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Cuenta atrás en la Armada para recibir el submarino S-81

Es el primero diseñado y fabricado íntegramente en España, y llega a las Fuerzas Armadas tras más de una década de retrasos y 2.000 millones de sobrecoste

La jura de bandera, un compromiso con España al alza

El nuevo submarino S-81 Isaac Peral fabricado por Navantia antes de ser entregado a la armada española JAIME GARCÍA
Pilar De la Cuesta

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Cartagena, la misma ciudad que vio nacer en 1851 al inventor del submarino eléctrico, Isaac Peral, es ahora testigo de la navegación del último sumergible construido, el S-81, que situará a la Armada en una nueva era y a España en el selecto club de países capaces de diseñar y construir un buque de este tipo de forma autónoma. El S-81 se ha sometido este viernes a su última prueba en el mar antes de ser entregado por Navantia a la Armada en una ceremonia oficial prevista para el próximo día 30 con la presencia de la Princesa Leonor, que ya fue madrina del buque en su puesta a flote en abril de 2021. El S-81 ha realizado pruebas de inmersión, salida a superficie y una prueba de remolque con el buque Neptuno, todo rodeado de un escenario que parecía puesto para la ocasión, luminoso, con el mar en calma, sol y delfines curioseando a su nuevo compañero en el mar.

Con un diseño más parecido al de una nave espacial que al de un buque de superficie, el S-81, bautizado precisamente con el nombre del cartagenero Isaac Peral, llegará a las Fuerzas Armadas tras una historia plagada de contratiempos. La llamada clase S-80 (son cuatro submarinos en total) ha sufrido retrasos de más de una década provocados por diversos fallos de diseño y de peso y un importante sobrecoste para las arcas públicas, de los 2.135 millones iniciales hasta rozar los 4.000 millones.

Olvidados ya todos los obstáculos, tanto en Navantia como en la Armada respiran por fin tranquilos y ven culminado un proyecto que devolverá a España a los primeros puestos de países con arma submarina. Los retrasos habían dejado a las Fuerzas Armadas con un solo submarino operativo, el Galerna, que tiene más de cuarenta años y ha extendido su actividad de forma extraordinaria para que España no se quedara sin sumergibles. El resto de submarinos de clase S-70 (los anteriores en servicio) ya han sido dados de baja paulatinamente durante los últimos años y la Armada esperaba con impaciencia la llegada de sus relevos.

El jefe de producción de Navantia en el arsenal de Cartagena, Ignacio Núñez, reconocía este viernes la satisfacción de ver el proyecto en su fase final tras décadas de trabajo. «Es ilusionante, el final de un camino que llevamos muchos años recorriendo», aseguró con el S-81 ya listo para incorporarse a la flota de las Fuerzas Armadas. «En los años 90 empezaron los anteproyectos, el trabajo de verdad en los 2000 y con intensidad a partir de 2010 o 2012», rememoró. Durante los próximos días al S-81 solo le queda una tarea por delante: limpieza y una nueva capa de pintura para estar listo para la ocasión. Núñez subrayó «el salto» que este submarino supone tanto para la Armada como para la industria de defensa nacional, que además podrá beneficiarse de posibles exportaciones a las Fuerzas Armadas de otros países. De momento, el Arsenal de Cartagena es ya lugar de visita de algunos interesados en el proyecto, como los ministerios de Defensa de Turquía, Filipinas, India o Canadá.

Los submarinos S-80 destacan por su propulsión anaeróbica AIP, de tercera generación, que permite al buque extender su autonomía en inmersión hasta tres semanas y reducir así sustancialmente su nivel de detectabilidad. El dato exacto no lo desvelan, es «materia clasificada», pero Navantia revela que el tiempo de inmersión será aproximadamente diez veces superior al de los submarinos actuales. Este sistema no lo lleva aún incorporado el S-81 y tampoco lo tendrá su seguidor, el S-82, a los que se les sumará en su primera gran carena (la revisión completa a la que se someten los submarinos cada ocho o diez años). Sí saldrán con él ya de fábrica los dos últimos en botarse al mar, el S-83 y el S-84, cuya entrega a la Armada se prevé para dentro de cuatro y seis años aproximadamente.

Además, estos submarinos cuentan con un sistema de control que les permite ser operados por una tripulación muy reducida: solo necesitará 32 marinos (aproximadamente la mitad de la dotación de los submarinos actuales) y cuenta con ocho plazas más para el embarque de personal adicional o de fuerzas especiales. Tienen una cota máxima de inmersión superior a los 300 metros (el dato exacto también es «clasificado») y, sumergidos, los S-80 son capaces de alcanzar una velocidad superior a los 19 nudos. Tienen aproximadamente 80 metros de eslora, 7 de diámetro y cuentan con un desplazamiento en inmersión de unas 3.000 toneladas.

Además, el S-80 está equipado con distintas armas para cumplir con sus misiones. Para la guerra antisuperficie han sido integrados misiles Harpoon de largo alcance; mientras que para la guerra antisubmarina cuenta con torpedos pesados DM2A4. También está preparado para portar misiles Tomahawk para el ataque a tierra. El equipo de manejo y lanzamiento de armas está listo para doce armas largas y seis tubos lanzatorpedos. También está preparado para realizar otras operaciones de misiones especiales, evacuación discreta de persona civil, recopilación de datos de Inteligencia, reconocimiento y vigilancia, minado de zonas estratégicas o misiones de disuasión. Todo para situar a la Armada en primera línea junto a sus socios internacionales.

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