Feijóo, al filo de lo imposible
El presidente del PP afronta un septiembre como candidato a la investidura con la idea de encarecer los apoyos de Sánchez y con su partido tensionado
El líder popular recompone los puentes con Abascal

En cualquier cálculo dentro del Partido Popular estas fechas estaban destinadas a configurarse como una larga noche de Reyes. ¿Qué Ministerio me tocará? Ojalá Paradores. Mejor quedarse en Génova, menos líos. Yo me vuelvo a Galicia. No era inusual mantener conversaciones con dirigentes, cargos medios ... o personal laboral del Partido Popular con los que abordar conversaciones de este tipo. Había algún dirigente que se permitía el lujo incluso de condicionar o no su entrada en el Gobierno a si Vox formaba parte del mismo o no. Ese era el escenario más pesimista. El de una coalición. Pero todo se consideraba bajo control.
El camino hacia la investidura de Alberto Núñez Feijóo ha resultado ser muy diferente. No hay ministerios que repartir. Ni debate sobre las primeras medidas a adoptar desde el Consejo de Ministros. La dirección nacional aprieta los dientes. La cuenta atrás hasta que el 29 de septiembre tenga lugar la segunda votación amenaza con convertirse en agónica.
Génova sigue firme en su plan. Aunque es un plan que no mira solo a esta partida. Sino que busca reconectar al PP con otros interlocutores. «El PNV no quiere nada con nosotros porque está Vox, pero en un horizonte medio nuestro objetivo debe ser que Vox no esté o sea muy pequeño», reflexiona un dirigente.
El presidente del PP tiene en mente un trabajo soterrado las próximas semanas para interlocutar con todas las sensibilidades y espacios de los diferentes partidos. Ahí se explica que el PP haya querido mantener un canal abierto con Junts, entendiendo que todavía hay espacios cercanos a la antigua Convergencia. En el PP catalán no ha gustado.
Es un caso similar al del PNV. En Génova sigue repitiéndose que la relación de Feijóo con el lendakari Iñigo Urkullu «es muy buena». No es él quien tiene el control de la organización en el modelo bipartito de los nacionalistas vascos, sino Andoni Ortuzar.
Pero Feijóo quiere insistir. No pensando en el momento actual, necesariamente sino en la aspiración de que en el PNV haya debate en el medio plazo. En Álava los nacionalistas están perdiendo mucho voto y el PP lo vincula a la relación con un PSOE que ha normalizado a Bildu. Hay también interés en mejorar la competitividad del PP vasco haciéndose atractivo a ese electorado.
«Encarecer» el apoyo a Sánchez
Desde el entorno de Feijóo se habla de «encarecer» el apoyo de los nacionalistas e independentistas a Pedro Sánchez. «Si Junts le propone al PP amnistía y referéndum y evidentemente se dice que no, cuando el PSOE pacte con ellos quedará completamente retratado», traslada un importante alcalde del PP, muy alineado con la estrategia que está siguiendo Génova.
Pero en el partido hay muchos nervios. «¿Todavía estamos con lo del PNV?», se pregunta un diputado regional de una comunidad donde el PP gobierna con Vox. «Creo que todavía están atrapados en el resultado del 23J. Por eso hay sensación de nervios y declaraciones contradictorias, como si cada uno lo quisiera arreglar», lamenta un diputado. «Hay mucho ministro frustrado», remata otra.
En Génova son conscientes de que en el partido «hay nervios» y lo consideran normal porque estamos «en una situación de impás». Pero desde la séptima planta se defiende que todo lo que se está haciendo responde a una hoja de ruta. Lo primero ha sido pelear la designación para la investidura.
«No podíamos tirar la toalla. Habría sido letal para nosotros si hay repetición electoral o la legislatura es muy corta», sentencia un presidente autonómico. Desde otro gobierno regional, en cambio, lamentan que pese a los intentos «no logramos superar la imagen de derrota». Las decenas de conversaciones y fuentes consultadas en las últimas semanas radiografían a un PP con muy pocas certezas. y con claros síntomas de desorientación.
Certezas hay pocas. La pelea de Feijóo este mes de septiembre es contra el tiempo. Quiere exprimir su condición de candidato. Otros en el partido prefieren que ese tiempo pase rápido para «afrontar ya lo que venga y salir de este sueño». Ese camino que empezará en octubre está plagado de incógnitas. Es seguro que Feijóo pilotará ese tránsito; así lo quiere él y lo piden también los barones del partido.
Pero el gallego se enfrenta a un nuevo reto. De haber sido toda su vida presidente con mayoría absoluta, muchos años además en los que su partido pasaba una mala etapa en el conjunto de España, a ser ahora líder orgánico pero sin poder institucional en un partido plagado de alcaldes y presidentes autonómicos. «Es nuestro líder natural. Y eso no ha cambiado», defiende uno de estos. Todos han respaldado públicamente su continuidad. Feijóo sí ha dado señales de entender lo que empezaba a pedir el partido cuando esta semana actuó para reconstruir puentes con Vox.
Regreso a Soutomaior
En sus discursos de campaña, Feijóo hizo referencias a que nunca podría perdonarse el PP dejar escapar el Gobierno cuando todo parecía tan a favor. Una suerte de ahora o nunca. Pero en su equipo ven ahora grises en el resultado electoral. «Parece una debacle y estamos a solo cuatro escaños», se queja un miembro de su gabinete.
Este domingo, Feijóo inaugura el curso político acompañado de algunos de sus barones en el Castillo de Soutomaior, en Pontevedra. Una tradición de los últimos 15 años, pero que llevaba más de siete sin poder realizar porque se lo impedía una diputación provincial en manos del PSOE. Tras haberla recuperado por los resultados del 28 de mayo, el PP retoma esta tradición como símbolo de la recuperación de poder territorial.
Feijóo tiene el partido en tensión. Con la idea de que debe resolverse la gobernabilidad antes de afrontar escenarios futuros. La dirección del grupo parlamentario se mantiene sin cambios hasta ver qué cariz toma la legislatura. Los cambios orgánicos también tendrán que esperar. Si su investidura fracasa y Sánchez consigue ser investido, en el PP asumen que se abrirá un nuevo momento. Pero que en cualquier caso lo pilotará Feijóo.
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