Un solo pantano conocido como el Mar de Aragón gana en una semana la mitad del agua de un año de trasvases Tajo-Segura
Las recargas hídricas de los últimos siete días en la cuenca del Ebro duplican toda el agua embalsada en la demarcación del sureste peninsular
El Ebro y el Tajo ganan 3.400 hectómetros de agua en un año mientras el Segura se queda sin reservas y con el trasvase en el aire
![Vistas del conocido como «Mar de Aragón», la mayor superficie de agua dulce en España](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/23/mar-aragon-embalse-mequinenza-RxFFyAewo5n13T7Y8XJHudJ-1200x840@diario_abc.jpg)
El contraste entre zonas de la Península Ibérica con abundancia de agua y otras casi desérticas por la sequía se puede resumir esta semana con dos términos entre poéticos y dramáticos: el conocido turísticamente como Mar de Aragón -embalse de Mequinenza, en el Ebro- ha crecido en sólo una semana en 106 hectómetros cúbicos, la mitad del agua de todo un año de trasvases Tajo-Segura, en cuyo destino se habla de pantanos de «fondo muerto».
Porque el problema no sólo radica en las precipitaciones o la sequía, ya que también hay una diferencia abismal en la capacidad de las infraestructuras hídricas en estas cuencas, de forma que cuando llueve no se recargan ni mucho menos con los mismos volúmenes.
En la demarcación del Ebro se acumulan en estos momentos, según las últimas cifras oficiales del Ministerio en embalses.net un total de 5.191 hm3, el 66,5% de sus posibilidades, que teóricamente superarían los 7.800 hm3 si todos sus pantanos estuvieran llenos al 100%. Y en sólo una semana, han ganado 345, lo que más que duplica todo el volumen embalsado en el Segura (166).
En los del Tajo todavía hay más agua y cabría más, 6.192 hm3 (se encuentran al 56%) y más de 11.000 hectómetros de tope. Obviamente, esos niveles no se han alcanzado nunca o habrían provocado una catástrofe. Pero se encuentran a distancias siderales de lo que podrían embalsar en el Segura, que cuenta en estos momentos con 166 hm3 -un 14,5%- y con varios pantanos en situación de «fondo muerto» por debajo incluso del 10%. Aunque hubiera diluvios o se recargaran artificialmente sus infraestructuras al máximo, como mucho alcanzarían unos 1.140 hectómetros, menos agua de la que tiene ahora mismo Mequinenza y un poco más de la que suman Entrepeñas y Buendía (1.024), los dos embalses que suministran el caudal de los trasvases del Tajo al Segura.
En definitiva, hace muchas décadas que se construyeron unas instalaciones ideadas para hacer acopio de recursos hídricos en unos lugares concretos de España, pensando en los registros de precipitaciones, mientras que en los campos fértiles con más horas de sol al año -Murcia, Alicante y Almería- apenas se dispone de ese tipo de grandes depósitos y los agricultores dependen de las transferencias.
En momentos como el actual y en la pasada primavera, cuando las crecidas del Ebro volvieron a causar inundaciones, queda más en evidencia el porqué de la nostalgia con que algunos aún recuerdan aquel Plan Hidrológico Nacional (PHN) derogado hace dos décadas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que contemplaba otro trasvase desde Aragón hacia el sur, como sí existe hacia Cataluña.
Mientras tanto, perdurará ese antagonismo entre los embalses moribundos por la sequía y el Mar de Aragón, la masa de agua dulce más grande de la Península Ibérica, con 500 kilómetros de costa interior y actividades náuticas. En el horizonte de 2027, además, con recortes a la vista a los trasvases del Tajo al Segura (a la mitad) y dos proyectos de cruceros fluviales en Guadalajara, con la construcción de sendos centros de ocio.
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