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Edmundo Bal aceptará la tercera vía en Ciudadanos si Inés Arrimadas deja de ser portavoz del Congreso

El entorno de la actual presidenta cree que una tercera figura está «utilizando» a su ahora oponente

Arrimadas, portavoz de Cs en el Congreso, era de las invitadas principales este martes, en el Día de la Constitución Jaime García
Juan Casillas Bayo

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La opción de la tercera vía en Ciudadanos (Cs), una donde ni Inés Arrimadas ni Edmundo Bal lideren el proyecto, pero que no esté pilotada por su actual presidenta, comienza a abrirse paso en la formación liberal. El actual portavoz del Comité Ejecutivo, único peso pesado que ha confirmado su intención de presentar su candidatura a las primarias de enero, está dispuesto a dar un paso a un lado, pero con unas condiciones claras. Una de ellas, según ha podido saber ABC, es que Arrimadas abandone la portavocía del Congreso.

El entorno de Bal recela del órdago que lanzó Arrimadas el lunes, cuando desde la sede nacional del partido accedió a no concurrir a las elecciones internas siempre que su «amigo, compañero y mano derecha», como repitió, retire su candidatura y se una a una lista «de unidad» con nuevos liderazgos que miren a los territorios, de cara a las elecciones autonómicas y municipales del próximo mayo.

La clave de bóveda es si esa 'retirada' de Arrimadas es real o una mera operación cosmética para seguir de «reinona» en la Cámara Baja, decidiendo las posiciones del grupo parlamentario, pero con dos figuras externas y «desconocidas» que asuman las curvas internas que casi seguro vendrán con los resultados de mayo, presumiblemente mucho peores que en 2019.

Fuentes cercanas a Bal, afines a su candidatura, expresan que en ningún caso Arrimadas puede continuar como portavoz de Cs en el Congreso. La sospecha de la facción crítica es que ella pretende continuar en ese puesto para proyectarse como candidata del partido a las próximas elecciones generales –un puesto para el que tendría que pasar por unas primarias posteriores a las precongresuales de los días 9 y 10 de enero–. «Es una balsa de salvación personal, no para el partido», comentan a este periódico. En la otra parte del conflicto contrarrestan que no es momento de pensar en las generales, sino de apoyar a quienes se juegan su supervivencia en menos de seis meses.

Arrimadas, fuera de la lista

Hay diputados que van más allá e incluso piden a Bal que exija que Arrimadas ni siquiera esté en esa «lista de unidad» que parecen defender todos en el partido, pero que se aleja tanto como este martes ellos en la celebración del Día de la Constitución, en el Congreso. Existe un temor a que los arrimadistas coloquen perfiles de su línea en los puestos claves, portavoz –líder político– y secretario general –jefe orgánico–, pero con ella dirigiendo la formación en la sombra y sin asumir el desgaste de la gestión directa.

La ruptura es total, aunque Arrimadas este martes, públicamente, se mostró optimista: «Estoy convencida de que mi compañero Edmundo Bal va a rectificar y se va a sumar a esa candidatura de unidad». Fuentes de su entorno, de hecho, subrayan que esa tercera vía de la que se empieza a hablar es lo que ella propone. Pero lo cierto es que su comparecencia del lunes no solo desconcertó a los críticos. Hay personas hasta ahora partidarias de su continuidad que empiezan a pensar que la solución no puede llegar de su mano.

No es el caso de Carlos Carrizosa, coordinador autonómico de Cs en Cataluña, quien este martes en Barcelona salió en defensa del liderazgo de Arrimadas, reclamó unidad y dijo, en clara alusión a Bal, que no es momento de «personalismos», informa Europa Press.

En el Congreso, desde primera hora de la mañana, se conformaron corrillos paralelos en torno a Arrimadas, acompañada por su jefe de gabinete, David Martínez, y a Bal, escoltado por sus compañeros Miguel Gutiérrez y María Muñoz. Durante la recepción oficial en el Salón de Pasos Perdidos, tras el discurso de la presidenta de la Cámara Baja, Meritxell Batet, en la escalinata de los leones, la presidenta del partido y su vicesecretario general estaban separados por un mar de periodistas y diputados. Una distancia metafórica que ha crecido en las últimas semanas hasta un aparente punto de no retorno.

Reconducir la situación

Arrimadas, en su declaración ante los medios, dijo que en Cs es momento de «levantar teléfonos» para negociar y no «micrófonos», en referencia a las declaraciones de Bal en la prensa. Pero lo cierto es que estos días el intercambio de mensajes y de llamadas entre varios miembros relevantes de la formación es, precisamente, para buscar una solución que no pase por el choque frontal al que creen que abocan tanto la candidatura de Bal como el que sea la actual presidenta quien coordine la lista.

Tanto los partidarios de Arrimadas como de Bal presumen de haber recibido un apoyo interno abrumador, con personas que les animan a dar la batalla por el liderazgo. Arrimadas ofrece una lista de unidad en la que ella no asuma el peso político ni orgánico, dirigentes mueven ficha en busca de una tercera vía y Bal la acepta siempre que Arrimadas no ejerza el liderazgo. Todo parece lo mismo y, sin embargo, la brecha en el partido se ahonda más y más. En el matiz está la clave y, según fuentes consultadas por este diario, la verdadera madre del cordero está en la portavocía en el Congreso, el puesto de mayor relieve para un Cs en horas bajas que ha perdido casi todo su poder territorial.

Desde el entorno de Arrimadas creen que una tercera figura, a la que no ponen nombre, está «utilizando» a Bal. «Quieren que él mueva el árbol para después recoger las nueces», apuntan. Pero aun así, insisten en que su única discrepancia es ideológica, básicamente por una «fuerte discusión» por la 'ley del solo sí es sí', defendida por Bal, cuando empezaron las rebajas de penas a agresores sexuales.

Pero hay diputados que señalan que esa fue solo la gota que colmó el vaso, con una líder que no ha sabido cuidar las relaciones humanas con su grupo. «Que se pregunte por qué ha perdido el apoyo de todos menos de Guillermo [Díaz]», decían estos días distintas fuentes. Arrimadas, atizan, no puede «agarrarse» al cargo, aunque ella niegue hacerlo. «No debe ser la cara visible».

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