ERC y Junts ya no negocian una alternativa al PSC ante la próxima investidura de Illa
El miércoles finaliza el ultimátum de los de Rovira, que esperan poder consultar a las bases esta semana
Primeras voces en ERC que piden a las bases que voten «no» a Illa en la consulta
Si no hay sorpresas, los equipos negociadores del PSC (liderados por Lluïsa Moret, Alícia Romero y Ferran Pedret) y de ERC (con Marta Vilalta, Josep Maria Jové, Juli Fernàndez y Oriol López) cerrarán en cuestión de días, si no de horas, un preacuerdo por el ... que los 20 diputados independentistas de la formación que controla Marta Rovira darán su apoyo a Salvador Illa, líder de los socialistas catalanes, que se convertirá en el nuevo presidente de la Generalitat en sustitución de Pere Aragonès (ERC). La previsión con la que se trabaja es que la investidura pueda celebrarse la semana que viene, una vez que en los próximos días los alrededor de 8.700 militantes de ERC den su visto bueno –en una consulta telemática– al trabajo realizado por la dirección en la negociación con el PSC.
Todavía no se conocen los detalles del acuerdo, cuyo nudo gordiano es la financiación de la administración autonómica. ERC ha sostenido que no puede apoyar a Illa si no es a cambio del concierto económico. Lo que supondría, en primer lugar, cambios legislativos a nivel nacional; seguidamente, grandes ajustes técnicos que no se resolverían en pocos meses, y, finalmente, la valoración constitucional, pues de firmarse un acuerdo de estas características, lo más probable es que el PP, al menos, llevaría el asunto al TC.
Sin embargo, a medida que nos hemos ido acercando a la fecha del ultimátum (finales de julio) la línea roja planteada por ERC se ha ido desdibujando. Los socialistas son conscientes de que si Cataluña sale de la caja común los números de la financiación nacional no dan. A estas alturas de la negociación ERC podría aceptar compromisos de calado, en materia de financiación, pero sin que sea necesariamente la asunción, a corto plazo, del concierto económico para la administración autonómica. A lo que sí habría dado su visto bueno el PSOE es a la puesta en marcha de un ente consorciado que inicie el camino para que, en un próximo arreón de los independentistas, se acabe transformando en una agencia de la Generalitat que controle «la llave de la caja».
En cualquier caso, hace días que ERC no negocia con Junts una alternativa al intento de investidura de Illa, lo que aclara bastante el panorama político catalán. Aunque fuentes oficiales de Junts se limitan a decir que no comentan nada de «los contactos», desde el cuartel general de ERC sí confirman que con los de Puigdemont se han mantenido «canales abiertos de conversaciones pero no se han tratado asuntos concretos como sí se ha hecho con el PSC». En esta línea, Rovira se vio el viernes con Turull, secretario general de Junts. Sin fotos. Sin un plan de trabajo. Fue un último intento de aportar dosis de nerviosismo a las filas de ERC. Y, sobre todo, a sus bases, que no está previsto que tumben el acuerdo firmado por la dirección, a pesar de la opinión del Collectiu de militants d'ERC Primer d'octubre, grupo minoritario de afiliados del partido de Rovira que apuestan por seguir el plan de Puigdemont en lugar de pactar con Illa. Tampoco parece que afectará a la entente ERC-PSC el confirmado regreso de Puigdemont. El expresidente catalán lo reiteró el sábado desde Francia. Volverá para la sesión de investidura, que ya nadie duda de que será la de Illa, «caiga quien caiga». Si regresa antes de la votación interna de ERC será para gastar el último comodín con el objetivo de, si no ganar la consulta, sí debilitar el acuerdo. Intentar que sea lo menos legítimo para el mundo independentista. Si vuelve a España entre la consulta y la investidura, la idea es que Illa no sea el único protagonista de una sesión parlamentaria que confirmaría la vuelta del tripartito de izquierdas y la ruptura del bipartito secesionista.
Escaso margen de maniobra
La cronología política de la semana decisiva pasa, así, por un preacuerdo de las direcciones del PSC y ERC, primero, una consulta a las bases del partido independentista, después, y, finalmente, el anuncio de la fecha para la investidura de Illa. Junts tiene poco margen de maniobra para impedir este proceso. Apenas influencia en las bases de ERC que, en la última consulta, en noviembre del año pasado, para ratificar el acuerdo firmado por Junqueras y Bolaños, para votar a favor de Pedro Sánchez en el Congreso, dieron su «sí» de forma clara y sin duda: el 89% de los que participaron (menos del 50%) optaron por apoyar al candidato socialista. Cuatro años antes, en 2019, la dirección de ERC, entonces también en manos de Junqueras, como en 2023, preguntó a sus bases por el acuerdo firmado para, igualmente, votar a favor de Sánchez: participó el 70% de los militantes con derecho a ello y, de estos, el 94,6% dijo «sí» a Sánchez.
Más allá de la semana clave y la investidura de Illa, se abre una nueva incógnita: cómo afectará la decisión de ERC –al apoyar al PSC– en la estrategia de Junts en el Congreso. En principio, tanto Puigdemont como desde el cuartel del partido en Barcelona se mantiene la tesis de que mientras Sánchez cumpla «el acuerdo de Bruselas» no habrá bloqueo en la Cámara Baja. ERC y Junts necesitan tiempo para renovar sus direcciones. Y Puigdemont sabe perfectamente que Junts no estará, en caso de tumbar al Gobierno y provocar elecciones, en mejor posición de influencia en el Congreso.
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