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Una camarera denuncia una paliza de su jefe al ir a cobrar en Denia: «Y no me pagó medias jornadas de ocho horas a 20 euros»

La trabajadora muestra en un vídeo en X una herida en la frente con puntos de sutura y un hematoma en la rodilla en su relato sobre la agresión y «explotación» laboral

Los funcionarios de la Generalitat Valenciana no tendrán que ir al trabajo si se activa una alerta roja

La camarera muestra la herida en la frente sufrida por la agresión, según se denuncia ABC
José Luis Fernández

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Una camarera ha denunciado en dos vídeos difundidos en X una presunta agresión múltiple del propietario de un restaurante de Denia (Alicante) al ir a cobrar por su trabajo, al que había renunciado por la «explotación» a la que estaba sometida. «Y no me pagó por doce días», que contabilizaba a razón de «medias jornadas de ocho horas a 20 euros y jornadas completas de doce horas a 40 euros», según ha asegurado.

«Ha estado a punto de matarme, había cristales rotos por todos lados», llega a describir en este testimonio difundido por el influencer valenciano Jesús Soriano, quien lo ha calificado de suceso «intolerable» y con el mensaje de «ánimo, compañera».

En dos largos vídeos, la afectada ofrece detalles de una auténtica paliza en la que acabó tirada en el suelo en un par de ocasiones, con una herida en la frente por «un puñetazo» que requirió de dos puntos de sutura y otros «moratones» por todo el cuerpo, de los que enseña uno en la rodilla izquierda y asegura haber sufrido otros en zonas que no muestra por pudor.

Hematoma en una rodilla que la trabajadora muestra como secuela de la paliza ABC

Su objetivo con airearlo todo es llamar a compartirlo para que se conozcan las condiciones de trabajo en este establecimiento, al que nombra varias veces, también al dueño, con nombre y apellido. «Le puede pasar a su amigo, a su hermano, a su compañero, no se queden callados», alerta visiblemente nerviosa y con voz temblorosa -como ella misma confiesa, temerosa de posibles represalias posteriores. «Me amenazó con que me iba a pasar algo peor», señala, en una narración estremecedora: «Llamé a la Policía, acudió y me vieron ensangrentada».

Todo había arrancado con un forcejeo por arrebatarle su teléfono móvil cuando el hostelero se percató de que la camarera le estaba grabando. Tras recibir los golpes, asegura haber presentado denuncia por la agresión y el impago, acompañado de un primer parte médico para demostrar las lesiones, al que piensa añadir otro informe porque pasado un día, los hematomas han pasado del color rojo inicial a uno más visible y oscuro.

«No soy la única ni la primera, ni voy a ser la última: seguro que a muchas personas han pasado por esto o cosas peores», resalta en este mensaje doble audiovisual.

En el trasfondo, aparte del extremo de violencia, esta inmigrante en situación regularizada pone el foco -sin generalizar- en las injusticias de se producen, a su juicio, con algunos empresarios, mientras que otros sí pagan salarios razonables en condiciones laborales dignas.

En cambio, otros no actúan así: «Se quejan y dicen que los jóvenes no queremos trabajar, pero es porque nos tienen explotados». Y pone como ejemplo este establecimiento alicantino con esa retribución de «medias jornadas de ocho horas», cuando eso ya es irregular, remuneradas a sólo 20 euros y la «completa de doce horas a 40 euros o, a veces, con horas extras que no se pagan».

De ahí también su interés en divulgarlo en internet. «No podemos trabajar en esta situación», abunda, además de resaltar que «otros inmigrantes no denunciarán situaciones similares por no estar regularizados».

El hilo de reacciones a este post muestra adhesiones a esta víctima de violencia y de retribuciones miserables, además de apelar a que la ministra Yolanda Díaz mueva más a la Inspección de Trabajo para acabar con estos abusos. Alguno incluso publica en su comentario fotos del establecimiento, para facilitar su identificación.

También hay quien corrobora este tipo de irregularidades y degradación: «Acá en Galicia he visto eso y mucho más, ya le creo que sí, y esclavitud y gritos y malos tratos; y luego se quejan de que no hay personal».

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