AL PUNTO
¿Dónde comieron ese arroz?
«El 'arroz al forn' se preparaba antiguamente aprovechando los restos de los guisos. Sin embargo, este plato tradicional valenciano de costillas de cerdo, garbanzos, arroz, caldo, tomates, cebollas, ajos, patatas, morcilla, pimentón, azafrán y aceite de oliva…» ¿Restos de guisos? Cuán ignorante y atrevida es la osadía
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![¿Dónde comieron ese arroz?](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/17/arros-al-forn-RE6feS0onxXM0ZaCPo9xCGO-1200x840@diario_abc.jpeg)
La proliferación de redes sociales, con todo lo que suponen al decir de cursis, que tan exponencial crecimiento ha favorecido la socialización de opinión e información, también ha permitido que afloren opinadores, comunicadores de toda laya y condición, charlatanes de feria, e influencers, que es lo mismo que influyentes sólo que en inglés, que todavía es más cursi. No pocos de ellos, los más osados, terminan otorgándose el título de periodistas, sin que falten esos otros que se hacen diseñar una web para la venta de nada con sifón con la que, en no pocos casos, consiguen embaucar a gilipollas y felices compradores.
Por ejemplo, Taste Atlas, una web culinaria de la que muy generosamente se dice en algunos medios que es «una guía especializada». ¿Especializada, en qué? Que me lo expliquen. En los últimos años viene publicando por países listados de los diez platos peor valorados por los turistas. En el caso de la gastronomía española aquellos que más han contrariado a los guiris que nos han visitado, y que han regurgitado en esa web los condumios que menos les ha gustado, figura nuestro arroz al horno.
En el puesto número 10 del lista que hace Taste Atlas, que vendría ser algo así como Encliclopedia del sabor, lo que no deja de ser una injusta pretensión, colocan el que consideran «un plato tipo de Valencia», el «arroz al forn», que así escrito es denominación de lo más bilingüe. No es arrós al forn, ni cassola, que es como se conoce a este sabroso y contundente plato en las comarcas centrales de nuestra Comunidad, pero que también se elabora en otras muchas localidades valencianas.
Veamos en su literalidad qué es lo que dice en este atlas del arrós al forn: «Se preparaba antiguamente aprovechando los restos de los guisos. Sin embargo, este plato tradicional valenciano de costillas de cerdo, garbanzos, arroz, caldo, tomates, cebollas, ajos, patatas, morcilla, pimentón, azafrán y aceite de oliva…» ¿Restos de guisos? Cuán ignorante y atrevida es la osadía.
A la hora de tratar de pescar en las redes internáuticas sobre esta web, para tener que llevarme algo a la boca, y conocer hasta dónde puede llegar su capacidad de liarla tan parda, se acumulan las sorpresas. Así, en unos medios se dice que el listado de los peores platos es de diez, mientras que otros lo amplían a cien. Lo cual es demostración evidente de su nulo rigor gastronómico y hasta matemático.
Por lo leído, da la impresión que la solidez de Taste Atlas corre paralelo a las valoraciones demoscópicas que hace el CIS de Tezanos, cuya fama sobre sus calamitosos pronósticos electorales traspasa fronteras. En un país que no fuera el nuestro, tan sanchizado que ya no lo reconoce ni la madre que lo parió, a este individuo se le habría dado el finiquito, pero el Gobierno lo mantiene en el cargo porque sirve fielmente a los intereses del presidente.
Como valencianos nos interesa saber qué es aquello que tanto les disgusta a los visitantes-votantes, pero creo que será inútil el esfuerzo. Hay viajeros cuyo chovinismo les impide degustar plato alguno que no sea una pizza o una hamburguesa. Si me causó sorpresa el rechazo del «arrós al forn», me quedé ojiplático cuando leí en uno de esos nefandos listados, que el plato valenciano que concitó mayor rechazó fueron las peladillas. Acabáramos. ¿Las peladillas, un plato?
Las peladillas son un sabroso dulce, una sabia combinación de azúcar y almendra, eso sí de la variedad marcona, que el cronista oficial de Casinos, José Salvador Murgui, ha convertido en el obsequio que él mismo ha llevado y entregado en mano, que yo sepa, a los Papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, y hace unos días también al periodista Carlos Herrera en la misma Feria de Sevilla en la que coincidieron.
Me considero incapaz de determinar cuáles son mejores, porque las dos me han encantado, si las elaboradas en Alcoy, en donde defienden su origen con su habitual dosis de apasionamiento, o las de Casinos. En esta localidad del Camp del Turia se pueden conseguir durante todo el año, pero de modo especial cuando en el mes de noviembre allí se celebra la Feria del Dulce Artesano, Peladillas y Turrones, que en este 2024 alcanzará su XXV edición. Una feria creada por José Salvador Murgui en su etapa de alcalde, que tiene ya acreditada una fantástica capacidad de convocatoria.
Permítanme un consejo. Olvídense de espurias valoraciones sobre nuestro arrós al forn y nuestras peladillas. Vénganse a Ontinyent –salvo los lunes, que están casi todos los restaurantes cerrados—y pidan ese plato, que por lo general figura en las cartas de la mayoría ellos, pero el que hace Pablo Morales, en el Mesón del Rey, concita grandes elogios, entre ellos el mío. Y al Taste Atlas ese, que le vayan dando.
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