pontevedresa, Rafael Louzán. En el mismo acto se nombró a título póstumo hijo predilecto de la provincia a Xosé Filgueira, quien fuera alcalde de la ciudad durante nueve años, profesor de un instituto de Pontevedra hasta 1976 y firme defensor siempre de la cultura gallega convirtiéndose en el primer conselleiro de Cultura de la Xunta gallega.

Por su parte, a Rajoy Leloup, nacido en Santiago en 1882 y muerto a los 84 años en 1966, dicen algunos que nunca se le llegó a reconocer bastante su vital aportación a la redacción del primer Estatuto gallego. Remontándonos a sus orígenes, la raíz pontevedresa le viene de su padre, Mariano Rajoy, natural de la población de Forcarey. Estudió Derecho en la universidad compostelana (USC) y fue decano del Colegio de Abogados de Santiago. Acomodó su bufete en la céntrica Plaza del Toural, en el número 7, y allí residió hasta su fallecimiento.

Tuvo cuatro hijos, Pilar, Mercedes, Enrique -difunto- y Mariano, el padre del presidente de los populares. Su carrera política como edil santiagués zarpó en 1931 y ese mismo año se puso manos a la obra para la elaboración del texto estatutario. El homenajeado se distinguió siempre por su clara vocación galleguista. Pero nunca habló de Galicia como una nación.

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