El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (XIII): lo que diga el PNV
Decimotercera entrega del diario de comentarios enfrentados de los columnistas de ABC José F. Peláez y Chapu Apaolaza sobre la campaña vasca
El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (XII): la epifanía del PSOE con Bildu
El frontón de campaña de Peláez y Apaolaza (XI): De Andrés o El Llanero Solitario
POR JOSÉ F. PELÁEZ
Apuesta por la bicefalia
Es increíble lo comprensivos que son los vascos con el PNV. Les consienten todo. ¿Que pactan con el PSOE? Hombre, no van a pactar con los fachas del PP. ¿Que pactan con el PP? Pues claro, no van a pactar con los zarrapastrosos y los ... perroflautas de la izquierda. ¿Qué la Sanidad va bien? Es gracias a ellos. ¿Y si va mal? Hay que votar a los jeltzales, que son los gestores. Si hay que ayudar al empresariado vasco, ¿quién mejor que el PNV? Pero si hay que subir impuestos a los empresarios para pagar no sé qué políticas sociales, también bien. Pero solo si se encarga el PNV. Se consideran nacionalistas y a la vez transversales, que es como ser a la vez antitaurino y morantista y pueden presentarse en forma de hombre calvo con pinta de dirigir la Kutxa de Durango o de ecologista surfera con cierta propensión al nudismo. Da igual lo que hagan: que pacten con Bildu o que pasado mañana acuerden una reforma fiscal con Juan Bravo. Todo lo que hagan será comprendido, aceptado y apoyado: subir las pensiones o contener el gasto de la Seguridad Social, poner un AVE o vetarlo, bailar un 'agarrao' en Neguri patria querida o un aurresku cantando 'Eusko Gudariak', los nueve pases de Mugaritz o txuleta y media en Etxebarri. O porque lo dice el lehendakari o porque lo dice el Euzkadi Buru Batzar. Todo vale. Yo en la vida solo aspiro a que mi novia me comprenda la mitad de lo que un vasco comprende al PNV. Así que me lanzo y voy a por todas: a partir de mañana comienza mi bicefalia.
POR CHAPU APAOLAZA
Nuestras novias van a votar a Bildu
Qué razón tienes, amigo Peláez, si estaba yo por la noche viendo a Pradales en el debate y así cerrándoseme los ojos con la gestión de Osakidetza no sabía si era más un SEAL de los Marines o mi psicóloga. El PNV tiene una banda más ancha que las campas de Urbía llegando desde el Santuario de Aránzazu. Los de Castilla renegáis de ese horizonte político porque en el páramo de Los Torozos hay tanto horizonte que parece que te vas a dar con el cielo en el cogote, pero los vascos tenemos siempre un monte en la jeta y de ahí viene la costumbre de subirnos a los picos: a ver aire. O de echarnos a mar abierto, que aquí se dice 'itxas zabalean' o mar 'en lo abierto'. ¿Qué hay detrás del mar y de mi mirarla?, se preguntó Eduardo Chillida. En realidad, tú eres casi de Donosti y entras en Ganbara como Patxi por su casa. En el punto de fuga de esa tensión entre horizonte y ombligo ha venido el PNV a plantear esta cosa que describes tan bien en la que un partido mosaico de Moisés que guía el destino de un pueblo pretendidamente elegido, al mismo tiempo vota leyes en las que los niños deciden su sexo en un formulario de los cereales. Y ahí les permiten cualquier cosa, como criticar a Bildu y menear el árbol de las nueces o pretender una nación tecnológica y universal y pedirle a los médicos el título de euskera. Al final, no sale tan bien como podríamos creer y, amigo, yo no haría experimentos en casa: dicen las encuestas que nuestras novias van a votar a Bildu.
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