Un español enfermo grave en Alemania regresa en un viaje de riesgo porque la Tarjeta Sanitaria Europea no cubre el tratamiento
Sergio Millán, residente en Alicante, se sometió a una operación de urgencia en Berlín para extirparle gran parte de un tumor cerebral
La familia denuncia los «entresijos burocráticos» de las aseguradoras médicas y lamenta la «inacción» de organismos «incapaces de percibir su dramática situación»
![Imagen de Sergio, cedida por la familia, durante su viaje a Berlín](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/09/27/enfermo-berlin-RFmIxjk7i9MyH8hmSJNSrGP-1200x840@abc.jpg)
Víctimas de los «entresijos burocráticos», sumidos en inabarcables reglamentos que «no son capaces de ver lo excepcional» de cada caso. Así se siente la familia de Sergio Millán, un español de 67 años residente en Alicante, que hace tres semanas tuvo que ser ingresado de urgencia en un hospital de Berlín (Alemania). Allí, le diagnosticaron dos tumores cerebrales: uno se lo extirparon y otro no «por ser más peligroso eliminarlo que mantenerlo». Pese a pautarle un exigente tratamiento de continuación inmediata, días después de la operación le instaron a dejar su cama porque la Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) sólo atiende la urgencia médica.
En lo que podrían ser «los últimos días o semanas de vida» de Sergio, según relata su mujer a ABC, «se está viendo sometido a esta angustia, incertidumbre y sufrimiento psíquico insoportable», así como a «este abandono e insensibilidad que rebasan toda medida de la inhumanidad». «Sufre graves secuelas por su enfermedad y la operación y, en los momentos que tendría que tener máxima tranquilidad para pasar ese tiempo sereno con la familia, se ve abocado a esta situación», lamenta Charo.
Este pasado lunes, el paciente español tuvo que dejar el hospital berlinés en un traslado de urgencia en ambulancia medicalizada, contratada por la propia familia, en dirección a Alicante, dado que «no estaba en condiciones ni siquiera de llegar a la puerta de la habitación» del centro sanitario y, por tanto, de viajar de cualquier otro modo. Ingresó el 2 de septiembre y nueve días después se sometió a una compleja operación de trece horas de duración donde le extirparon el mayor de los dos tumores cerebrales que le diagnosticaron.
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El equipo de neurocirugía estableció para el paciente un tratamiento de continuación con radioterapia, rehabilitación y posible quimioterapia, pues de no aplicarse a la mayor brevedad posible, «la enfermedad aumentaría a velocidad vertiginosa» y «se produciría un deterioro rápido del estado físico y mental, acompañado de un enorme sufrimiento y una muerte bastante próxima», recuerda la familia.
«Nos dijeron que el tratamiento daría una posibilidad de supervivencia con calidad de vida que incluso podría prolongarse algunos años», subraya. Tras la operación, Sergio mantiene sus facultades cognitivas en perfecto estado pero no puede tenerse en pie y apenas puede sentarse, «limitaciones que sólo pueden contrarrestarse con rehabilitación».
«Fuera antes de las 10»
Fue el pasado jueves 21 de septiembre cuando un trabajador social del hospital les comunicó que la aseguradora alemana que estaba cubriendo los costes médicos dejaba de hacerlo y que el lunes 25 de septiembre, «antes de las 10», debían abandonar el centro y continuar el tratamiento en España. «Nos dijeron que la Tarjeta Sanitaria Europea sólo incluye la urgencia médica y el tratamiento posterior ya no está considerado como tal», argumenta su pareja.
A partir de ese momento, la familia de Sergio comenzó una «carrera contrarreloj» para averiguar qué organismos españoles pueden intervenir y ofrecerles una solución ante la imposibilidad de volver a España. Después de decenas de llamadas sin contestación a la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (MUFACE), finalmente fue atendida y requerida para enviar un correo electrónico explicando los detalles del caso, junto al pertinente informe médico.
Los trabajadores de la mutua aclararon las limitaciones respecto a la cobertura sanitaria de la TSE que, según los allegados del enfermo, «no son conocidas por sus titulares«, quienes en su mayoría «están convencidos de que el tratamiento se daría en las mismas condiciones que a un asegurado del país hasta que el paciente volviera a su país, para lo que se supone debe estar en condiciones de poder hacerlo».
«Nosotros nos hemos enterado en el momento más crítico y sin apenas margen ni tiempo de reacción. De haberlo sabido de entrada, habríamos viajado de primeras a Alicante, pues en aquellos momentos todavía podía andar y viajar en coche o en avión», implora. En paralelo, consiguieron una cita con la Consejería de Trabajo y Seguridad Social de la embajada española en Berlín, pero volvieron a remitirles a MUFACE.
«Somos víctimas de los entresijos burocráticos de aseguradoras médicas alemanas y españolas, así como de parágrafos y reglamentos de la Unión Europea. Y de la inacción de organismos que tampoco son capaces de percibir lo excepcional y dramático de la situación para adoptar alguna medida y ofrecer alguna solución que quizá no esté contemplada en los reglamentos, pero que, con toda seguridad, se podría encontrar», esgrime su mujer quien pagó de su bolsillo la ambulancia medicalizada para traer de vuelta a su marido enfermo a Alicante desde Alemania.
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