ACOTACIONES DE UN OYENTE
Feijóo se viene arriba en banderillas
El líder del PP se crece en el castigo. El problema es que ese castigo no se lo produce ni la crisis institucional ni los bulos sanchistas, sino la traición
Feijóo exige a Sánchez retirar la ley que rebaja las penas a etarras
Lee aquí todas las acotaciones de un oyente, por José F. Peláez
![Marimar Blanco aplaude al líder del PP](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/09/acotaciones-de-un-oyente-RwWEBbGUl410Wky9caqSNtN-1200x840@diario_abc.jpg)
Ya lo habíamos comprobado antes, pero se confirma: Feijóo se viene arriba en banderillas. Como un Saltillo. No sé si es por un aumento de la adrenalina, por una activación de sus instintos o porque solo ofrece su mejor versión cuando se siente herido ... y encara la confrontación como un desafío. En cualquier caso, se crece en el castigo. El problema es que ese castigo no se lo produce ni la crisis institucional, ni la incompetencia del gobierno ni los bulos sanchistas, sino la traición. Es decir, para verlo a tope es necesario que pasen cosas que es mejor que no pasen.
Feijóo se siente estafado. Y es lógico, porque le han estafado. Sin restar responsabilidad a los errores de su grupo y de Vox conviene tener siempre claro quién es el timador y quién es el timado. En palabras de Feijóo a Sánchez: «No es lo mismo un error, por injustificable que sea, que la bajeza moral de impulsar esta ley a sabiendas. Usted dio su palabra. Pero, claro, ¿qué palabra? Usted no tiene palabra». Comenzó enfadado. Y así siguió los quince minutos, pese al intento de Armengol para que limitara su discurso a la emergencia migratoria y el plan de equilibrio fiscal, supuesto objeto de la comparecencia. Ojalá se lo hubiera recordado también a Sánchez, que ni siquiera se llegó a referir a lo segundo. No es aceptable que el Congreso exija al presidente que comparezca para dar explicaciones sobre algo, este anuncie que lo hará, ponga fecha y, llegado el momento, simplemente prefiera no hacerlo. Y no haya consecuencias. Pero volviendo a Armengol, Feijóo le respondió: «Si el presidente ha hablado de la dignidad de los que entran en España, yo voy a hablar de la dignidad de los españoles asesinados por ETA... Porque tengo derecho. Y lo voy a hacer».
Y lo hizo. Fundamentalmente para echar un rapapolvo a Sánchez de los que hacen época, en una intervención acertada en fondo y en tono. Le echó en cara que los abogados de Bildu se hayan convertido en legisladores y le advirtió que, si no retira la ley, «se puede quedar con su victoria miserable y los aplausos de Otegi y Txapote, pero no dé ni una lección de dignidad». Sánchez, mientras tanto, agazapado en el escaño, atrapado en el callejón de su media sonrisa, mirándose las cutículas, cuchicheando, revisando el móvil y, en definitiva, sacando todo el arsenal obsesivo-compulsivo de quien disfruta de su traición a la palabra dada. Aunque sea a las asociaciones de víctimas. Una de ellas, Mari Mar Blanco, estaba presente en el hemiciclo tras una entrada sorpresa que puso en pie a su bancada y que, posiblemente, sobrara. Feijóo se refirió también a Begoña, al hermano, a la crisis interna del PSOE y aclaró que sus críticas son a la inmigración irregular y nunca a la legal.
Porque Sánchez, en su intervención, se dirigió en todo momento a la derecha y la ultraderecha en conjunto, dando a entender que PP y Vox son lo mismo, aunque defiendan, como volvió a quedar claro, posturas contrapuestas que los han llevado incluso a romper los gobiernos de coalición. En realidad, la comparecencia de Sánchez solo tuvo como objetivo echar en cara a Feijóo la política de inmigración de Vox. Que, por cierto, Abascal volvió a dejar clara en una intervención delirante, supongo que dictada desde uno de los despachos orbanputinescos de la Internacional Global contra el Globalismo.
Reseñable la baja calidad del discurso de Sánchez, mediocre, deslavazado, incoherente, sin contenido, sin respuestas a la inmigración ilegal y especialmente tramposo. Observamos, eso sí, que la palmadita de Tezanos para justificar un cambio en la política de inmigración tuvo efecto y sirve para que el PSOE gire a los postulados del centro derecha, pero manteniendo la retórica kindergarden de la izquierda. En el cénit de su cinismo llegó a criticar que se mezclara inmigración con religión y delincuencia para asegurar, acto seguido, que va a impulsar un plan para que los inmigrantes entiendan la laicidad del estado y el respeto a la mujer. Solo le faltó el 'fachaleco'.
Como colofón, Pachi desde la barra de bar en la que convierte cuanto toca, hablando del gobierno en primera persona y enseñándonos, un día más, la profundidad de su indigencia moral. Solo le faltaron unas migas de pan en la pechera para que todo fuera perfecto. Quizá las dejó en el suelo, como Pulgarcito, para saber volver a casa. Puede que le haga falta tras Sevilla. Que, por cierto -yo aviso- es tierra de Saltillos.
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