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El SOS de un alicantino atrapado en Perú: «Lima está ardiendo y temo no salir vivo de las barricadas»

El fotoperiodista Manuel Lorenzo intenta huir de un polvorín en las calles con su Harley-Davidson averiada al intentar un récord Guinness atravesando América

Manuel Lorenzo y su viaje imposible: de Alicante a la tundra siberiana a lomos de «La Cerda»

Manuel Lorenzo, junto a su moto «La Cerda», en Ushuaia (Argentina), al inicio de su viaje. ABC
José Luis Fernández

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Para un trotamundos como Manuel Lorenzo, que llegó en su Harley-Davidson -«La Cerda»- desde Alicante hasta los confines de Siberia y a otros dos extremos continentales del Círculo Polar Ártico, las inclemencias y dificultades forman parte de sus aventuras. Con lo que no contaba era con las revueltas sociales y los disturbios callejeros, que le han dejado atrapado en Perú y con la máquina averiada.

«La moto lleva 2.000 kilómetros con un aceite de camión diésel -que a saber cuántos años llevaba en un armario- y no hay manera de encontrar otra cosa ni arreglarla», relata este fotoperiodista curtido en viajes épicos, ahora desesperado después de «sortear» como ha podido «piquetes agresivos» y protestas que bloquean las carreteras principales.

Su objetivo más inmediato es la capital, donde con suerte y como mínimo en un mes tal vez tendrían piezas de repuesto. «Lima está ardiendo y en algunos piquetes no sales vivo», concreta, acuciado porque si se marcha en avión, perdería a su compañera inseparable: «El Gobierno me requisa la moto por ley como si fuera abandono».

La Harley-Davidson del aventurero español, aparcada en una carretera en el continente americano. MANUEL LORENZO

También trata de aferrarse a un resquicio legal, demostrar que no es «un turista» cualquiera, sino alguien que lleva entre manos un proyecto deportivo, en este caso, registrar un récord Guinness al conquistar por carretera esos puntos del Ártico y también del Antártico, ya que partió del cono sur, en esta ocasión. Busca así que le apliquen una excepción especial como a los corredores del Dakar.

En su actual epopeya, le ha pasado de todo: «Me he quedado varado en el desierto y me he caído dos veces». En uno de los vídeos que ha enviado, se ve cómo otros dos vehículos le cortan el paso en un camino inundado de arena y termina en el suelo para no chocar con ellos, sin poder ni siquiera levantar él solo la moto de más de 300 kilos al hundirse en el suelo movedizo. Mientras, los otros conductores se alejaban burlándose: «Y se ríen, me dicen 'chao'... ¡Ayuda!, esto no me ha pasado en ninguna parte».

Noche en vela por miedo a un robo

Su experiencia en suelo peruano le confirma que ha llegado «en el peor momento» y sin visos de solución. «Encontré numerosas marchas que cortaban la carretera pero solo por momentos, sin embargo, al llegar a Ica, los piquetes se vuelven más bravos y no dejan pasar un solo vehículo», rememora.

«Las colas de camiones y autos son enormes. Consigo pasar tres piquetes no sin pocas dificultades y pactando con ellos pero una vez dentro de Ica, al salir camino de Lima por Pisco la negativa a pasar es total y violenta», añade en este cuaderno de viaje.

Por suerte, también ha encontrado aliados. «Conozco a dos muchachos que vienen de Arequipa en moto (motos de las de aquí, livianas, todoterreno y con poco equipaje, justo lo contrario de lo mío) y van camino de Lima. Nos recomiendan un atajo para acceder a la Panamericana por Paracas a través de un camino que mezcla el ripio con los bancos de arena por en medio del desierto», cuenta Lorenzo.

Tras andar unos 20 kilómetros por la noche en pleno desierto decide parar y acampar en el desierto antes de «complicarse» la vida llegado a la zona de bancos de arena: «Puedo quedar varado y que un camión me pase por encima en plena madrugada».

Precisamente un camionero y tras unas «preguntas incómodas», teme que quiera robarle o enviar a alguien a que lo haga, por lo que traslada su tienda de campaña: «La noche la pasé casi en vela atento a la llegada de cualquier vehículo».

Al llegar a Ica en un «estado deplorable», a través de un compañero mexicano de ruta en la Patagonia entra en contacto con sus «nuevos ángeles de la guarda en Suramérica»: el grupo MAI (Moto Ayuda Internacional). Un grupo de WhatsApp difundido por todos los países latinos para ayudar y apoyar las vicisitudes de los moteros que transitan por estos territorios.

En estos momentos, su última hora es seguir con las gestiones para acreditar su condición de deportista equiparable a los pilotos del Dakar y que la Administración peruana le permita dejar su moto hasta que la reparen y él pueda reunir dinero y regresar más adelante para continuar con la proeza.

«Espero que lo que ni la tundra siberiana ni la guerra de Ucrania pudo parar, no lo haga la burocracia peruana en pos de un logro histórico», concluye.

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