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De «fascista» a «filoetarra»: la doble vara de medir en el Congreso limita a Vox y es permisiva con la izquierda

La Mesa del Congreso presidida por Meritxell Batell y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis no logran recuperar el control de los plenos y se muestran más duros con Vox que con el Gobierno y sus socios

Montero acusa al PP de «promover la cultura de la violación» y el Pleno se descontrola

Expulsada del Pleno una diputada de Vox por negarse a retirar la palabra «filoetarra»

ABC

Madrid

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El Congreso se abona al exabrupto y abandona cualquier tipo de sosiego parlamentario. Esto vale para hace ya muchos años. Pero ha tomado especial intensidad en la última semana. En el día de ayer quedó además patente la doble vara de medir de la presidencia de la Cámara Baja, en esta ocasión ejercida por el vicepresidente primero Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, a la hora de gestionar esta cuestión. La diputada de Vox, Patricia Rueda, fue privada del turno de palabra por referirse a Bildu como «filoterroristas». La respuesta de los 52 diputados de Vox fue abandonar el pleno.

Todo empezó hace una semana. En el marco del debate de Presupuestos, con cada ministro subiendo a la tribuna a defender la sección que le correspondía de los Presupuestos. Un debate normalmente anodino. Pero tras la intervención de la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el turno de réplica, la diputada de Vox, Carla Toscano, cuestionó a la ministra a cuenta de las consecuencias que está teniendo «la ley del sí es sí». Y cuestionó su preparación diciendo que su único mérito era haber «estudiado en profundidad a Pablo Iglesias».

De inmediato Podemos vio en ese momento la posibilidad de rescatar a una ministra que llevaba días muy cuestionada incluso por parte del PSOE. Montero reclamó el turno de réplica para acusar a Vox de practicar la «violencia política» y clamó con ovación generalizada de su bancada que «las feministas y las demócratas somos más. Les vamos a parar los pies a esta panda de fascistas con más derechos».

El debate se crispó durante el resto de la semana, también al calor del debate por la supresión del delito de sedición. Gómez de Celis, que estaba al mano de la sesión en ese momento anunciaba que iba a retirar del Diario de Sesiones las referencias a Vox como fascista y a Bildu como filoterrorista. La Mesa del Congreso actuaba con ese equilibrismo tras haber sido acusada de pasividad en la víspera: «Voy a seguir insistiendo en que si queremos ser ejemplo y ser ejemplares ante la sociedad lo tenemos que ser también ante nosotros mismos porque es imposible exigir respeto a los demás si no lo ejercemos aquí».

Ayer, el mismo Gómez de Celis estaba al frente del pleno en lugar de Meritxell Batet, cuando Patricia Rueda utilizó ese mismo término hacia Bildu que Celis había retirado en la anterior sesión. Y el diputado socialista decidió no dejarlo pasar. Retiró la palabra a Rueda anulando el sonido de los micrófonos de la tribuna. Vox abandonó el pleno y sus diputados no participaron en las intervenciones finales de la jornada.

En la mañana del miércoles el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha utilizado estos mismos términos en tres ocasiones para referirse a Bildu. La presidencia del Congreso, ejercida ahora sí por Meritxell Batet, que ha optado por no llamar al orden a Abascal. En el debate posterior, a cuenta de la comparecencia del ministro de Interior, Batet sí ha pedido que «no se profieran insultos personales» a ningún diputado ni a ningún ministro después de que la portavoz de Interior del PP haya llamado «miserable» a Marlaska a cuenta de los sucesos en la valla de Melilla.

El debate se ha enrarecido tanto que el diputado Pablo Cambronero, que abandonó Ciudadanos en 2021 y que actualmente está adscrito al Grupo Mixto del Congreso, ha dirigido un escrito a Batet, para que aclare la lista de «palabras prohibidas» que no se van a permitir en el Pleno.

En la misma sesión otra diputada de Vox Cristina Esteban Calonge se refirió a la izquierda del hemiciclo como «comunistas, sediciosos, separatistas y herederos de ETA», sin que nadie le llamara la atención. En la Junta de Portavoces del martes, la presidenta ya había reprendido a los responsables de los grupos por la crispación en el hemiciclo.

Después de dejar pasar las primeras referencias hoy al término «filoterrorista», Batet sí que ha intervenido en la sesión. Durante la comparecencia de Marlaska, el diputado de Vox, Javier Ortega Smith, se ha referido como golpistas a los socios del Gobierno. Batet ha dicho que en el parlamento hay partidos «todos ellos legítimos» y por tanto no hay «ni golpistas ni terroristas».

Pese a que la Mesa no actúa con un criterio claro respecto a las palabras de Vox, sí que está siendo permisiva cuando las palabras gruesas vienen de la izquierda. Esta misma mañana Batet ha perdido el control del pleno cuando la ministra de Igualdad ha acusado al Grupo Parlamentario Popular de «promover la cultura de la violación». Tras la indignación que ha provocado en el PP las palabras de Montero, la presidenta Batet se ha tenido que intervenir para reprender a la ministra: «La expresión que ha utilizado no es adecuada en términos parlamentarios dirigida a un grupo parlamentario, les pido, por favor, respeto en las expresiones que utilizan y contención en el lenguaje porque queremos... ¡Silencio, por favor! Porque debemos querer contribuir a la convivencia dentro de esta cámara para contribuir a la convivencia fuera de esta cámara, así que, por favor, les pido que eviten un lenguaje inadecuado para el Parlamentario, para la representación de los españoles».

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