ANÁLISIS
La UE toma buena nota del presidente español
Los cinco días de suspense mientras Sánchez reflexionaba se han vivido en Bruselas con estupor. A partir de ahora, este sainete le acompañará para siempre en su reputación
A efectos prácticos, en las instituciones europeas la situación en España ha vuelto a la normalidad. No será necesario cambiar ningún retrato en la lista de jefes de delegación del Consejo Europeo y en la recta final de la legislatura no faltan las dificultades ... y un cambio de Gobierno en España no se percibía como un asunto menor. Sin embargo, persiste la sensación de estupor por estos cinco días de «suspense» injustificado de Pedro Sánchez, que es un hecho inédito en toda la UE. La imagen de dirigente imprevisible que ha difundido este gesto del presidente del Gobierno será difícil de olvidar en Bruselas.
Pocas veces se ha visto en Bruselas un drama político de este cariz en un Estado miembro. Cinco días con el país suspendido de la voluntad de un primer ministro que comparece para justificar que seguirá en el poder no es algo que suceda frecuentemente en Europa y será muy complicado a partir de ahora disociar la figura del primer ministro español de este sainete, cuya única virtualidad ha sido desvelar a toda página el verdadero rostro del líder socialista.
Desde el punto de vista político, este movimiento de Pedro Sánchez podría interpretarse como un síntoma de que ha dado por descontado lo que pueda aparecer como críticas en el informe sobre el respeto al Estado de derecho en España que la Comisión Europea publica cada año. El pasado La Moncloa aprovechó una nota a pie de página para difundir la estrambótica tesis de que la culpa de todos los problemas en España -CGPJ, su composición y las reglas de elección de sus miembros, y la falta de independencia de la Fiscalía- la tendría el Partido Popular, ignorando deliberadamente que el informe se le envía a la entidad que tiene el poder para cambiar las cosas, es decir, el Gobierno. Este año es muy probable que a esos señalamientos por problemas no resueltos se añadan otras menciones y más severas. Las críticas que puedan recogerse en ese documento, que no se publicará hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio, serán probablemente más amplias que las del año pasado, pero le permitirán seguir culpando de todo al PP basándose en la ausencia de acuerdo para la renovación del CGPJ. De hecho, la posibilidad de que se renueven las negociaciones entre el PSOE y el PP bajo la mediación de la Comisión difícilmente podrán retomarse, al menos hasta después de las europeas. El comisario de Justicia, Didier Reynders, ahora en excedencia, -que es probablemente el miembro del Ejecutivo comunitario que mejor conoce la situación política española, exceptuando a Josep Borrell, que de manera muy reveladora no ha dicho nada sobre lo que ha sucedido- es el que ha enviado mensajes a sus contactos en Madrid para preguntar qué estaba sucediendo.
Lo que se prevé con toda seguridad en Bruselas es que, una vez que se apruebe la ley de amnistía, sí que se ejecutarán recursos con cuestiones prejudiciales ante la Justicia europea, lo que podría a su vez esclarecer el criterio del Ejecutivo comunitario sobre una ley que hasta ahora se sabe que ha suscitado «graves preocupaciones» a los dirigentes de la UE. Eso ya está siendo un problema grave. Si lleva a cabo sus amenazas de «regenerar» a su manera la democracia española, con controles a los medios de comunicación y a los jueces, todo empeorará para él. Sánchez puede mirarse ahora en el espejo del húngaro Viktor Orban, que consigue permanecer en el poder a pesar de sus tropelías, porque la UE no puede cambiar los Gobiernos, pero sí hacerles la vida imposible.
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