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el último liberal

Bufonadas en el Ayuntamiento

«Entiendo que la obligación de un concejal —y más aún si se trata de uno tan relevante como el de Valencia— es trabajar por los ciudadanos, presentando propuestas que mejoren la vida en la ciudad y fiscalizando la labor del gobierno»

La portavoz de Compromís en el Ayuntamiento de València, Papi Robles EFE
Fernando Llopis

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El actor y humorista estadounidense Danny Kaye tuvo uno de los mayores éxitos de su carrera cinematográfica con la película de 1956 El bufón del rey. En ella interpretaba al bufón de una corte medieval que conseguía ser caballero tras superar una serie de pruebas de lo más disparatadas y divertidas.

Parece que los portavoces de la oposición del Ayuntamiento de Valencia, dada su incapacidad para realizar una oposición digna y fundamentada al equipo de gobierno que dirige María José Catalá, han decidido seguir los pasos de Danny Kaye y dedicarse a hacer bufonadas para conseguir algo de relevancia en los medios.

Así, aprovecharon la visita del presidente de la Generalitat al balcón del Ayuntamiento de Valencia para presenciar la cremà de la falla municipal y, con un acompañante cámara en mano, trataron de montar el numerito e inmortalizarlo en las redes.

La portavoz de Compromís, Papi Robles, en plan Mata Hari de película de Ozores, se acercó al presidente Mazón y, tras saludarle y darle un par de besos, intentó colocarle una pegatina con el lema «Mazón dimissió». El vídeo de la escena, que rápidamente fue subido a las redes, genera cierta vergüenza ajena: en un primer momento, se observa como el presidente Mazón parece agradecer el gesto de cariño y respeto institucional de una rival, para luego pasar a un enfado contenido al darse cuenta de la burda maniobra de la portavoz de Compromís.

Robles, que fue una de las más entusiastas en la fiesta que su partido organizó para su entonces líder, Mónica Oltra, tras la imputación de esta por el caso de abusos a menores, parece haber olvidado sus propias quejas sobre el maltrato que Oltra recibía de sus rivales políticos. Entrevistada por una cadena nacional de televisión, Robles aseguró que lo que hizo el día de la cremà era su «obligación», relatando su actuación como si fuese uno de los soldados que colocaron la bandera estadounidense en el monte Iwo Jima.

El portavoz socialista, Borja Sanjuán, no llegó a imitar a Robles en su estrategia de los besos al presidente, pero sí optó por emular al «asesino de la corbata» de la película Frenesí, de Hitchcock. Se colocó detrás del presidente con cara de odio y, en vez de una corbata, llevó un pañuelo fallero con un pin en el que también se leía «Mazón dimissió». Un fotógrafo de su equipo inmortalizó la escena, que más bien parece el cartel de una película de terror y que, por supuesto, se difundió en sus redes sociales.

Sanjuán, al igual que otros líderes socialistas valencianos, también grabó un vídeo en el que calificaba de «vergonzoso» tener un presidente de la Generalitat que «no puede pasear tranquilo por la calle». Es probable que el jefe de imagen del PSOE les recuerde constantemente que, al referirse a Mazón, no olviden mencionar lo de «Generalitat»; no vaya a ser que algún espectador del vídeo crea que hablan de Pedro Sánchez, cuya recepción por parte de los ciudadanos parece ser aún menos cariñosa. Así lo demostraron los aficionados que acudieron el pasado domingo a Mestalla a ver el partido de la selección española.

Entiendo que la obligación de un concejal de un Ayuntamiento —y más aún si se trata de uno tan relevante como el de Valencia— es trabajar por los ciudadanos, presentando propuestas que mejoren la vida en la ciudad y fiscalizando la labor del gobierno. Y todo ello sin perder nunca el respeto y el decoro institucional que exige el cargo. Puedo comprender algún numerito dentro de un pleno municipal para dar máxima relevancia a una propuesta o denuncia, pero me parece indigno aprovecharse de la condición de concejal para, en un acto institucional, faltar al respeto al máximo representante de la Generalitat, te guste o no.

Danny Kaye decía: «No nací tonto, me tomo el trabajo de parecerlo». Ignoro si Robles y Sanjuán lo son, pero con este tipo de actos parece que se esfuerzan en parecerlo.

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