La fundación de Junts teme el «riesgo reputacional» de que la presida Borràs

FunDem era la fundación del partido político Demòcrates de Catalunya hasta que, junto a su líder, se fusionó con Junts también en este último congreso. Al no tener el partido una fundación, se acordó que adoptaría la de Demòcrates. Paralelamente a estas negociaciones, Puigdemont ofreció a Borràs su presidencia, sin consultar con los patronos, que son los que están en verdadera disposición de tomar este tipo de decisiones y entienden que el Código Civil Catalán, en su libro tercero, deja suficientemente claro que una persona inhabilitada para cargo público no puede formar parte de ninguna fundación.

Laura Borràs sugirió primero que el Código Civil se refiere en su norma a «fundaciones públicas». Puesta ante la evidencia de que no existen fundaciones públicas y que todas son privadas, con independencia de su modelo contable o de financiación, intentó defender su candidatura con el argumento de que aún no está condenada en sentencia firme.

Los patronos y abogados de la fundación entienden que el Código Civil no hace mención alguna a la «sentencia firme» a la que Borràs apela para justificarse y habla simplemente de condenados por inhabilitación.

FunDem tiene como primer objetivo modificar sus estatutos para adaptarlos a la realidad de su nuevo partido de referencia, que ha pasado a ser Junts. El segundo paso será que esta reforma se notifique al Protectorado de Fundaciones de la Generalitat para su revisión y devolución a los patronos de FunDem, que la aprobarían de manera definitiva. Este proceso podría durar hasta principios del próximo año. Entonces Laura Borràs podría presentar su candidatura a patrona de la entidad, condición previa para poderla presidir. Ahí toparía con el Código Civil Catalán y, además del escepticismo de abogados y patronatos, juega en su contra un escaso entusiasmo de Junts por colocarla, según las fuentes consultadas por ABC.

Puigdemont perdió la confianza en Borràs cuando se dio cuenta de que tenía agenda propia y no obedecía sus instrucciones. «Es un Torra 2» decía, en alusión a Quim Torra, que también puso en juego su iniciativa particular mientras presidió la Generalitat para disgusto de un Puigdemont, que se sentía y se siente incómodo y traicionado, cuando los políticos de su partido no son terminales de su voluntad política. FunDem, que tiene un convenio con fundaciones de prestigio como la Konrad Adenauer, quiere mantener un perfil sólido y creíble, sobre todo ahora que, tras la fusión de Demócrates y Junts, se ha convertido en la fundación del segundo partido de Cataluña.

De hecho, los patronos ven incomprensible que la propia Borràs no se haya descartado para el puesto, sabiendo que estas instituciones dependen mucho de su consistencia en el ámbito reputacional.

Puigdemont ofreció a Borràs un cargo que no estaba en su mano garantizar y tanto en algunos sectores de Junts como en el entorno de la expresidenta del Parlament existen dudas de si fue deliberadamente o por descuido. En cualquier caso podría muy bien ser que, tras haber renunciado a la presidencia del partido, se quedara sin la contrapartida prometida y que nadie se tomara demasiadas molestias por tratar de ayudarla.

Borràs fue en 2021 la candidata de Junts a presidir la Generalitat contra la voluntad de Puigdemont, cuyo candidato, Damià Calvet, mucho más obediente a las órdenes de Waterloo, fue derrotado en las primarias.

Laura Borràs representa al independentismo más emocional y menos racional, más identitario y menos pragmático. La condena por corrupción -troceó contratos para favorecer a un amigo mientras era presidenta del Institut de les Lletres Catalanes -la ha perjudicado tanto como el contraste en sus exigencias independentistas y la prontitud con que acató las decisiones de la Justicia mientras fue presidenta del Parlament.

Tras un tiempo siendo la musa independentista por excelencia pasó a ser percibida, en este mismo sector ideológico, como una política más del llamado «procesismo», consistente en vivir política y económicamente de las reclamaciones independentistas pero sin pagar nunca el precio que conlleva intentar realizarlas.

Pese a las críticas por su retórica vacía de contenido, Borràs se ha mantenido todo este tiempo en su discurso más incendiario, y hoy está en las antípodas del nuevo camino, más sosegado y prudente, que ha tomado su partido bajo la inspiración del recientemente elegido vicepresidente, Antoni Castellà y con el beneplácito de Carles Puigdemont, cada vez más predispuesto a buscar vías de entendimiento con Pedro Sánchez para votar favorablemente a los Presupuestos Generales del Estado.

Condenada por la Justicia, sin el favor de Puigdemont, sin apoyos significativos en Junts y siendo una página pasada el fervor que solía despertar en algunos sectores de la militancia más aguerrida de su formación, si finalmente no logra la presidencia de FunDem, como parece, tendrá coste político cero para los nuevos dirigentes independentistas que no le busquen un nuevo destino.